Es mejor no enfadar a ‘La Marinera’. Y el sábado se marchó a casa con cara de pocos amigos, después de un tercer puesto que ni mucho menos colmó sus expectativas y tras no haberse sentido a gusto en el agua. Quería volver a poner las cosas en su sitio tras la última victoria de Lapurdi y ayer salió a remar desde la bajada de bandera sin querer saber nada de nadie, sin mirar a los lados y mucho menos hacia atrás. Rompió con todos y remó con cara de ambición, como si se estuviera jugando el ascenso allí y ahora. A bordo subió la concentración y sólo se oía el crujir de las bancadas, los remos haciendo su trabajo y una respiración acompasada. Ayer completó una contrarreloj aunque hay otros que lo llamarán exhibición.

Daba la sensación de que la trainera entrenada por Enrique Vitoria se jugaba la vida pero lo cierto es que lo tiene todo de cara. Tanto es así, que podría certificar el ascenso el próximo sábado, en la primera de las dos regatas que tendrá el privilegio de disputar en casa. La competición ya ha abandonado el País Vasco y pondrá su punto y final en un escenario privilegiado tanto para el aficionado como para el remero como es Brazomar. Y una de las dos traineras locales, la roja, llegará subida en una ola. Y la otra, la verde, lo hará con la intención de poner la guinda a otra gran campaña en la que ha conseguido lo que había salido a buscar: subir un peldaño respecto al pasado año de su debut.

AN Castro ganó la primera tanda y Castreña ganó la segunda y la regata. Todo lo bueno tomó la misma dirección. Ambas dominaron de cabo a rabo, sin dejarse comer la tostada y avanzando las dos por calles centrales. La diferencia estuvo en la apuesta final, ya que mientras la ‘Flavióbriga’ terminó entrando por la calle seis a pesar de haber comenzado por la tres, ‘La Marinera’ lo hizo por la uno después de haber empezado a remar por la cuatro. 

Dio la impresión de que Hondarribia B, que fue quien más cerca avanzó del líder en todo momento, compraba boletos para meterse en la pelea final a última hora. A pesar de ciabogar a seis segundos de Castreña al paso por el ecuador, en la última ciaboga ya estaba a cinco. Ambos avanzaban por calles contiguas y había espacio para que pudiera suceder cualquier cosa. Iba a resultar decisiva la apuesta que hiciera cada uno a la hora de buscar el camino de la ola en el último viaje de vuelta. Y lo cierto es que ‘La Marinera’ tenía vetado irse a babor como había hecho AN Castro en la anterior tanda porque por allí iba el bote hondarribitarra. Por lo tanto, sólo le quedaba mantener su calle o irse hacia estribor dibujando una trayectoria similar a la que había encumbrado a Pedreña el día anterior. Y acertó.

Desde los primeros metros del largo pudieron ver los que estaban en tierra cómo la mayoría de las proas de las traineras que había en el agua apuntaban hacia ellos. Todas ellas se reunieron en pocos metros ofreciendo una imagen más que atractiva. ‘La Marinera’ las comandaba a todas abriendo todavía más distancias con el resto. El ojo humano engañaba y parecía que Hondarribia B se le estaba echando encima, pero era mentira. «Unos pocos metros más y se lleva la regata», decía uno a menos de cien metros para el final. La realidad le dejó en mal lugar porque lo cierto es que la renta había incluso crecido respecto a la última maniobra.