En un giro de acontecimientos, las autoridades rusas han lanzado una advertencia contundente a Francia, sugiriendo que cualquier intento de envío de tropas a Ucrania podría tener graves implicaciones militares. Durante una rueda de prensa, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajarova, expresó su preocupación por el aumento de ciudadanos franceses involucrados en el conflicto ucraniano, señalando que "si Francia aparece en la zona de conflicto serán inevitablemente objetivos bélicos". Esta declaración plantea una escalada potencialmente peligrosa en la tensión entre Rusia y Occidente.

La amenaza se produce en medio de las persistentes tensiones entre Rusia y Ucrania, exacerbadas por la posibilidad de una mayor implicación de la OTAN en la región. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha sido un defensor vocal de Ucrania, reiterando la posición de que "Rusia no puede ganar la guerra". Estas afirmaciones han sido recibidas con hostilidad por parte de Rusia, que ve cualquier intervención occidental en Ucrania como una amenaza directa a sus intereses.

Por otro lado, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha denunciado los esfuerzos de lo que él llama los "descendientes de Napoleón y Hitler" para derrotar a Rusia una vez más. En vísperas del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi, Lavrov acusó a Francia, Alemania, Estados Unidos y el Reino Unido de buscar someter a Rusia a sus propios intereses hegemónicos. Estas fuertes declaraciones reflejan una creciente animosidad hacia Occidente por parte del gobierno ruso.

La retórica inflamatoria de Lavrov también incluyó acusaciones de que los líderes mundiales están utilizando al "régimen abiertamente nazi de Ucrania" para avanzar en sus agendas. Esta acusación, aunque no está respaldada por pruebas concretas, subraya la creciente polarización en el conflicto ucraniano y la narrativa propagandística utilizada por ambas partes.

En respuesta a las tensiones en aumento, Rusia ha convocado a los embajadores de Francia y el Reino Unido esta semana, en un claro mensaje de desaprobación hacia las declaraciones de los líderes occidentales sobre el posible despliegue de tropas de la OTAN en Ucrania y el derecho de Kiev a atacar objetivos en territorio ruso con armamento occidental. Este movimiento refleja la determinación de Rusia de defender sus intereses estratégicos en la región y su disposición a tomar medidas diplomáticas agresivas para contrarrestar cualquier amenaza percibida.