Cuando abrí la puerta principal, me preparé mentalmente para la carrera de obstáculos que tenía por delante.

Primero necesitaba buscar algo del cobertizo: el dominio de arañas monstruosas del tamaño de ratones bebés, que acechan en los rincones con solo sus patas peludas y desgarradas que sobresalen. Luego moví algunas losas de pavimento viejas, esquivando con cuidado las formas de arañas cochinillas que se arrastraban y parecían escorpiones, que habían hecho sus hogares debajo de ellas. Finalmente, guié las nuevas hojas de crecimiento de mi planta de jazmín por la cerca, tratando de no cubrirme con las patas largas y nervudas que acechan sus llanuras verticales.   

Finalmente, mi viaje terminó en el patio, y aquí hubo una conmoción. Tumbado en el pavimento, con las piernas extendidas violentamente, como si hubiera caído desde una gran altura, estaba el pálido cadáver de Stripy. Este talentoso artista web había reinado sobre mi jardín durante tres años, y durante ese tiempo había sucedido algo extraño: había comenzado a gustarme.

Al verlo allí, destronado de su última creación bidimensional entre mis contenedores, parecía de alguna manera menos extraño como la sangre, y más como cualquier otro animal, con un corazón que acababa de dejar de latir.

Pero no todas las arañas tienen fines tan pacíficos. En el momento en que sentimos el golpeteo de sus diminutos pies en el piso de la sala de estar, o vislumbramos un movimiento por el rabillo del ojo mientras descienden del techo, es probable que terminen aplastados, envenenados, aspirados. o simplemente arrojados fuera de nuestros hogares. ¿Por qué muchos de nosotros matamos arañas con tanta indiferencia, aplastando sus vidas con nuestro poder divino, casi como si fuera un reflejo?

Por supuesto, los humanos matan animales de forma rutinaria cuando es conveniente; muchas actividades, desde la agricultura hasta los experimentos de laboratorio, no serían posibles sin esta desagradable realidad. Pero la práctica del aracnicidio a menudo se describe en términos extrañamente victoriosos. 

"Había una araña en el baño, la rocié y vi como la araña moría lentamente, se tarda alrededor de un minuto en patear cosas realmente buenas", escribió un crítico satisfecho de un producto para matar arañas en Amazon. "Cadáveres de arañas (montones de ellos) en el suelo / colgando de pedazos de tela", dijo otro, describiéndolo como un "resultado feliz".

Una forma de vida compleja

Las masacres de arañas como estas son aún más discordantes si se tiene en cuenta que las arañas y los humanos no son tan diferentes. Aunque nuestros caminos evolutivos divergieron hace al menos 530 millones de años , compartimos muchos de los mismos órganos y partes del cuerpo , como las rótulas , y sustancias químicas cerebrales similares, desde la dopamina hasta la adrenalina. Nadie ha estudiado las emociones de las arañas directamente, pero es fácil imaginar que podrían ser más identificables de lo que piensas.   

Del mismo modo, sus cerebros apenas pesan sobre sus hombros de araña (o sus piernas; a veces no hay espacio para un cerebro completo en la cabeza de una araña), pero cada vez hay más evidencia de que algunos tipos son capaces de hazañas intelectuales notablemente complejas , como planificar desvíos estratégicos para engañar a sus presas. También pueden tener su propio tipo de inteligencia único , en el que pueden usar sus redes para ayudarlos a pensar .

Y si pueden evitar ser perseguidos por humanos histéricos, hay especies de arañas que pueden vivir durante décadas.