11.05.2024 |
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BROTE SANTANDER

"No llevar mascarilla es una canallada", "esto era una cárcel"

Estas eran algunas de las declaraciones que ayer trasladaron los vecinos que fueron liberados de la cuarentena y que dieron negativo en los test PCR

 

Vecinos del edificio de la calle Nicolás Salmerón de Santander. / J. R. González
Vecinos del edificio de la calle Nicolás Salmerón de Santander momentos después de su "libertad". / J. R. González
"No llevar mascarilla es una canallada", "esto era una cárcel"
Los vecinos del edificio de la calle Nicolás Salmerón de Santander que han estado diez días confinados por un brote de COVID han podido salir ya desde esta mañana y lo han hecho contentos y "liberados" porque las ganas "eran muchas", pero también precavidos. "Esto era una cárcel", dice uno de ellos.

El brote de coronavirus en este bloque, situado en una calle transversal entre la entrada y salida a Santander desde Bilbao, obligó a confinar a sus residentes, unas 80 personas que en estos días han pasado un nuevo encierro forzado que a algunos les ha dado "para pensar mucho".

Desde primera hora de la mañana los vecinos que dieron negativo en COVID en la PCR que se les hizo ayer han recibido llamadas telefónicas de sus médicos en los que se les comunica que no tienen el virus y que ya podían salir de casa pero "con precauciones".

Quedan en el edificio 14 personas con positivo en coronavirus, a las que las autoridades sanitarias seguirán haciendo el seguimiento y los controles habituales en esta situación.

Una vez que se ha levantado este confinamiento preventivo en el portal ha habido bastante trasiego de vecinos, que han aprovechado para hacer recados, desayunar fuera, o simplemente salir a la calle a respirar al aire libre y dar un paseo "para estirar las piernas".

Hubo alguno, como Tomás Pérez, que ya desde la madrugada se imaginaba que habría buenas noticias porque vio como los agentes de Policía Nacional que custodiaban el portal ya se iban y habían "quitado todo".

Este encierro "ha sido muy duro", comentaban a los medios de comunicación muchos de los que entraban y salían del portal. El buen tiempo, además, ha influido en que esta cuarentena se haya hecho un poco más cuesta arriba.

"Pero estamos contentos porque esto ha sido una cárcel", ha dicho Tomás, que ha bajado de su casa ex profeso para atender a los periodistas y contar su experiencia.

Estos días Tomás los ha llevado "muy mal" porque además le preocupaba su hermana, de 94 años, a la que cuida. "Tenía preocupación por ella, si no lo hubiera llevado de otra manera", señala.

Aparte del miedo al contagio, también había quien se preguntaba por qué tenían que estar confinados pese a que habían hecho "las cosas bien". "Pero al final piensas con la cabeza fría y es lo mejor para que esto no vaya a más", dice Julián López, que insiste en la necesidad de concienciar a la gente de que "se cuide", se lave las manos, guarde la distancia y use mascarilla.

A quienes viven en este inmueble este confinamiento les cayó como "un jarro de agua fría" porque fue muy repentino. "Fue un golpe", destaca Tomás, mientras que Gladys, otra vecina, remarca "el susto" que se llevaron.

Según cuenta, fue un sábado cuando les dijeron que ya no podían salir y a ella y a su familia les dejaron con los planes del fin de semana colgados.

Hoy, "el despertar ha sido muy diferente", dice con una sonrisa esta vecina, que lo primero que ha hecho es salir a desayunar con la niña.

HAY QUE SEGUIR PROTEGIÉNDOSE

Los vecinos de este bloque no tienen ni idea de cómo ha podido entrar el virus, pero en general han intentado tener sus precauciones en barandillas, escaleras y zonas comunes. "Intentamos tocar lo menos posible las zonas comunes, y en casa nos quitamos los zapatos, nos lavamos las manos, y si es posible nos quitamos la ropa y ponemos otra nueva", explica Julián.

La Dirección General de Salud Pública no les ha trasladado nada en cuanto al origen del brote. De hecho, el viernes la directora general, Paloma Navas, dijo que se desconocía.

Los vecinos que han hablado con los medios de comunicación insisten en la importancia de guardar las normas sanitarias, y hay quien, como Tomás, pide a las autoridades "más disciplina" y que se multe a los incumplidores.

"No llevar mascarilla es una canallada. No puede ser que unos las lleven, aunque no sea nada agradable, y otros vayan por ahí como si nada. Esto no puede ser, pagamos justos por pecadores", destaca.

Gladys, por su parte, advierte de que "hay que tener precaución" porque "esto es serio". En su caso, ni siquiera el que las autoridades sanitarias hayan levantado su cuarentena le ha devuelto del todo la tranquilidad. "No me he sentido bien al entrar al portal, tengo palpitaciones", comenta.

La preocupación, según coinciden los vecinos, no debe desaparecer, porque es "por el bien de todos".

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