Tras una derrota como la del pasado sábado en Vitoria es lógico tener miedo. Cuando menos, el aficionado verdiblanco acudirá esta noche (21 h.) a su cita con Los Campos de Sport con la incertidumbre de qué equipo verá, si el que jugó contra el Sporting hace un par de semanas o el que jugó contra el Alavés. Una tercera vía, la posibilidad de tomar un camino que transite por el centro, es posible que no sea suficiente porque el Racing ha de hacer muy bien las cosas para ganar sus partidos. Y lo sabe. Apenas ha sumado puntos fáciles en toda la temporada y cada uno de los que ha llevado a su contador los ha tenido que sudar. Por eso sólo puede optar por repetir todo lo bueno hecho en su última aparición en casa, cuando hizo soñar a su hinchada con una segunda vuelta como local totalmente opuesta a la primera.

El partido se las trae. Es vital. Puede marcar el devenir de ambos equipos porque el Racing necesita la victoria para mantenerse fuera de los puestos de descenso y, además, para impedir que se abra un océano entre los cinco últimos y los siguientes. Porque el primero de los siguientes es, precisamente, el Tenerife, que es el equipo que visita Santander esta noche, con nocturnidad y un intento de alevosía con la que intentará marcharse con todo el botín. Tras un inicio de año en el que al Racing le tocó medirse a equipos con grandes esperanzas, ahora entra en un ciclo contra rivales de los que se pueden llamar directos. Sobre todo, en los próximos nueve días, ya que tras medirse hoy al conjunto tinerfeño, que es décimo sexto (el Racing es décimo octavo) con cinco puntos más que el equipo de José Alberto, el domingo día cinco visitará a la Ponferradina, que es décimo noveno con los mismos puntos que la escuadra santanderina. Se vienen días intensos y puede que hasta decisivos.

No se puede decir que, hasta la fecha, al Racing le haya ido bien contra los equipos de la zona baja porque, de hecho, no ha ganado a prácticamente ninguno. De los últimos once clasificados, al único al que ha superado ha sido al Zaragoza. Es un dato curioso. En la anterior etapa se explicaba por la incapacidad que tenía el conjunto cántabro de sacar algo positivo de la posesión. Contra rivales directos siempre hay que mostrarse un poco más, tener más el balón porque los contrarios tampoco lo quieren demasiado y apenas permiten presiones en campo rival. Era un menú que no le gustaba demasiado al conjunto cántabro pero eso lo ha querido cambiar José Alberto. Quizá haya llegado el momento de demostrarlo.

Si algo ha intentado el técnico asturiano es dar más cariño al balón, intentar salir con él jugado y llegar con mucha gente a zona de peligro. Es algo que cuesta más ante los grandes de la categoría pero que se pone a examen ante los rivales a los que se puede mirar de verdad a los ojos. Y el Tenerife, aunque a principios de curso parecía que iba a ser al contrario, es uno de ellos. El equipo isleño se quedó a un solo partido de conseguir el ascenso el pasado curso y el club fue capaz de mantener una cierta continuidad, pero esta vez no le van tan bien las cosas. Lo que no ha hecho es rendirse, sino que quiere protagonizar una recuperación que le lleve al vagón de cabeza. Está a tiempo de ello y considera que Santander es una buena plaza para saltar.

De hecho, a pesar de la victoria ante el Sporting, el Racing sigue siendo el peor equipo como local de toda la categoría, por lo que el Tenerife intentará que lo sucedido hace un par de semanas en El Sardinero quede como un accidente y que todo vuelva a la ‘normalidad’. No lo tendrá fácil porque la verdad es que no ha tenido una semana sencilla, ya que jugó el domingo en Cartagena pero no llegó a casa hasta el lunes mientras que ayer jueves ya emprendió el camino hacia Santander. No tiene sentido impedir, como ha sido el caso, que un equipo pueda entrenar entre una jornada y otra, pero así está montado este circo. De hecho, está por ver cómo responde la afición cántabra al horario de viernes noche.

Se ha quejado Ramis del tortuoso camino que ha debido librar estos días para llegar a El Sardinero pero lo hará espoleado por su victoria en Cartagena (0-1) y por acumular seis semanas consecutivas sin perder. Parece que hay vida ahí dentro y la va a querer alargar ante un rival al que pasó por encima en el duelo de la primera vuelta en el Heliodoro Rodríguez López. Allí completó el Racing una de sus peores actuaciones de toda la temporada y, precisamente, viene de quemar otra traca, esta vez en Vitoria. Es como si se hubiera cerrado un círculo. Eso debería dar la posibilidad de abrir uno nuevo en el que le vayan mucho mejor las cosas.

El conjunto cántabro ha de demostrar que lo sucedido en Mendizorroza fue un manchón y volver a la senda que había vuelto a ilusionar al entorno. El camino marcado ante el Sporting es el bueno aunque, para repetir la historia, José Alberto no podrá contar con Saúl, un jugador importante para él por su capacidad de dotar de profundidad y más recursos ofensivos a la banda izquierda. Estará en el dique seco unas semanas y, en principio, será Satrústegui quien ocupe su lugar. Éste es todo un seguro de vida pero es un jugador bien diferente. Suma en defensa y resta en ataque. Toca, por lo tanto, exprimir sus virtudes sin necesidad de pedirle lo que no puede dar.

El defensor navarro fue uno de los grandes damnificados por el cambio de entrenador y el otro fue Pol Moreno, que el pasado sábado vio desde el banquillo la traca que quemó Germán. Está por ver si eso va a hacer cambiar en algo la intención inicial de José Alberto, que, por encima de todo, apostó por el andaluz por todo lo que le da a la hora de sacar el balón jugado. Para él es importante y, en teoría, más aún en esta fase del calendario que tanto puede marcar el futuro del Racing. Es momento de sacar de verdad el fútbol que el entrenador asturiano quiso traer consigo.

En el Tenerife también tendrán sus bajas porque Ramis no podrá contar con Mou Dauda, que fue expulsado el pasado fin de semana, ni con Nikola Spcic, que vio la quinta amarilla. Son bajas sensibles. Como la del propio Saúl para el Racing, que ha convocado a Sekou aunque no va jugar. Lo bueno es que José Alberto recupera a Juergen para unos minutos, lo mismo que al chico nuevo de la oficina, un Marco Sangalli que se presentará en sociedad en su nueva casa. Seguro que tiene minutos.