25.04.2024 |
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RACING 0-2 VILLARREAL B

Sopapo en el descuento al Racing

El Racing comenzó con derrota su nueva aventura en Segunda División | El Villarreal B esperó al tiempo extra para generar verdadero peligro y marcó dos goles | El conjunto cántabro le faltó decisión para ir a por el triunfo

 

El jugador del Racing durante un lance del partido contra el Villarreal B. / ALERTA
El jugador del Racing durante un lance del partido contra el Villarreal B. / ALERTA
Sopapo en el descuento al Racing

El aficionado con memoria lo recordará bien. El Racing se echó a perder la última vez que pasó por Segunda División en los últimos minutos de los partidos. Si hubieran durado ochenta, seguramente se habría salvado o, al menos, habría descendido con mayor dignidad. Ahora el conjunto cántabro ha vuelto, pero la historia no ha cambiado. Cuando parecía que el primer capítulo del nuevo curso estaba abocado al empate, ganó el Villarreal B. Siempre pasan cosas en los descuentos de la categoría de plata, nadie se puede echar a dormir antes de la carta de ajuste. Hay que estar con los cinco sentidos a máxima potencia hasta que el árbitro te mande a la ducha porque, de lo contrario, te puedes llevar un susto de los que duelen y, sobre todo, de los que pesan.

El filial amarillo sólo había lanzado una vez entre palos antes del minuto noventa pero marcó dos goles en el descuento. Así funciona. El Villarreal B era un novato como lo era el Racing porque ambos ascendieron la primavera pasada pero mientras que uno siguió buscando la victoria hasta el final, el otro envió un mensaje a los suyos de que había que proteger el punto que le concedía el empate a cero. Cuestión de actitud. A nadie que frecuentara Los Campos de Sport el curso pasado le pudieron extrañar los movimientos de Fernández Romo, pero la diferencia es que ahora está en Segunda División, donde hay que ganarse el premio para llevártelo a casa. Ya no es cabeza de ratón.

El encuentro parecía abocado a las tablas, a un reparto de puntos que permitía a los equipos no comenzar perdiendo, lo que siempre es importante. Más aún para el Racing, ya que así se mantenía invicto en Los Campos de Sport. Porque Fernández Romo no supo hasta ayer lo que era perder en Santander. De hecho, la última derrota del Racing en casa fue contra el Ebro en aquel patético partido que puso punto y final a aquella temporada 20-21 que es mejor olvidar. Y cuando uno tiene un tesoro lo protege como puede. Quizá por eso el técnico verdiblanco apostó por jugar con doble lateral derecho cuando tuvo que cambiar a Arturo por lesión en el arranque del segundo tiempo y metió a Aldasoro por Juergen para afrontar con tres medio centros los últimos minutos. Lo que no he ganado en ochenta minutos, que no lo pierda en cinco, debió pensar el entrenador. El mensaje para sus hombres y para los aficionados fue claro pero no salió bien. El sopapo sonó a muchos kilómetros.

Perdió el Racing pero no lo mereció. De hecho, hasta ese tramo final del encuentro, si alguien debió ganar fue el equipo verdiblanco, que, por encima de todo, fue muy superior entre el minuto veinte y el descanso. Ahí acumuló llegadas y remates que pudieron haber llevado premio, pero se encontró con un Jörgenson muy fiable. Fernández Romo apostó por Matheus de partida y lo cierto es que el brasileño estuvo bien. Más allá de la pelea que vino ofreciendo en cada partido de pretemporada, ayer fue todo un incordio para los centrales y firmó dos buenos remates entre palos. Fue un jugador que transmitió peligro pero, por ahora, su pólvora está mojada. Tiene cara de malo pero hasta ahora no es un villano que acumule cadáveres a su paso.

Curiosamente, los dos entrenadores dejaron en el banquillo a sus máximos goleadores del curso pasado. Aún así, mientras Miguel Álvarez metió al suyo (Arana) en el setenta, Fernández Romo hizo lo propio con el suyo (Cedric) en el 77. Y mientras que el primero fue fundamental en el 0-1 y marcó el 0-2, el segundo apenas tocó balón. Porque nadie le encontró. Para entonces, el terreno de juego ya había quedado definitivamente inclinado hacia el área de Miquel Parera. No se cansó el entrenador del filial amarillo de meter pólvora con otros jugadores como Nikita Iosifov o, sobre todo, Ontiveros, que dio un toque de clase, calidad e incluso pausa al ataque de los suyos. Y éstos lo notaron. El Villarreal B llegó al descuento convertido en amenaza mientras que el Racing lo hizo con la certeza de que su momento ya había pasado.

El primer gol de la temporada llegó en el 91, tras un saque de córner cuyo rechace convirtieron en un nuevo ataque los jugadores visitantes. Y lo hicieron con rapidez, calidad y precisión. Fue Arana quien se coló por la zona izquierda del área verdiblanca para aprovechar un certero pase y poner la pelota en la olla para que pasaran cosas. Y lo que sucedió fue que Íñiguez, que pasaba por allí, cazó un rechace un par de metros por delante del punto de penalti para enredar la pelota entre la red. El golpe fue tremendo pero quedaban cuatro minutos por delante. Aún había cosas que contar porque los descuentos en Segunda División son muy largos. Ojalá no existieran.

Pasan tantas cosas más allá del noventa que el Racing estuvo a punto de empatar apenas 100 segundos después de haber encajado el 0-1. La asistencia fue de Íñigo. El capitán realizó un tremendo partido tanto en labores de contención como de creación y, sobre todo, de rotura de líneas con el balón en los pies. Jugó con la confianza, la potencia y el acierto con las que jugó las dos últimas temporadas un piso más abajo. Pocas cosas mejores se pueden decir de él. El de ayer fue su primer partido en Segunda División pero no lo pareció. Tanto él como Fausto Tienza, que, al contrario que el de Ampuero, ya venía advirtiendo en pretemporada que iba a comenzar en un buen momento de forma, completaron un buen encuentro e impidieron que los creadores del equipo rival disfrutaran y se sintieran buenos. Es lo que le pedían.

Aún así, el curso pasado ya demostraron que cuando están bien también hacen cosas con el balón. Y el capitán le dio un regalo a Aldasoro en el minuto 93 que bien pudo haber supuesto un empate a uno que, por cómo se habían desarrollado los acontecimientos, habría sabido mejor que el cero a cero, pero el centrocampista vasco no fue capaz de sacar partido de él. O no encontró el libro de instrucciones o el presente venía sin pilas. De pronto, se vio dentro del área en buena situación para rematar solo a gol. Sólo tenía a Jörgenson delante, que no es poca cosa, pero no actuó bien.

No se fío el jugador procedente de la Real Sociedad de su pierna izquierda, con la que podía haber buscado una rosca ganadora al segundo palo. Se tomó medio segundo para intentar posicionarse en condiciones para rematar con mayor confianza con su pierna derecha, pero nadie te da tanto tiempo en Segunda División. El buen guardameta del Villarreal B se le echó encima y abortó una oportunidad de oro para haber terminado el estreno liguero con un sabor de boca mucho más positivo y, sobre todo, con la certeza de que la ambición tiene su premio.

Porque el Racing dio un paso hacia delante cuando recibió el directo que le rompió la mandíbula. Quizá lo podía haber dado antes, pero el conjunto cántabro fue más fiel al equipo de la primera vuelta del curso pasado que al de la segunda. Se pasó meses Fernández Romo diciendo que no había diferencias pero no se lo creía ni él. Ayer fue timorato. En el segundo tiempo, dio entrada a Marco Camus por un decepcionante Íñigo Vicente que sólo se dejó ver a los 41 minutos, cuando aprovechó que Satrústegui le dobló para arrastrar a un par de defensores para encontrar posición de disparo y rematar alto. Con él por la izquierda y Arturo por la derecha, al equipo le faltaba profundidad. Sus cuchillos no estaban afilados.

Eso lo corrigió la entrada de Marco Camus. El jugador santanderino sí llevaba veneno. Es un futbolista que produce, que firmó dos arrancadas, dos centros peligrosos y una falta cercana al área. Es lo que se le pide a un extremo. El canterano se atrevió a ser diferente y a alterar el guión que parecía defender el encuentro. En el banquillo se quedó Alfon, el otro futbolista que podía llevar un cuchillo en la boca. Estaba en la banda calentando cuando se lesionó Arturo y entró Dani Fernández. Fue una maniobra extraña. Para el primer partido sin Soko, apostó el técnico por jugar con doble lateral. Es cierto que el recién entrado aportó, sobre todo, un ataque en el que dejó atrás a dos defensores dentro del área sin que el centro llegara a ningún lado, pero el Racing no tuvo profundidad por la derecha. El ataque se volcaba a la izquierda.

El encuentro comenzó con una buena colección de imprecisiones por parte de los dos equipos, que se tomaron unos minutos para adaptarse a la nueva situación. Durante ese proceso, se jugó, sobre todo, en campo del Racing sin pasar apuro alguno. Los centrales funcionaron bien y Rubén Alves se hizo gigante cortando los constantes intentos del filial del Villarreal de buscar sus espaldas. No encontraron la manera de encontrar oro y menos aún a partir del minuto veinte, cuando el partido cambió. Fue como si el Racing se hubiera sacudido el nerviosismo del debut. Y comenzó a merodear el área rival.

Fue a los veinte minutos cuando Juergen robó en campo propio para buscar directamente a Matheus, que ganó la posición al central y remató de primeras (no necesita mucho para armar su disparo) provocando un córner. Ambos volvieron a combinar poco después para que de nuevo el brasileño probara fortuna, esta vez fuera del área y haciendo trabajar de nuevo a Jörgenson. Unos segundos más tarde, fue el colombiano quien remató desde la frontal. Fueron buenos instantes del conjunto cántabro, que se sintió superior, pero no sucedió lo mismo tras el paso por vestuarios, cuando los rivales comenzaron a acertar en sus combinaciones y el Racing sólo mostraba el colmillo con Camus. Fue sólo el primer partido pero fue una buena oportunidad de comenzar por fin bien en Segunda División. Se pasó el tren.

Sopapo en el descuento al Racing
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