En medio de la oscuridad que envuelve su hogar, Catalina, de 35 años, reflexiona sobre las adversidades que enfrenta diariamente, reflejo de la situación que vive gran parte de la población cubana a causa de la grave crisis económica que atraviesa el país, desencadenante de protestas en diversas localidades.

La realidad descrita por Catalina y su esposo Víctor, residentes de Pura y Limpia, una comunidad humilde cercana a Santa Marta, pone de manifiesto la cruda escasez de productos básicos como pan y leche, la interrupción del suministro eléctrico por largas horas, así como las dificultades para acceder a servicios esenciales, como el transporte y la educación.

La situación se ha agravado por diversos factores, entre ellos la pandemia de COVID-19, las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y los desaciertos en la política monetaria y económica nacional, que han exacerbado los problemas estructurales del sistema cubano.

Uno de los aspectos más críticos es el desabastecimiento de alimentos, resultado del colapso de la agricultura nacional y la dependencia del país de las importaciones, que representan el 80% de los alimentos consumidos en la isla. Esta situación ha generado una reducción progresiva de la oferta en las tiendas estatales de productos básicos, donde los retrasos en la entrega de artículos como arroz, azúcar y café son cada vez más frecuentes.

Ante esta coyuntura, el Gobierno cubano ha reconocido la dificultad para cumplir con la distribución de alimentos básicos y ha solicitado ayuda al Programa Mundial de Alimentos para garantizar el suministro de leche subvencionada a los niños.

Además, se ha implementado un severo plan de ajuste económico que incluye aumentos significativos en los precios de la gasolina, el agua y la electricidad, lo que agudiza la situación de vulnerabilidad de la población y eleva los índices de inflación.

Por otro lado, la crisis eléctrica, atribuida a fallos en las centrales y la escasez de combustible, ha provocado apagones prolongados que afectan a gran parte del territorio cubano, generando malestar e incertidumbre entre la población, que se ve obligada a adaptarse a condiciones de vida cada vez más precarias.