07.05.2024 |
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RACING 1-0 GRANADA

Tres puntazos que pueden valer una permanencia

El Racing ganó con solvencia al Granada gracias a un solitario gol de Baturina y se mantiene a cinco puntos del descenso - El equipo cántabro controló el encuentro en todo momento, ya que logró que su potente rival sólo lanzara una vez entre palos

Los jugadores del Racing celebran el tanto de la victoria.
Los jugadores del Racing celebran el tanto de la victoria.
Tres puntazos que pueden valer una permanencia

 

Lo que diferencia a los buenos equipos es su capacidad para dar lo mejor de sí en los momentos importantes, de no venirse abajo al sentir la presión de quien viene por detrás o del título que está en juego. Y el Racing se jugaba ayer algo más que un trofeo que poner en su solapa. Se jugaba la vida. Es algo que se notó desde los prolegómenos del encuentro. Aquello olía a clásico, a partido decisivo, y el conjunto cántabro respondió siendo mejor, generando más peligro y, sobre todo, consiguiendo que su portero pasara desapercibido, por lo que se quedó con tres puntos que valen mucho porque no sólo sirven para mantenerle a cinco del pozo, sino también para meter a más rivales en la guerra. Y cuantos más haya mejor.

Una parada tuvo que realizar Ezkieta en toda la contienda. Es un dato tremendo teniendo en cuenta que delante estaba el Granada. No mucho más remató el Racing entre palos pero sí acertó con uno de sus acercamientos. Fue Baturina quien acertó con un gol tremendo que después supo defender durante la media hora larga que quedaba por delante. Terminó el conjunto cántabro con Dani Fernández, Mantilla, Germán, Pol Moreno, Satrústegui, Saúl y Fausto Tienza en el campo. Sin complejos porque tenía un tesoro que defender. 

El descuento fue un sufrimiento absoluto por la incertidumbre de un resultado tan corto y lo mucho que había en juego. Fue todo tan heroico que incluso llovió, se disputó bajo una continua cortina de agua. Qué romántico todo Como el gol de Baturina al culminar a lo grande una veloz transición liderada por Vicente, que pocos segundos antes también había firmado una carrera por su banda izquierda que no remató a gol Medina de milagro. Fue sólo el aviso porque lo bueno llegó después.

Avanzó el vizcaíno salivando porque era un dos contra tres. Como él es el bueno, los arrastró a todos y en el momento oportuno asistió al punta, que no se puso nervioso en el corazón del área. Controló, se puso de espaldas, esperó a que le encimara Miquel, se dio la vuelta y remató a gol. Fue un gran gol, a la altura de buen partido que se disfrutó en la tarde de ayer en Los Campos de Sport, que supo desde el primer momento que su equipo se estaba jugando más de media permanencia.

La lucha por la supervivencia, que al final es de lo que va todo esto, había comenzado a las dos, no a las seis y media. El Málaga jugó a esa hora en Lugo y ganó. Miedo, ansiedad, dolor de barriga. Es inevitable. Esa victoria del perseguidor más poderoso le podría dejar a dos puntos del Racing si éste perdía. Por eso más que nunca debía aparecer en el terreno de juego con el colmillo afilado y el cuchillo entre los dientes. Se agotaron las pinturas de guerra. Era el día y no defraudaron los hombres de José Alberto. Comenzaron con la intensidad y la intención de jugar constantemente en campo rival de quince días atrás pero esta vez no hubo premio. Hubo que cavar mucho más.

No tuvo premio esa buena puesta en escena. Estuvieron cerca tanto Aldasoro y como Íñigo Vicente sólo en los primeros cuatro minutos, pero ni siquiera llegaron a hacer trabajar al portero rival. Ninguno de los dos equipos lo hizo en todo el primer tiempo pero quien más cerca estuvo fue el conjunto cántabro, que a los veinte minutos agotó su ímpetu inicial, que parte siempre con hora de caducidad porque es imposible mantener ese ritmo noventa minutos. Cuando el pilotito de las pilas se enciende comienza otro partido y ese lo controló más el Granada, pero sin capacidad alguna de hacer daño. Su primer y único remate entre palos fue en el minuto 67 en un lanzamiento de falta.

La gran noticia del once inicial de José Alberto, que estuvo plagado de novedades por diversas razones, fue la presencia de Peque en la media punta. La banda derecha se la dejó a Unai Medina, a quien se le vio con un especial deseo de demostrar que, además de un solvente defensa, también puede ser un tipo que genere peligro y profundidad. Tuvo momentos de protagonismo y hasta llegó a intentar una virguería en el interior del área que si le llega a salir habría recibido la llamada del Bayer Leverkusen, pero estuvo listo el defensor que viajaba a su lado. Les pasó a todos.

Peque apareció de manera intermitente mostrando, en primer lugar, su tremenda virtud de no perder balones. Lo maneja siempre bien pegado a su bota y no hay manera de quitársela. Como si de un jugador de fútbol sala se tratara. Se movió bien entre líneas y se asoció mejor con los jugones. Era su día y a los pocos segundos ya le brindó un buen balón en el interior del área a Aldasoro que le permitió rematar y provocar un primer córner. El segundo fue a los cuatro minutos, cuando Juergen, ayer medio centro, robó un balón, avanzó y, en el momento oportuno, cedió la pelota a Vicente, que buscó desesperadamente la manera de disparar con su habitual eficacia. Lo hizo pero la pelota la despejó la retaguardia, que presumía de una notable presencia.

Con todo, cuando Peque estuvo más cerca de subir a los altares fue a los 35 minutos, cuando cogió el balón bien pegado a la cal. Fue avanzando hacia la media luna del área al mismo tiempo que dejaba rivales atrás y, en el momento oportuno, probó un remate con rosca con la zurda que buscaba el segundo palo. Habría sido un golazo pero no lo fue.

Consiguió el conjunto cántabro que se jugara constantemente en campo rival en los primeros veinte minutos de contienda pero, a partir de ahí, fue el Granada quien logró lo contrario. El Racing presentó una presión adelantada cuando el rival quería jugar desde atrás pero, en cuanto éste lograba superarla, disponía un bloque muy bajo que prácticamente convertía a Medina en un quinto defensor. Eso hizo que cuando el bando andaluz logró imponer su dominio, al equipo verdiblanco le costara salir. Por eso José Alberto mandó adelantar líneas y, de este modo, volvió a equilibrar la contienda hasta conseguir que los suyos alcanzaran el ecuador de la contienda transmitiendo mejores sensaciones y logrando que Ezkieta sólo tocara el balón para atrapar algún centro sin demasiada mala leche. 

No tuvo que atrapar el portero navarro un remate entre palos hasta los 67 minutos. Y no lo tuvo que hacer mucho más. Pocas cosas mejor se pueden decir del comportamiento defensivo del conjunto cántabro, que logró mantenerse junto en todo momento, impidiendo que se generaran corrientes de aire ni que ninguno de los poderosos futbolistas de ataque del Granada se sintiera cómodo ni poderoso. Es cierto que jugó el Racing con dos centrales poco caracterizados por su velocidad pero apenas tuvieron que correr hacia la espalda, lo que dice mucho de la labor de contención de Aldasoro y Juergen, que no sólo sabe qué hacer con el balón en su poder, sino mancharse también las manos de grasa.

Ni siquiera tras el buen gol de Baturina y el toque de corneta del Granada sufrió el conjunto local. Tuvo la situación bajo control por mucho que Paco López se la jugara en los últimos minutos dejando a sólo tres atrás y poniendo a tres puntas. El Racing, a su vez, metió a Mantilla (después incluso a Tienza y Satrústegui) para jugar con un tercer central e intentar cerrar la contienda de la mejor manera posible. Había mucho en juego y era conveniente que no pasara nada, dejar que su rival tocara el balón en zonas intrascendentes y que Ezkieta siguiera sin trabajo. El error fue elegir a Matheus para sustituir a Baturina porque la apuesta fue ya por el juego directo y no se llevó ni una. Era momento de ganar duelos aéreos y retener la pelota y quizá era Sekou lo que pedía la contienda, pero ni calentó. Dio igual. Todo salió bien.

Tres puntazos que pueden valer una permanencia
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