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El Diario de Cantabria

Diez campanadas por Rasilla

El promotor y padre del excampeón de España falleció en la mañana de ayer de manera repentina | El boxeo cántabro se queda sin una figura fundamental para su mantenimiento

Daniel Rasilla senior, junto a su hijo durante la despedida de éste como boxeador. / ALERTA
Daniel Rasilla senior, junto a su hijo durante la despedida de éste como boxeador. / ALERTA
Diez campanadas por Rasilla

Hoy las campanas del boxeo cántabro no suenan para poner fin a un asalto, sino a una vida que ha resultado fundamental para su mantenimiento y crecimiento en los últimos años. Sonarán diez veces, como manda la tradición del noble arte cada vez que pierde a uno de los suyos. Porque ayer fue un día triste para la familia pugilística. Falleció de manera repentina el promotor Daniel Rasilla senior, padre de ‘La Cobra’ Rasilla, actual entrenador y seleccionador cántabro y excampeón de España de los pesos ligero y superligero. Su cuerpo fue hallado sin vida por la mañana en el gimnasio que lleva tanto su nombre como el de su hijo y al que tantas horas diarias dedicaba. Se apagó de pronto esa vitalidad que transmitía en todo momento y que era capaz de contagiar a todo aquel que con él se cruzaba.

El exboxeador amateur y promotor cántabro murió de un ataque cardíaco a los 65 años y justamente cuando empezaba a disfrutar de su jubilación tras muchos años de servicio como policía. La repentina y fatal noticia cogió con el pie cambiado al mundo del boxeo en España, que reaccionó llorando la pérdida de quien coincidían en señalar como una tipo capaz de organizar una velada de boxeo en mitad del desierto. Eso sólo se puede hacer transmitiendo la ilusión con la que presentaba sus proyectos a todo aquel que quisiera escucharle. El fin último era granjearse aliados, sumar adeptos a sus aventuras. Y el mejor ejemplo de que lo conseguía y de que incluso cumplía de manera satisfactoria era que lograba una cierta fidelidad de colaboradores tanto públicos (ayuntamientos) como privados.

El boxeo cántabro le debe mucho a Daniel Rasilla, que era capaz de organizar una decena de veladas al año en Cantabria. Su récord fue de catorce en doce meses. Insuperable. Era el más activo, el que más se movía y el que más conseguía, un tipo fundamental para que todos esos boxeadores y boxeadoras que se curten diariamente en los gimnasios pudieran subir a un ring a competir de manera periódica para poner en práctica lo aprendido y mostrar su evolución. Sin todas esas veladas que organizaba en múltiples puntos de la comunidad autónoma, no sólo en Maliaño, de donde era natural, y Santander, sino también Renedo, Argoños, Solares y muchas otras plazas, esos jóvenes valores en progresión apenas habrían tenido un horizonte por el que ver una opción de crecimiento. 

Era más fácil organizar esas veladas cuando tenía en cartera a un campeón de España, como lo llegó a ser su hijo Daniel tanto en el peso ligero como en el superligero. Lo hizo de la mano de su padre, quien supo guiar su carrera de manera inmejorable para alcanzar tan altas metas. Incluso intentó convertirse en el primer boxeador español en ganar en tres pesos diferentes como reto final y, aunque el púgil no lo logró (perdió dos veces contra Aitor Nieto por el cinturón welter), el promotor sí fue capaz de brindarle esas oportunidades. No sólo eso, sino que incluso consiguió que su boxeador peleara por dos títulos de la Unión Europea y un campeonato de Europa. Todo ello, desde Maliaño. Sin arrugarse ante nadie.

Fueron esas veladas con ‘La Cobra’ como cabeza de cartel las que abrieron también la posibilidad de que debutaran profesionalmente otros boxeadores cántabros como Iván Salcines, que llegó a pelear por el Campeonato de España del peso medio. «Descansa en paz. El boxeo cántabro y español nunca te olvidará. Como te dije una vez: ‘¡Eres el puto jefe y lo sabes’! Tal es así, que te lo tatuaste», recordó ayer el hoy entrenador santanderino. También fue en esas veladas que llegaron a reunir a tres boxeadores profesionales cántabros (a ver cuándo se repite eso) en las que empezó a aparecer con sólo 17 años un jovencísimo Sergio  ‘El Niño’ García, que comenzó contando sus apariciones por KO. Quizá sin Rasilla habría tenido mucho más complicado acumular tantos combates en tan poco tiempo y menos aún sin salir de Cantabria.

Cumplidor y reputado. Rasilla tenía una buena reputación como promotor. Incluso se aventuraba a ir un poco más allá del propio espectáculo deportivo. Los habituales a las veladas en las que ‘La Cobra’ peleaba por un título recordarán que se veían fuegos de artificio para anunciar la llegada de los boxeadores, un desfile de motos de gran cilindrada antes del combate estrella o alguna actuación musical en directo. Le gustaba el espectáculo, le gustaba lo que hacía y se adaptaba siempre a lo que tenía sin complejos a mirar alto. Y lo mejor es que era un promotor que cumplía. Presumía siempre de la puntualidad y la agilidad con la que se desarrollaban sus veladas y, cuando pactaba algo con los boxeadores, bastaba un apretón de manos.

Quizá la velada más importante que organizó fue la que midió a Rasilla junior con Ferino V con el título de la UE en juego el catorce de diciembre del 2013 en el Pedro Velarde. Hubo un cinturón continental en disputa en suelo cántabro y eso, quien está metido en este mundo, es consciente de lo difícil que es conseguirlo. Aquello fue la cima, pero hubo más, ya que en su currículum también deja haber organizado, además de los campeonatos de España de su hijo, un Mundial latino, un Mundial hispano o un Campeonato del Mediterráneo, campeonatos menores pero que exigen saberse mover bien. 

Tenía también la capacidad de atraer a grandes personalidades del mundo del boxeo sabedor de la importancia de tener rostros conocidos junto al ring para dar mayor lustre al evento. Y a todos ellos subía a la lona para homenajearlos, como fueron los casos de Javier Castillejo, Kiko Martínez cuando era campeón del Mundo o Sergio ‘Maravilla’ Martínez cuando todavía no era un asiduo de Cantabria como lo es hoy en día. Era, en definitiva, un tipo que transmitía una enorme pasión por lo que hacía y quien pone tanto de sí mismo por algo, sea lo que sea, ya merece un respeto y un reconocimiento.

El funeral se celebrará hoy mismo a las cuatro de la tarde en la parroquia de Santo Cristo de Maliaño. Para mañana había organizado, cómo no, una nueva velada de boxeo. Iba a ser en Santander, en el pabellón de La Albericia y con un cartel plenamente amateur y donde iba a haber tanto boxeadores como boxeadoras. Hacía tiempo que había dejado de organizar grandes eventos con púgiles profesionales pero nunca se le cayeron los anillos. Lo que le movía era el boxeo y era bien consciente de que tocaba centrarse en la formación a la espera de alguien que tomara el relevo de su propio hijo como aspirante a los grandes combates. Vendía con tanta pasión un Campeonato de España como una serie de combates aficionados en Argoños.

La cita que tenía preparada para mañana confirma que ni siquiera la pandemia le detenía o le condicionaba a la hora de mantener su actividad. Sin embargo, apenas unas horas antes de su repentino fallecimiento, recibieron en el gimnasio el comunicado de Salud Pública denegando la posibilidad de celebrar la velada. Era un nuevo traspié que a buen seguro sólo le habría provocado la necesidad de buscar una nueva fecha porque antes de celebrar una velada ya tenía la siguiente o incluso las dos siguientes cerradas. Y quienes más lo agradecían eran los boxeadores cántabros, que a buen seguro que le van a echar mucho de menos porque era él quien les abría la puerta y les brindaba su primera oportunidad.

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