26.04.2024 |
El tiempo

La mañana perfecta

Pedreña ganó en castro la octava bandera de la temporada | Astillero alejó el descenso a siete puntos a falta de una regata y camargo se quedó a veinte centésimas de ser tercero | Cada tanda fue ganada por una trainera cántabra

La ‘Pedreñera’, dominando en solitario la tanda de honor de la regata de ARC 1 ayer en Castro.
La ‘Pedreñera’, dominando en solitario la tanda de honor de la regata de ARC 1 ayer en Castro.
La mañana perfecta

Fue una mañana gris, oscura, lluviosa y pesada, pero fue una mañana perfecta. Inmejorable para los intereses del remo cántabro, que está tan acostumbrado a sentirse como un perro apaleado en la última década que ha de saborear al máximo momentos así. Se disputaron tres tandas y todas ellas las ganaron las embarcaciones autóctonas, por lo que se puede decir que todas ellas volvieron a casa con el objetivo cumplido: Pedreña con la bandera y con el campeonato en su bolsillo, Camargo con un cuarto puesto a centésimas del tercero que confirma que pagaría por que la temporada durara dos semanas más y Astillero con una permanencia que ya no le va a quitar nadie. Poco más se podía pedir. Con noticias así, podía llover lo que quisiera.

La primera de las dos jornadas consecutivas que acogerá el siempre apetecible campo de regatas de Brazomar fue un premio para el remero. Éste estaba con ganas de disfrutar de una mar de verdad, de sentir el vértigo del continuo sube y baja, de la tensión por impedir que entre demasiada agua al bote y coger de vuelta a la playa una de esas empopadas que convierten una trainera en una tabla de surf. Las olas se han hecho de rogar este verano, aún no había habido oportunidad de que las embarcaciones más marineras dieran lo mejor de sí y ayer fue el día. Y las cántabras confirmaron que les gusta lo bueno. Sobre todo Pedreña, que ganó su octava bandera de las once que se ha disputado. Ha ganado por tierra, mar y aire; por ría, con ola de costado, de popa, lloviendo y con sol. Su dominio ha sido absoluto.

Lo mejor fue la manera de ganar que tuvieron los tres. Tanto Astillero como Pedreña cogieron en seguida la proa de la regata y se fueron en busca de su sueño. Especialmente dramático era el de la ‘San José’, que salió al agua con la intención de finiquitar lo hecho el fin de semana anterior en Getxo, de donde se fue con un colchón de cinco puntos respecto al pozo del descenso. Era bien consciente de que haciendo un buen sábado, ya nadie le iba quitar la permanencia. Y el bote azul cumplió con su cometido de sobra. Ha demostrado este verano su capacidad de respuesta ante situaciones complejas y, en ese sentido, el de ayer era, por encima de todo, un día en el que había que estar bien. Era su particular Clasificatoria de La Concha, su regata del miedo que afrontó con una entereza envidiable. Si no se marchó de Castro con todo ya decidido fue quizá porque la mar y el viento se fueron rebajando conforme avanzaba la mañana. De no ser así, a buen seguro que se habría metido alguien más que Orio B en los cuarenta y dos segundos que Astillero le sacó a Donostiarra B. Eso es un mundo, una barbaridad entre dos enemigos íntimos.

Los dos viajaron bien juntos. Al bote guipuzcoano le correspondió la calle uno y al cántabro la dos. La salida fue buena por parte de ambos pero, de pronto, cuando apenas había discurrido un minuto de regata, la ‘San José’ comenzó a oír un zumbido en su oído derecho. Sin venir a cuento, vio a Orio B, que viajaba por el tercer carril, muy pegado a su banda de estribor. Fue como si la trainera amarilla quisiera subir a bordo de la trainera azul más presión de la que llevaba, pero ésta ni se inmutó. Siguió a lo suyo, en seguida intervino el juez de mar para mandar a los oriotarras a estribor y aquí paz y después gloria. Cada uno a lo suyo.

Y lo de Astillero fue romper la regata en un largo. Al menos, la que a él le interesaba. Los patroneados por Iván Gómez sólo tenían ojos para Donostiarra B y para cuando giraron por vez primera, la renta ya era de nueve segundos. Aquello fue una losa tremenda para quienes habían partido con la necesidad de remontar cinco puntos. Confiaban en el largo de vuelta y en una mar en medio de la cual el tiempo se vuelve relativo y los segundos pierden valor. Todo va en función de la ola que coja uno y el socavón en el que se meta otro. Pero empopando se gustó la ‘San José’, que no hizo más que alejarse de su gran rival hasta cruzar el ecuador con 25 segundos de diferencia. Para entonces, su objetivo no era ya sólo llegar por delante, sino hacerlo mucho antes y sacarle los máximos puntos posibles.

Orio B se mantuvo cerca de Astillero pero el tercer largo que firmó éste, que remó como nadie proa a la ola, le hizo romper con todo de manera definitiva. Donostiarra se había ido hacia la calle de la ‘San José’ en ese segundo viaje de ida de la mañana pero sólo le sirvió para quedarse cerca de Getxo y evitar la última plaza. Su apuesta de verdad fue irse descaradamente hacia babor tras girar por última vez. Tanto es así, que a pesar de haberle tocado la calle uno, acabó por la cinco. Esa maniobra le sirvió para completar ese cuarto de regata final 24 segundos antes que los getxotarras. Acertó, pero de poco le sirvió.

Astillero se quedó en su calle en ese último largo. Ya es tarde para conocer qué habría sucedido si, como Donostiarra B, se hubiera ido hacia afuera. Es algo que hizo Arkote en la segunda tanda sin que le sirviera para dar alcance a Camargo y que no hizo Pedreña en la de honor para consumar el desfile en el que convirtió sus últimos metros de regata. Para entonces, el viento había ido amainando y la mar se relajó un poco, pero seguía ofreciendo esa bella imagen de las traineras peleando con las olas en los largos de ida con continuos sube y baja que hacen aparecer y desaparecer tripulaciones enteras y jugando con ellas y buscándolas en los de vuelta. Especialmente dura parecía ponerse la cosa a la altura del rompeolas. Qué bien lo pasaban a bordo.

Lo de Pedreña fue toda una exhibición, una demostración de poderío antes de despedirse de la ARC. Porque no piensa volver. Quiere terminar su trabajo hoy mismo y remar en la ACT la próxima temporada. En Castro quiso dejar claro que está un par de peldaños por encima del resto y salió con la firme intención de demostrarlo. De hecho, cuando giró por vez primera, ya le llevaba cuatro segundos a San Pedro y prácticamente diez a los otros dos viajeros de su misma tanda. Éstos se mantuvieron prácticamente a la par durante toda la regata y, de hecho, marcaron un tiempo idéntico en su último cambio de dirección. Y, curiosamente, fue el mismo que había dejado escrito Camargo en el acto intermedio. De pronto, la ‘Virgen del Carmen’, que cuando puso punto y final a su trabajo fue bien consciente de que había vuelto a firmar otra enorme regata, acogió esperanzas a bordo de terminar tercero.

Camargo se encontró con una regata más peleada que las otras dos traineras cántabras. Comenzó el verano a una distancia prudencial de traineras como Deusto, Getaria, Arkote y San Juan pero lo va a terminar metido de lleno en ese mismo pelotón. Algo tiene Pedro Gabancho para conseguir que todos sus equipos vayan siempre de menos a más y terminen como tiros. La ‘Virgen del Carmen’, que ayer tuvo que pelear por la calle más alejada al muelle de Don Luis, dio la sensación de tener el bote más estabilizado hasta algo más allá del rompeolas. Fue llegando a las balizas cuando comenzó con su particular campo minado. Tanto es así, que cuando estaba iniciando la primera maniobra, se tuvo que tragar una ola que interrumpió la misma. Eso le hizo comenzar el segundo largo con más de una trainera de desventaja respecto a la ‘Plentziarra’, pero a partir se empezó a escribir el primero de los dos grandes largos de vuelta del bote ‘cachonero’ en la mañana de ayer.

Cuando cruzaron por el ecuador, la trainera cántabra y la vizcaína viajaban al a par. Proa a la ola, de nuevo fue Arkote quien adquirió ventaja, pero de nuevo cambiaron las cosas volviendo. Y todo el mundo sabe que cuando hay mucha mar gana el que mejor empopa. Y en esa segunda tanda fue Camargo quien mejor lo hizo. La ‘Plentziarra’, que iba por la calle uno, comenzó a apuntar su proa hacia la tres superado el minuto tras su última ciaba y al mismo tiempo que montaba una ola. Hizo un buen número de metros a los que no logró sacar partido porque Camargo llegó con prácticamente un bote de ventaja. Se gustaron los patroneados por Jonathan Castanedo, a los que sólo les faltaron veinte centésimas para haber sido terceros. Ganaron a Deusto pero no a Getaria. Hoy tendrán otra oportunidad.

‘La Pedreñera’ es de Pedreña pero a bordo había un gran conocimiento del campo de regatas castreño. Joseba Fernández se pasó muchos años en Castro y más aún Cristian Garma, a quien le salió la barba en esas aguas. Su conocimiento del terreno es absoluto y eso se notó. El líder presentó la gran novedad de colocar a Miguel Hernando en la proa y, como el resto de participantes en la regata, salió al agua con todas las protecciones que tenía en el almacén. El objetivo saliendo fuera era embarcar la menor agua posible y lo lograron los trasmeranos completando una regata en la que se comportaron como un auténtico martillo pilón. En cada palada, abrían más distancia. Fueron a lo suyo sin mirar a nadie y sin desviarse de su trayectoria. Sólo faltó que el solárium tuviera el aspecto habitual en un día de regatas en Castro con toda la afición puesta en pie para aplaudir, pero allí no había casi nadie. Sólo los remeros suplentes, los delegados, los jueces y la prensa. Sí se oyeron aplausos desde el paseo, pero no es lo mismo. Es el hándicap del verano de remo más raro de todos. Lo bueno es que termina hoy mismo y que lo va a hacer, salvo fuegos artificiales de última hora, sin grandes contratiempos. No es poca cosa estar salvando el 2020.

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