El sábado pasado, la agencia oficial de noticias iraní IRNA comunicó el fallecimiento de Armita Geravand, una joven que había sido hospitalizada a principios de este mes. La razón detrás de su hospitalización se relaciona con una presunta agresión en el metro de Teherán, perpetrada por agentes de la 'Policía de la moral', quienes alegadamente la confrontaron por no llevar puesto el velo.

La versión oficial proporcionada por IRNA presenta un relato diferente, indicando que la joven sufrió una brusca disminución de la presión arterial mientras esperaba en el andén de la estación Shohada del metro de Teherán. A pesar de esta explicación oficial, surgieron dudas y preocupaciones al difundirse imágenes de cámaras de seguridad que mostraban a varias personas sacando a Geravand del vagón, alegando una "bajada de tensión". Sin embargo, estas imágenes no incluyen los momentos previos, generando escepticismo.

Organizaciones no gubernamentales, entre ellas Iran Human Rights (IHR), han expresado sospechas de que las autoridades podrían estar intentando encubrir el verdadero trasfondo del incidente. En informes anteriores, medios oficiales iraníes señalaron que Geravand estuvo en estado de muerte cerebral durante varios días, sin perspectivas de recuperación. Esta situación plantea preguntas sobre la transparencia y la veracidad de la información en torno a este trágico acontecimiento.