Cada año, octubre nos confronta con la evidente dependencia de nuestro mercado laboral de factores estacionales. Con la llegada de los primeros fríos, la caída de las hojas acompaña a la pérdida de empleo. Sin embargo, la verdad detrás de las cifras proporcionadas por los organismos estatales es esquiva, generando discrepancias que dificultan un análisis riguroso.

En Cantabria, la transición desde el "pleno empleo" en agosto, con solo 21,000 desempleados según la última Encuesta de Población Activa (EPA), a los 37,034 demandantes de empleo no ocupados registrados por el SEPE, resulta impactante. A esto se suman los 5,257 fijos discontinuos, en su mayoría vinculados al empleo estacional del verano, cuya clasificación entre desempleados y ocupados sigue siendo ambigua bajo la gestión del Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz. Este enfoque expeditivo, sin definir claramente quién está en paro y quién está ocupado, contribuye a reducir artificialmente las cifras de desempleo registrado.

Al examinar los últimos datos del SEPE, octubre muestra un aumento de solo 1,104 desempleados con respecto al mes anterior, elevando el "paro registrado" a 31,702. Sin embargo, al cruzar estos datos con la Seguridad Social, se revela una pérdida de 2,624 cotizantes al régimen general en un solo mes. Los números acumulados de contratos tampoco generan optimismo, con una disminución del 14.98% en la contratación desestacionalizada y una caída del 16.32% en los contratos indefinidos.

La prueba del algodón para nuestro mercado laboral, la comparación con la media española, subraya las debilidades en todos los parámetros de análisis. Octubre coloca a Cantabria en una posición menos favorable en términos de contrataciones (-6.6%), contratos indefinidos (-3.62%), reducción anual del paro registrado (-1.43%), y aumento mensual del desempleo (2.25%).

A pesar de la falta de detalle en los datos disponibles, queda claro que la economía cántabra se vuelve cada vez más dependiente de factores estacionales, experimentando una desaceleración más pronunciada que la media nacional. La necesidad de reformas en el tejido productivo se vuelve evidente, con la urgencia de explorar nuevos nichos de negocio que reduzcan la dependencia del sector turístico, tanto por su temporalidad no deseada como por la baja calidad del empleo que genera."