Un aumento inquietante en las rupturas matrimoniales sacude a Cantabria, con 232 demandas de disolución registradas durante el tercer trimestre de 2023, lo que representa un incremento del 2.2% respecto al mismo periodo del año anterior. Este crecimiento, aunque sutil, señala una tendencia preocupante en la estabilidad de las familias en la región.

Contrastando con la estabilidad nacional en disoluciones matrimoniales, que muestra un mínimo incremento del 0.5%, Cantabria se enfrenta a una realidad más alarmante. La tasa de disoluciones en la región alcanza 39.4 por cada 100,000 habitantes, apenas por debajo de la media nacional de 40.8, pero lo suficientemente significativa como para causar alarma.

Además, los juzgados cántabros han recibido 91 peticiones para modificar medidas ya acordadas y 83 solicitudes relativas a la custodia de menores de parejas no casadas, reflejando la complejidad y las dificultades que muchas familias están experimentando.

El informe detalla 221 demandas de divorcio, aumentando respecto al año anterior, y 11 de separación, con una mayoría de divorcios realizados de mutuo acuerdo. Estos números no solo proporcionan una imagen clara de la situación matrimonial en Cantabria, sino que también sugieren una creciente propensión hacia la disolución de matrimonios.

Comparativamente, regiones como Canarias y la Comunidad Valenciana registran tasas más altas de disolución matrimonial, lo que plantea interrogantes sobre las diferencias sociales y culturales que podrían estar influenciando estos números en Cantabria.

Estos datos, suministrados por el Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial, no solo son indicativos de la situación actual en Cantabria, sino que también generan serias preocupaciones sobre el futuro de la estabilidad familiar y social en la región. La tendencia creciente de las rupturas matrimoniales en Cantabria requiere una reflexión profunda y medidas urgentes para comprender y enfrentar las causas de esta preocupante situación.