La noche del viernes, un ataque perpetrado por Estado Islámico en el centro comercial Crocus City Hall de Moscú dejó un saldo devastador de al menos 93 personas fallecidas. Sin embargo, lejos de disminuir la tensión en la región, este trágico suceso ha desencadenado una serie de acontecimientos que han exacerbado el conflicto en Ucrania.

Las fuerzas ucranianas, en un acto de respuesta inmediata al ataque masivo ruso que tuvo lugar en la madrugada del mismo viernes, han llevado a cabo una operación sin precedentes. Se ha informado que se lanzaron 90 misiles y más de 60 drones contra objetivos estratégicos en territorio ruso. Este contraataque, catalogado como uno de los más contundentes desde el inicio del conflicto, tuvo como blanco principal una serie de refinerías ubicadas en diferentes regiones fronterizas con Ucrania.

La estrategia de Ucrania, aunque desafiante, parece clara: ejercer una presión considerable sobre la capacidad petrolera de Rusia, una de sus principales fuentes de financiamiento para la continuación de las operaciones militares. Según fuentes del Kyiv Post, al menos 12 drones ucranianos impactaron en refinerías situadas en la región rusa de Samara, así como en otros objetivos estratégicos en las regiones de Bryansk, Belgorod y Voronezh. Estas acciones no solo constituyen un ataque directo contra la infraestructura crítica rusa, sino que también tienen como objetivo frenar el avance de las fuerzas rusas en Ucrania.

Uno de los incidentes más significativos fue el incendio provocado en la refinería Kuibyshev, operada por la petrolera rusa Rosneft, tras el impacto de los drones ucranianos. A pesar del caos y la destrucción causada por este ataque, el gobernador de la región de Samara, Smitriy Azarov, aseguró que no se registraron víctimas mortales. Sin embargo, este no fue el único objetivo alcanzado por los drones. La refinería de Novokuibyshevsk, también en la región de Samara, sufrió un intento de ataque, el cual pudo ser repelido por las autoridades rusas.

Con esta serie de ataques, Ucrania ha logrado infligir daños significativos a la infraestructura petrolera rusa. Según un informe de Bloomberg, estas acciones habrían resultado en la eliminación del 11% de la capacidad rusa de refinado de petróleo. Esta estrategia, aunque arriesgada, busca minar la capacidad de Rusia para continuar con sus operaciones militares en Ucrania, al mismo tiempo que busca desestabilizar su economía y cortar una de sus principales fuentes de financiamiento.

Este conflicto no solo ha afectado las relaciones entre Ucrania y Rusia, sino que también ha generado preocupación a nivel internacional. Estados Unidos, en un intento por evitar una escalada aún mayor del conflicto, ha instado a Ucrania a detener los ataques a las refinerías rusas. La preocupación radica principalmente en el riesgo de una escalada aún mayor en la guerra, así como en el posible impacto en los precios del petróleo a nivel global.

Hasta el momento, no se vislumbra un cese inmediato de las hostilidades. Mientras tanto, el mundo observa con atención el desarrollo de los acontecimientos en la región, con la esperanza de que se pueda encontrar una solución pacífica y duradera al conflicto que ha cobrado la vida de miles de personas y ha desestabilizado la región durante años.