La semana pasada, Cuba estalló en algunos de los peores disturbios vistos en el país en décadas, con manifestantes en docenas de lugares pidiendo "libertad" y coreando "sí se puede".

Pero el sábado, las fuerzas progubernamentales -incluyendo tanto al presidente Miguel Díaz-Canel como a su predecesor de 90 años, Raúl Castro- salieron a las calles de La Habana en una demostración de fuerza muy diferente.

Ondeando banderas cubanas y fotografías de Fidel Castro, el fallecido revolucionario y hermano mayor de Raúl, decenas de miles de cubanos expresaron su apoyo a su gobierno y culparon a sus enemigos de los males de Cuba, como la caída de la economía y el aumento de las tasas de coronavirus.

En un discurso, Díaz-Canel arremetió contra el embargo comercial de Estados Unidos a Cuba y acusó a los medios de comunicación internacionales de difundir una "interpretación maliciosa" de los acontecimientos que mostraba a todo un país levantándose contra el gobierno y al gobierno reprimiéndolo.

"En este momento, lo que el mundo está viendo de Cuba es una mentira", dijo Díaz-Canel, según un extenso relato de la manifestación del sábado en Granma, el periódico oficial del Partido Comunista de Cuba.

La gran manifestación pareció ser un intento del gobierno de salvar la cara después de las escenas de protesta que estallaron en todo el país el pasado domingo.

Aunque La Habana cuenta desde hace tiempo con una pequeña pero ruidosa comunidad de activistas, estas protestas parecían estar fundadas en el apoyo de muchos ciudadanos de a pie, y se extendieron al principio desde la ciudad de San Antonio de los Baños, en gran parte a través de las redes sociales.

Pronto se produjo un apagón de Internet tras las protestas. Cuando el servicio comenzó a regresar el miércoles, hubo señales de una inmensa represión por parte de las autoridades, y el grupo de abogados Cubalex estimó que 460 o más personas habían sido detenidas o estaban desaparecidas.

El gobierno cubano reconoció el martes que una persona había muerto en las protestas, aunque los grupos de derechos dicen que el número real puede ser mayor.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, pidió el viernes la liberación de los manifestantes. "Todos los detenidos por ejercer sus derechos deben ser liberados rápidamente", dijo Bachelet en un comunicado.

Aunque el lunes y el martes continuaron las protestas de menor envergadura, desde entonces han disminuido en gran medida. El sábado, los disidentes pidieron a los cubanos que no asistieran a la manifestación progubernamental en La Habana y prometieron celebrar sus propias contramanifestaciones más tarde.

Un hombre que gritaba consignas antigubernamentales fue retirado de la multitud poco antes de que comenzara la manifestación en La Habana, según los periodistas presentes en el lugar.

Algunos activistas afirmaron que el acceso a Internet volvió a ser estrangulado el sábado. Yoani Sánchez, una bloguera anticastrista que dirige el sitio de noticias independiente 14ymedio, tuiteó que no podía compartir los vídeos que mostraban a las multitudes siendo transportadas en autobús a las protestas progubernamentales.

Cuba sigue viendo un aumento de los casos de coronavirus, con un récord de 6.460 nuevos casos reportados el viernes. En la manifestación del sábado, Raúl Castro y otros participantes llevaban máscaras.

Además, Cuba se encuentra sumida en una espiral económica nefasta, como la escasez de alimentos y los apagones.

El gobierno de Díaz-Canel ha culpado de la mayoría de estos problemas a la influencia extranjera, incluyendo no sólo el antiguo embargo comercial de Estados Unidos, sino también las sanciones impuestas por la administración Trump y mantenidas, hasta ahora, por el presidente Biden.

Los leales al gobierno también han criticado a los grupos cubanoamericanos, alegando que han distorsionado las protestas en Cuba para sus propios fines.

Sin embargo, hay algunos indicios de reforma ante el descontento público. Díaz-Canel, que a sus 60 años carece del pedigrí revolucionario de los hermanos Castro, dijo en un discurso televisado el miércoles que el gobierno necesitaba aprender de la ira.

Posteriormente, los ministros cubanos relajaron las restricciones a los viajeros que querían importar alimentos y medicinas y permitieron a los ciudadanos utilizar las cartillas de racionamiento fuera de sus ciudades.

Al hablar el sábado, Díaz-Canel concluyó sus comentarios con el viejo lema cubano "¡Patria o muerte!".

La frase, pronunciada en su día por iconos revolucionarios como Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara, ha sido reutilizada por los manifestantes, pero con una vuelta de tuerca: gritaron "¡Patria o vida!" cuando se reunieron la semana pasada.