26.04.2024 |
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RACING 1-0 EIBAR

Euforia, alegría y llantos, en El Sardinero

El Racing de Santander ha ganado ayer al Éibar por un tanto en solitario, un gol que vale para certificar la permanencia en la Segunda División de fútbol español

El Racing firma la permanencia tras ganar al Eibar 

Con un cruce hemos topado. El autobús del Eibar queda atrapado

La afición del Racing apretó los dientes pero pudo celebrarlo a lo grande con su equipo.
La afición del Racing apretó los dientes pero pudo celebrarlo a lo grande con su equipo.
Euforia, alegría y llantos, en El Sardinero

Un disparo de Vicente en el minuto 43 sirvió para que los cántabros puedan disfrutar un año más del balompié profesional en El Sardinero.

El partido era una fiesta y una final a partes iguales, la afición, consciente de esta situación, preparó el encuentro como es debido. La Gradona de los Malditos volvió a convertir la animación en arte y desplegó un precioso tifo en el fondo norte del estadio. “Nunca solo irás, nunca solo estarás” rezaban las pancartas que estaban en los laterales de la pieza.

Bajo la melodía y la letra de la Fuente de Cacho, y con las bufandas y banderas al viento, los veintidós protagonistas saltaron al tapete del Huerto. El día de ayer fue uno de esos partidos que se empiezan a ganar desde la grada. El duelo también estaba en cada una de las butacas de El Sardinero.

El Éibar contaba con el apoyo de su afición, ya que el partido en Santander ha sido el encuentro en el que más armeros se han desplazado para seguir a su equipo. Más de 1200 personas acudieron a la capital de Cantabria para disfrutar de una final. Para que luego digan que el fútbol es solo dar patadas a un balón… Lo que hay que oír.

Por la parte local, la hinchada verdiblanca no iba a quedarse atrás y en varias localidades de El Sardinero no había más entradas disponibles. Era el partido en el que se podría certificar la permanencia, y nadie quería perdérselo.

Los de Garitano también estaban jugando su particular final, ya que el Éibar se encuentra en puestos de ascenso a Primera División y el ganar o empatar en Santander les acercaba al objetivo. Sin embargo, llevan una racha negativa de la que les está costando salir, y sus rivales por el play off se aprovechan de los tropiezos.

En conclusión, un partido que tenía una cara A y una B. Un duelo importantísimo para ambos equipos. Uno quería la gloria con el ascenso, y otro buscaba el paraíso de la salvación para no volver a los infiernos.

La salvación

 

El Racing, dueño del inframundo, por fin consigue asentarse dos años consecutivos en el fútbol profesional tras una década en la que sí ascendía a Segunda, volvía a bajar ese mismo año de categoría. El racinguismo estaba inmerso en un ascensor de alegrías y llantos, en el que parece que ahora ha encontrado ya su planta y no tiene previsto bajar.

Esta salvación es muy importante de cara al club, porque puede afrontar una temporada en el fútbol profesional con todo lo que eso conlleva. Aparte, también brinda una sonrisa a una hinchada que estaba ya cansada de llorar. Los ascensos y las permanencias son las Champions del Racing, y benditas Champions que hacen llenar de orgullo a toda una afición.

Lo bonito es acompañar a tu equipo en los campos de Segunda B, o ahora llamada Primera RFEF, Segunda, Primera, e incluso Europa, y sentir el orgullo de pertenencia a un escudo y a una tradición. Ser fiel y seguir al equipo de tu abuelo, abuela, padre, madre, tío, tía o amigo del colegio o trabajo. El Racing es de su gente, y la gente responde tanto en la grada como en las calles. Esa eterna fidelidad al equipo de la comunidad. El Racing es seña de Cantabria, y eso es un honor que no se puede comparar con tener ‘orejonas’ en la sala de trofeos. Y es que, como diría alguno que otro: “hay equipos tan pobres, que solo tienen títulos”.

Volviendo al tapete de El Sardinero, el Racing y el Éibar se han sabido medir y controlar. No había una superioridad clara entre un equipo y otro, y las ocasiones iban cayendo de ambos lados.

El Racing intentaba adelantarse en el marcador y amarrar el partido como fuese. El Éibar, por su parte, quería abrir la lata pronto y no ser partícipe de la encerrona verdiblanca. Los de Garitano fueron a por el partido, pero sin mucho acierto de cara a portería.

El número 10

 

Los de José Alberto fueron avisando y avisando durante toda la primera parte, y los vascos oprimían los golpes de los verdiblancos. Pero, con la constancia se llega al éxito. Rondaban ya los últimos minutos del primer round y el mago de Derio se puso la chistera y con la pierna como varita abrió el marcador.

Un balón colgado a la olla, sin miramientos y sin más pamplinas que eso, traspasó la línea de defensas y el más listo de la clase remató a la portería. El ‘10’ de los verdiblancos metió el balón entre los tres palos y la explosión de la celebración retumbó en las esquinas de El Sardinero.

Vicente fue corriendo al córner y con una patada con toda la rabia y euforia del mundo al banderín celebró su gol. Mientras, en la grada una avalancha de gente celebraba el tanto. Son de esas ocasiones en las que pierdes relojes o se te sale el espai, se te cae uno encima tuyo, abrazas a gente que no conoces o te bañan de bebida, y lo dice un servidor por experiencia. Esos goles son la furia y la alegría de una afición que soñaba con la permanencia. Tras este estallido, finaliza la primera parte. La segunda, más de lo mismo. El Racing, ahora sí, a aguantar el marcador y el Éibar todo lo contrario. Las ocasiones armeras llegaban, pero no tenían mucha eficacia. En parte, gracias a las actuaciones de Ezkieta, que se ha hecho con el candado de la cerradura verdiblanca.

El partido transcurría, la gente animaba al equipo, y los minutos iban pasando. Algunos se hicieron más largos que otros, y la afición ya iba pidiendo la hora desde el 80’. Ya casi en el término final, el Éibar dio al palo en un disparo que dejó mudo al estadio. Solo fue un susto, también había que sufrir un poco.

Tras cinco minutos de añadido, y con la gente pidiendo la hora, el colegiado pitó el final del partido. De nuevo, un estallido en la grada y en el campo celebrando la ansiada permanencia.

PALABRA DE CAPITÁN

Íñigo Sáinz-Maza cogió el micro de la Gradona y dio las gracias a los malditos por el apoyo recibido durante toda la temporada. El niño de la plaza de Ampuero tuvo ese detalle con una afición fiel, que siempre anima y empuja al equipo en los buenos y malos momentos. Y es que, como canta la propia Gradona, el Racing es algo más que un sentimiento, es una forma de vivir.

Euforia, alegría y llantos, en El Sardinero
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