29.04.2024 |
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TOROS SANTANDER

La zurda y la espada de Ginés Marín se imponen en su encerrona en Santander

El diestro Ginés Marín ha solventado con cinco orejas su encerrona con seis toros en solitario.  / ALERTA
El diestro Ginés Marín ha solventado con cinco orejas su encerrona con seis toros en solitario. / ALERTA
La zurda y la espada de Ginés Marín se imponen en su encerrona en Santander
El diestro Ginés Marín ha solventado con cinco orejas su encerrona con seis toros en solitario celebrada este martes en Santander, cuarto festejo de su feria taurina de Santiago, una actuación de nota alta y en la que resultó primordial el gran manejo de la espada y su toreo por naturales.

Buen son traía de salida el castaño de Domingo Hernández, que volcaba la cara como queriendo planear en el templado capote de un Ginés mayestático y vertical. Su querencia a tablas le hacía salir desentendido de la muleta. Y en chiqueros terminó. Una faena agradable a la vista, recorriendo varios terrenos de la plaza.

La movilidad informal del de Jandilla frustró la tentativa de dotar a la lidia variedad con el percal. Siempre suelto en los primeros tercios, adquirió fijeza en el postrero.

Tres derechazos ligados con el de pecho fueron un instante de pura lentitud, al ritmo del burel que se venía al paso. Dos series más duró antes de bajar la persiana, afligido tras un circular. Marín vendió un final de arrimón y se tiró a matar con guapeza para una estocada hasta las cintas.

Al de Pallarés no le metieron las cuerdas de la puya. Ni para un análisis de sangre daba la extracción. Ni por esas duró, aunque nobleza no faltaba. Antes de meterse nuevamente entre los pitones hubo despaciosidad y buen trato con la diestra. Sin la excelencia que impedía la falta de transmisión del toro. Un nuevo puñetazo en la suerte suprema y otra oreja al esportón.

Hasta más allá de la mitad del trasteo de muleta no le cogió el aire Ginés Marín al de Juan Pedro Domecq. Y ya no lo soltó. El suave bamboleo de la franela hasta el morro al fin lo hizo carburar a través de su mano mejor, la izquierda. Fueron tres naturales y el de pecho que marcaron el punto de inflexión.

Tras un paréntesis diestro, por la senda zurda escaló aquello hasta la cima de la tarde. Con el compás abierto y las zapatillas hundidas se desgranaba un muleteo lento y delicioso. Con la verdad de pasarse los pitones resbalando por las espinillas. Se fundieron toro y torero en bronces esculpidos con las yemas de los dedos, que tiraban sutilmente de la embestida. También se encontraron en el crisol de otro espadazo irreprochable.

Se venía siempre por dentro y vencido por el pitón derecho el de Antonio Bañuelos. El banderillero Fernando Sánchez salió apurado del primer par y dejó otro excepcional que puso en pie a parte del público. Saludó montera en mano.

Una colada inicial por derechazos decantó el trasteo por naturales. Los hubo muy profundos, con los altibajos que marcaban las desigualdades del toro. La vuelta a la derecha generó achuchones. Tampoco dejó pasar al entrar a matar, por lo que la estocada casi entera al segundo envite hay que anotarla como meritoria.

Adecuado fue el prólogo en el último de El Parralejo, con enjundiosos doblones rodilla en tierra para abrirlo hasta el centro del platillo. Amparado en la repetición del animal, esta vez sí fueron frondosas las tandas de naturales, de hasta más de seis y el pecho.

Por el otro lado, los martinetes y los desplantes fueron lo que caló entre el público. Hasta que justo antes de irse tras del acero engrandeció el epílogo regalando una gran trincherilla.

Marín quiso alzarse con la victoria por K.O. en el último round y arrancó detrás del estoque como si no hubiera un mañana. Salió tropezado y el acero cayó en el mismísimo hoyo de las agujas, desatándose una euforia que desembocó en las dos orejas.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros, por este orden, de Domingo Hernández, Jandilla, Pallarés, Juan Pedro Domecq, Antonio Bañuelos y El Parralejo, de diferentes hechuras y remates, y de juego también variado.

El balance artístico de Ginés Marín, que actuó como único espada y lució un terno grana y oro, fue el siguiente: pinchazo y estocada algo trasera (ovación); estocada (oreja); estocada desprendida (oreja); estocada tendida (oreja con petición de la segunda); pinchazo y casi entera (ovación); estocada (dos orejas).

La plaza registró más de media entrada en tarde nublada y agradable.

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