28.04.2024 |
El tiempo
ALERTA El Diario de Cantabria

TOROS SANTANDER

Una faena de genio de Morante de la Puebla en Santander

La expresión anovillada y los frenazos del primero no eran buen augurio aunque la faena salió adelante con maestría
Morante de la Puebla durante el paseillo. / ALERTA
Morante de la Puebla durante el paseillo. / ALERTA
Una faena de genio de Morante de la Puebla en Santander

Una faena de genio de Morante de la Puebla y una actuación de oficio y excelsa pureza de Diego Urdiales, le valieron a ambos el triunfo en el tercer festejo de la feria de Santiago, celebrado este domingo de Santander, y eso que tuvieron que imponerse a un muy descastado envío de Juan Pedro Domecq.

La expresión anovillada y los frenazos del primero no eran buen augurio. "Tequila" echaba las manos por delante en el capote de Morante, que apenas esbozó dos verónicas de recibo y otras tres en el quite, todas de manos altas ante el escaso poder del toro, que se quedaba corto, soltaba la cara y perdía las manos si se le obligaba.

Por el izquierdo no tenía ni uno. No era maldad de navajero, era descastamiento cercano a la mansedumbre. Se puso el de La Puebla por ambos pitones y al tercer envite con el acero lo cazó con habilidad.

Soltando el capote a una mano recibió Morante al jabonero cuarto, que pegaba siempre el tornillazo con la cara por las nubes. Quiso ahormarlo con los ayudados por bajo. Echó la moneda y terminó rindiendo a la plaza. Hay que ser un genio para conseguir ésto con un material tan a contra estilo.

La embestida a veces por dentro, además. Y el gazapeo. Un cambio de mano señorial precedió a una serie diestra a pies juntos en las que se fusionó con el astado. Ya encorajinado, a compás abierto pisó el acelerador: el Morante que tira de la temporada tiraba de una embestida remisa, nunca entregada. Hasta la cadera y más allá.

Daba gloria verlo improvisar pases de todas las marcas ante el andarín ‘Víboro’: muletazos rodilla en tierra, ayudados, molinetes… Los enganchones y un desarme apenas deslucían lo artístico del conjunto. Una faena inventada. Tras la estocada desprendida que tumbó al bruto sin puntilla, las dos orejas.

El segundo fue protestado de salida. Por su carita lavada, la falta de morrillo, sus pocas carnes, lo escurrido de los cuartos traseros… por la falta de trapío, en definitiva, de paso por las feas hechuras, con su alzada de caballo.

Urdiales acalló las palmas de tango saliendo hasta la boca de riego por verónicas lentas, de preciso embroque y suavísima ejecución. Y pareció voltear la tarde en el quite por chicuelinas garbosas.

El riojano decantó después la embestida desclasada del "juampedro", que no humilló. Nunca hubo más de tres muletazos ligados de forma consecutiva, por la falta de ritmo del toro. Pero la calidad excelsa, aunque administrada con cuentagotas, fue suficiente para encandilar a Cuatro Caminos.

Con afán novilleril y recursos de veterano avezado siguió y siguió buscándole las vueltas al manso, que terminó aculado en tablas, donde dejó una estocada desprendida. Todo bien calibrado con el premio de una oreja.

Con verónicas para paladares exquisitos empapó Urdiales el ir y venir a su aire del quinto. Galopó viniendo con todo hasta que Diego redujo su velocidad por naturales. El temple fue esta vez devastador. De uno en uno se estampaban en el aire aquellos carteles de toros, hasta que el toro se echó. De descastado total. Dio igual. Tras otro espadazo desprendido, el pueblo soberano pidió y logró la oreja.

Ortega trataba de esculpir bronces a golpe de verónicas en su primero, pero la obra quedó inconclusa por el inoportuno cabeceo del "juanpedro", hasta que la media rompió el molde por deliciosa y maciza. Le echó la muleta, cargó la suerte ofreciendo siempre el muslo al bizco y opaco castaño, que pasaba por allí como con pesar. Todo se hizo con majestad y templanza.

Quiere hacer el toreo tan puro, que cuando el material es tan espeso como lo fue el sexto, Ortega se juega las femorales sin transmitir a los tendidos su misterio. No se salió de su concepto ante los parones y trallazos, uno de los cuales estuvo a punto de cazarlo.

FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros de Juan Pedro Domecq, de desigual y pobre presentación, y descastados en conjunto.

Morante de la Puebla (nazareno y azabache): dos pinchazos y media (silencio); estocada desprendida (dos orejas).

Diego Urdiales (verde esmeralda y oro): estocada desprendida, (oreja tras aviso); estocada desprendida (oreja).

Juan Ortega (celeste y oro): estocada (ovación tras petición); pinchazo y estocada desprendida (ovación).

La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde agradable. 

Una faena de genio de Morante de la Puebla en Santander
Comentarios