03.05.2024 |
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EXPULSIÓN DE JUERGEN

En el nombre de Juergen

El colombiano se ha visto protagonizando una película de ‘falso culpable’ tras su expulsión del pasado domingo, cuando entiende que sus gestos fueron malinterpretados

Juergen, cuando ve que el árbitro le enseña la roja. / LA LIGA
Juergen, cuando ve que el árbitro le enseña la roja. / LA LIGA
En el nombre de Juergen

Juergen terminó su trabajo con la satisfacción del deber cumplido, con la certeza de haber completado una notable actuación a pesar de haber perdonado un gol cantado. Antes de ser sustituido, realizó un último servicio y ganó unos segundos al cronómetro llevándose las manos al gemelo y echándose al suelo, pero el árbitro le conminó a que se retirara cuanto antes porque entendía que sólo quería perder el tiempo. Quizá ahí se produjo el primer choque entre ambos, ya que sólo unos segundos después, mientras el centrocampista colombiano iba camino del vestuario, el árbitro se acercó a donde estaba él y le expulsó. Tarjeta roja. El jugador no se lo podía creer. «No he hecho nada, no he hecho nada», le dijo a Delfín Calzada cuando se acercó al banquillo. «No he hecho nada, míster», le repitió a Fernández Romo. En el fondo, sabía que se había metido en un lío gratuito. Abrió la puerta de su casa y vio allí a un montón de policías con una orden de registro y detención. Ahí comenzó la historia, una historia como otras tantas de ‘falso culpable’.

Éstas son un género en sí mismo porque es una figura que aparece con asiduidad en pantalla. Alfred Hitchcock echó mano de ella en multitud de ocasiones como mera excusa, como macguffin, que llamaba él, para iniciar un juego puramente cinematográfico y para construir múltiples escenas cargadas de suspense. En este grupo se pueden incluir ‘Con la muerte en los talones’, ‘Atrapa a un ladrón’, ‘Sabotage’, ‘39 escalones’ o ‘Inocencia y juventud’. Hay otra de título clarificador que, en el fondo, anunciaba el estilo de la película. Se titula así, sencillamente ‘Falso culpable’, por lo que es inútil preguntar de qué va. Es una auténtica rareza en su filmografía, quizá la respuesta a quienes le acusaban de estar siempre lejos de la realidad. Nunca tuvo reparos en reconocerlo porque él fabricaba sueños e inventaba mundos propios. Esta película, en cambio, es tan realista que por momentos parece un documental. Protagonizada por Henry Fonda, el director expuso en ella la debilidad e indefensión del ser humano cuando se enfrenta a un sistema policial y judicial implacable que, para colmo, tiene las ideas muy claras.

En esa misma vorágine se ha visto sumido Juergen, a quien enseñaron una cartulina roja que no tuvo consecuencias en el partido del domingo porque ya había sido sustituido pero que sí las tendrá en el futuro porque le dejará algunas jornadas sin jugar. La duda es saber cuántas. Cuando él se retiraba con la satisfacción del trabajo individual y colectivo bien hecho, cayó en un pozo del que le va a costar salir, si es que puede. Él dijo que estaba aplaudiendo a sus propios aficionados pero las pocas imágenes que hay lo ponen en cuestión. Apenas se le ve mirando hacia la esquina donde estaban los suyos, por lo que el árbitro pudo interpretar que fue una respuesta propia a los insultos que recibió cuando le acusaron de estar pidiendo tiempo.

En el acta, el trencilla habló de provocación porque, además, el futbolista del Racing siguió aplaudiendo mientras cruzaba la portería. Fue entonces cuando vio la cartulina roja, cuando comenzó la respuesta, ya inútil, de quien creía estar siendo acusado injustamente y su grito de ‘soy inocente’. Para colmo, cuando se fue a retirar a vestuarios, también aplaudió a la tribuna, lo que hizo que Delfín Calzada se echara sobre él para bajarle los brazos sin poder evitar que se originara una tangana. El colegiado envió a la Federación esta versión de los hechos acusando a Juergen de haber provocado incluso ese enfrentamiento entre banquillos. Está metido en un problema. Necesita un buen abogado.

El jugador colombiano se considera un falso culpable como el doctor Richard Kimble de ‘El fugitivo’; como Andy Dufresne, el personaje de Tim Robbins en ‘Cadena perpetua’; como Gerry Conlon, que contó su propia historia en ‘En el nombre del padre’, o como Dixon Steele, el guionista de Hollywood al que dio vida Humphrey Bogart en ‘En un lugar solitario’, la película de Nicholas Ray. Se estará acordando ahora de las peripecias que tuvieron que pasar Ben - Hur o Rubin ‘Huracán’ Carter para demostrar su inocencia porque sabe que está metido en una maraña burocrática y jurídica de la que sólo espera salir lo más aseado posible. Quizá firmara ahora mismo que sólo fuera castigado con un par de partidos.

Fernández Romo habló con criterio sobre su caso una vez acabado el partido. No es de los que defiende la inocencia de sus hombres a fuego ante un hecho similar, sino que incluso les echa en cara haber dado pie a que el árbitro pudiera expulsarles. Así habló de la roja que vio en su día Jorge Pombo o de la del pasado domingo de Juergen. Éste apareció nada más entrar en el calabozo para pedir disculpas por si alguien se había podido sentir molesto por sus aplausos a la vez que aclaraba que en ningún momento tuvo intención de provocar a la hinchada local. «Soy responsable de mis actos y no de los que otros interpreten», apuntó. Su entrenador no está del todo de acuerdo. Éste no sabe qué pasaba en ese momento por la cabeza de su futbolista, pero lo que le achaca es haber hecho algo que permitiera a quien manda tener una mala interpretación.

Sólo él sabe qué quería hacer aplaudiendo a la grada general. Eso lo hace todo más interesante porque las mejores películas de teórico ‘falso culpable’ son las que en todo momento se mantiene una incógnita sobre si el protagonista hizo de verdad aquello de lo que le acusan o no. El maestro Hitchcock utiliza mucho ese doble juego en ‘Sospecha’ y hay momentos de la película en los que, como espectador, apostarías a que Cary Grant es inocente pero, diez minutos después, quizá te veas con la certeza de que es culpable.

En ‘Testigo de cargo’, Billy Wilder también juega con la ambigüedad haciendo que sea el público quien acompañe al abogado hasta convertirle en juez y testigo. El espectador descubre el engaño al mismo tiempo que es engañado. La sensación que se genera es muy poderosa, como el cúmulo de dudas que le asaltan a uno cuando ve ‘Anatomía de un asesinato’, de Otto Preminger. El personaje de Lee Remick es capaz de engatusar incluso a quien está al otro lado de la pantalla, por lo que uno entiende las reacciones de James Stewart, ese abogado que ya sólo pensaba en pescar hasta que se ve metido en un caso extraño y enfermizo. Toca saber si el asesinado violó o no a la mujer del acusado porque las consecuencias de lo sucedido cambiarían mucho. Y no es fácil, la película lo pone complicado.

Más aún remueve las entrañas del público ‘La caza’, de Thomas Vinterberg. Cuenta la historia de un maestro a quien una niña acusa de haber abusado de ella. Con la distancia, uno está seguro de que es inocente pero todo el enfermizo y acusatorio ambiente que rodea al protagonista, a quien le toca vivir señalado, genera dudas en el espectador. Incluso hay una última escena, cuando todo ha quedado ya aclarado, en la que el director consigue generarte de nuevo dudas sobre la naturaleza del personaje. Hace que lo pases verdaderamente mal. Como con lo sucedido en el Ciutat de Valencia. Es difícil saber qué pasaba por la cabeza del jugador, saber si es culpable o inocente, si quería provocar o no.

En el caso de Juergen, el árbitro bien podía haberlo pasado por alto, dejar que todo se desarrollara en cuestión de veinte segundos, retomar el juego y volver a centrar todas las miradas en el balón, pero cuando uno se cruza con la policía no sabe por dónde pueden ir los tiros. Es posible que te pidan el DNI, que no lo tengas y acabes declarando en comisaría o que simplemente te den la oportunidad de ir a casa a por él, que valga el carné de la biblioteca o te permita ver si tienes alguna foto hecha en el móvil. El colegiado quiso ser puntilloso, se puso firme y hostil e incluso redactó un texto en el acta que le acusaba de todo. Es probable, por lo tanto, que al colombiano le toque pasarse un tiempo en prisión por un crimen que él considera que no ha cometido.

El club trabaja para que sea una falta leve: de 1 a 3 partidos

A lo largo del día de hoy y antes de que comience mañana la décima jornada del campeonato, el Comité de Competición debería calificar, en principio, la expulsión de Juergen, En concreto, deberá especificar si lo considera una falta grave o una falta leve de provocaciones al público para, a partir de ahí, imponer un castigo al futbolista. La diferencia entre ambas opciones es notoria y el club trabaja por que sea lo segundo, ya que la sanción iría de uno a tres partidos. Si fuera lo primero y se optara por una sanción ejemplarizante, el código disciplinario de la Federación Española establece sanciones que pueden ir de cuatro a doce partidos. Por lo tanto, hay mucho en juego en las próximas horas.

Lo primero que ha hecho el Racing es recurrir la cartulina roja. En teoría, lo hace con el objetivo de dejarlo en una amarilla, pero, en el fondo, también tiene la intención de influir en la decisión final del comité de manera un tanto preventiva. Es consciente de que no servirá para mucho pero entiende que puede aportar a la hora de definir lo sucedido como una falta grave o leve. Lo primero se recoge en el artículo 98 del código disciplinario y lo estimará así cuando el futbolista haya provocado «la animosidad del público obteniendo tal propósito». Si la situación fuera a mayores e incluso se produjeran «incidentes graves», el castigo aún sería mayor de esos de cuatro a doce partidos de sanción que se establece, pero no es el caso.

La falta leve se especifica en el artículo 128 y habla de nuevo de «provocar la animosidad del público» pero, en este caso, «sin conseguir lo pretendido». El comité debe establecer, por lo tanto, si Juergen quiso provocar a la afición y si lo consiguió. En ese caso, sería definido como una falta grave y el colombiano se podría perder las próximas cuatro jornadas.

Lo que va en contra del Juergen y del Racing es la narración de los hechos, en versión del árbitro, en la redacción del acta. Fue especialmente dura. Escribió que el jugador  «fue aplaudiendo de manera provocativa durante 10-15 metros, en forma de mofa a todos los aficionados locales». «Una vez alcanzada la zona de banquillos, continuó con estas provocaciones, lo cual derivó en una tangana entre jugadores de ambos equipos, todo esto provocado por el  jugador en cuestión». Teniendo esto en cuenta, no es ninguna locura pensar que el comité de Competición pueda fallar que el jugador cometió una falta grave.

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