El Laredo puede haber dicho adiós a sus opciones de permanencia como consecuencia de tres nefastos minutos del segundo tiempo, en los que encajó dos goles que neutralizaron la ventaja que había adquirido al comienzo de ese periodo. El conjunto pejino no marcaba dos goles en un partido desde el 9 de Octubre. 24 jornadas consecutivas sin hacerlo, un dato que explica perfectamente su complicada situación. El Laredo despertó las esperanzas de sus aficionados con un vibrante comienzo de la segunda parte, pero todo se vino abajo de manera inesperada y cruel, y ve la salvación a cuatro puntos a falta de que se complete el resto de la jornada.

El Laredo llevó el peso del primer tiempo y tuvo las dos mejores oportunidades para abrir el marcador, pero se encontró con un acertado Marinovich. Su primer acercamiento con peligro llegó en el minuto 16, en un disparo de Álvaro que atrapó en dos tiempos el guardameta. A partir de esa jugada, los pejinos comenzaron a tomar el control del juego ante un Marino que ofreció muy poco en ataque a lo largo de todo el primer acto. Las entradas por las bandas y, sobre todo, las acciones de un Álvaro muy activo durante todo el partido, fueron los mejores recursos ofensivos del Laredo. El gol rojillo pudo llegar en el minuto 41. Un centro de Felipe fue rematado de cabeza por Álvaro, pero Marinovich respondió con una gran intervención. Fue la mejor ocasión de un Laredo que siguió mostrando su poca fortuna de cara al gol.

Todo cambió en el comienzo de la segunda parte. En apenas cinco minutos, el Laredo batió la portería del Marino en dos ocasiones. No se había cumplido todavía el primer minuto de juego, cuando Adri Carrión sorprendió al equipo asturiano con un derechazo que se coló en la portería rival sin que Marinovich pudiera hacer nada para evitarlo. Poco después llegó el segundo tanto rojillo en una jugada de carambola. Santa lanzó una falta al larguero, Álvaro, en el rechace, remató de cabeza nuevamente al travesaño y Mikel Álvaro, al tercer intento, también de cabeza, mandó el balón por al fondo de las mallas.

El Laredo tuvo opciones de marcar el tercer gol ante un Marino noqueado al que no le quedó más remedio que asumir riesgos y lanzarse al ataque. El partido parecía controlado por el cuadro local, pero todo se fue al traste en esos tres crueles minutos entre el 76 y el 78. Primero, Iván Fernández recortó distancias con un disparo cruzado tras una jugada personal por la banda; y seguidamente Guaya empató el partido con un magistral lanzamiento de falta. A partir de ahí, el duelo se rompió y cualquiera de los dos equipos pudo marcar. Con el pitido final llegó la decepción y la sensación de tener que empezar a asumir lo que nadie desea pero parece inevitable.