El proverbio "A perro flaco todo son pulgas" cobra relevancia en la situación actual de Pedro Sánchez, tras siete años de liderazgo en el PSOE y la reciente derrota en las elecciones gallegas. Este revés ha desencadenado señales de fin de ciclo, agravadas por el caso Koldo y la salida al Grupo Mixto de José Luis Ábalos.

El golpe más reciente lo sufrió en las primarias de Extremadura, donde Lara Garlito, candidata respaldada por Sánchez, perdió ante Miguel Ángel Gallardo, obteniendo solo el 41% frente al 59% de los votos. Esta contestación interna coincide con un momento de debilidad para Sánchez, sin presupuestos generales, apoyándose en la Ley de Amnistía y con la intención de "renovar liderazgos" después de las elecciones europeas del 9 de junio.

El caso de Extremadura no es aislado. En Valencia, la sucesión de Ximo Puig se resolvió sin rivales gracias a la elección de la ministra de Ciencia, Diana Morant, aunque no sin tensiones. En este contexto, se destaca la presión ejercida por Santos Cerdán sobre los secretarios generales de Valencia y Alicante para que se retiraran de las primarias, amenazándoles con la imposición de gestoras en caso de negativa, aunque esta información es desmentida desde la Dirección Federal.

A este episodio se suman conflictos en Castilla y León, donde el secretario general Luis Tudanca enfrenta tensiones con la Ejecutiva del PSOE leonés. Además, Santos Cerdán ha mantenido una comida con los alcaldes de Getafe y Fuenlabrada, lo que podría interpretarse como un mensaje al secretario general del PSM, Juan Lobato, ante sus desmarques y dudas sobre la Ley de Amnistía.

El pulso interno se agrava con las declaraciones de Sánchez sobre la "renovación de liderazgos", interpretadas como advertencias a Tudanca y Lobato. En Castilla y León, la disputa se evidencia en el relevo de Nuria Rubio, enviando un mensaje de confrontación a Ferraz si intentan desalojarle. La sucesión del expresidente aragonés, Javier Lambán, también se perfila como un escenario de batalla, mientras que en Andalucía se plantea la posible sucesión de Juan Espadas por María Jesús Montero.