El Levante llevaba tres semanas sin ganar y sin marcar y se llevó todo el botín de El Sardinero. El Burgos no vencía en su campo desde el 15 de enero, sumaba seis semanas sin conseguir la victoria y tres sin celebrar un gol y le ganó en El Plantío al Racing. Que el rival llegue con dudas no le sirve de nada al conjunto cántabro porque más tiene él. Mañana (21 h.) se medirá al Albacete, que también tiene el número del psicólogo en su mano porque también se va a medir al conjunto cántabro sumido en problemas. Cuatro jornadas acumula sin ganar. Son muchas para un equipo que, de pronto, se ha visto peleando por el playoff. No se lo esperaba, pero tampoco lo piensa desaprovechar.

Es partido de Semana Santa y para el Racing debe ser partido de resurrección. Aunque se juegue el sábado, que es el día más insustancial de esta consecución de festividades porque el protagonista de la historia ya está crucificado y sepultado. Lo de mañana es periodo de espera aunque todo el mundo se conoce el final. No hay espacio para el spoiler. El domingo resucita y los racinguistas confían en poder celebrarlo a lo grande, algo que sólo podrán hacer si se quitan de encima los miedos que les han entrado en los últimos partidos.

El Racing se ha atascado. Lo sabe cualquiera que le haya visto en acción en las últimas semanas y, por suerte, también lo sabe el entrenador. Está de acuerdo en que su equipo no marcha, que no le está dando con lo que viene haciendo. Por eso se anuncian cambios. Se intuyó desde el primer entrenamiento tras la derrota de Burgos y lo confirmó el mismo José Alberto en su comparecencia ante los medios del pasado miércoles. No se ha escondido. Lo que falta saber es cuántos va a haber y confirmar que no se trata de ningún farol. No es probable.

Hay una novedad cantada y necesaria, que es la entrada de Juergen en el equipo. Éste le demanda a gritos porque se atasca cuando le toca llevar la iniciativa y generar juego en campo rival. Íñigo y Aldasoro tienen una buena colección de virtudes pero éstas se hacen muy pequeñas cuando les toca llevar la iniciativa. Eso es así. Se ha hecho demasiado evidente y es probable que al conjunto cántabro le vuelta a tocar mostrarse más de lo que le gustaría. El Albacete es un buen equipo que empieza a jugar de memoria, pero no es un loco de la posesión. Y juega a domicilio contra un Racing que necesita ganar, que no está en disposición de negociar nada, por lo que hacen falta peloteros.

Hay que construir fútbol y el mejor albañil puede ser Juergen. Lo extraño es que José Alberto le ha utilizado durante la semana no como medio centro, sino como media punta, por delante del doble pivote habitual. Él sabrá lo que hace, pero todo aficionado al Racing pudo comprobar a principios de curso que no es el sitio del colombiano, donde es la mitad de futbolista de lo que es más atrás. Ni llegaba ni enlazaba con los de arriba. Era mucho menos trascendente en el juego de lo que debe ser.

El entrenador asturiano vio esos partidos porque los ha visto todos, así que toca confiar en su criterio y en su capacidad de cambiar las cosas necesarias para que no se repita la historia. Con todo, la entrada de Juergen en el equipo no será la única. Es probable que haya también novedades en los laterales. En el derecho será obligado porque Dani Fernández se ha mantenido al margen buena parte de la semana, por lo que le ha dado todas las facilidades del mundo a su entrenador para que le siente. Y era uno de los nominados desde el principio porque su rendimiento ha bajado enteros las últimas semanas.

Queda ver también qué decisión toma el técnico respecto a Pombo e Íñigo Vicente y a quién elige para la banda derecha, donde se acumulan las bajas Mboula y, desde el pasado fin de semana, también Marco Sangalli. Incluso el delantero centro puede cambiar. Baturina ha sido el elegido desde que llegó pero su efecto inicial parece haberse agotado. También es cierto que no lo ha tenido fácil. No es sencillo ser el punta de este Racing porque le cuesta llegar y poner balones. De hecho, el croata lleva mucho tiempo sin ni tan siquiera rematar a portería. Y sin remate no hay gol, no hay paraíso.

El Albacete es un recién ascendido como el Racing. Es quien tomó Riazor en el playoff y se rió de los malabares de la Federación para allanar el ascenso a los equipos que más dinero pusieran. Al contrario que el conjunto cántabro, sigue con el entrenador que logró el éxito, que mantiene una misma idea de juego, formando 4-1-4-1 en ataque y 5-3-2 en defensa al colar a Olaechea entre los centrales. Lo mejor de todo es que tiene delanteros que están viendo portería, ya que tanto Dubasin como Higinio suman nueve goles cada uno. Así cualquiera. Los puntas del Racing no llegan entre todos ni a la mitad de los que ha marcado uno de ellos.

El equipo manchego llegará tras haber jugado en lunes y tras sufrir un virus que se metió en su vestuario, por lo que es posible que algunos de sus jugadores más importantes lleguen mermados. De hecho, nombres clave como el nombrado Olaechea, Maikel Mesa, Álvaro Rodríguez o Julio Alonso han sido algunas de las víctimas que ha tenido la plantilla. Con todo, llegan con ánimo de mantener la llama encendida y con la intención de seguir llevando sobre la solapa el cartel de equipo revelación. El Racing ya no lo podrá ser pero le basta con sobrevivir. La cosa parecía encarrilada hace sólo un mes pero ahora ha entrado el miedo. Por eso hay que ganar, porque, además, los próximos equipos en visitar El Sardinero se las traen.