26.04.2024 |
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A la espera de los nuevos

Comprobadas las limitaciones de la plantilla, el racing busca refuerzos  | Aún así, lo que más necesita es que los fichajes del pasado verano empiecen a funcionar | Hasta ahora, son  los que ya estaban en el club los que tiran del carro

Cédric, lamentándose por una ocasión desaprovechada. / Hardy
Cédric, lamentándose por una ocasión desaprovechada. / Hardy
A la espera de los nuevos

La afirmación que más se escucha estos días es la de ‘estos jugadores no pueden ser tan malos’. Y no lo son. No pueden serlo. Sin embargo, parece claro que la plantilla del Racing necesita un meneo importante para revertir la situación a tiempo porque el enfermo está muy grave. Pocas dudas le quedarán al respecto a quien haya visto los dos últimos partidos, en los que se ha dado un salto de calidad en la degradación del proyecto. El cambio de técnico ha hecho evidente que el mal puede no estar tanto en el capitán de la nave como en la propia tripulación, pero nunca se puede cambiar a todos los jugadores de golpe. Como mucho, se pueden hacer retoques y de ahí que sea fácil afirmar que lo mejor que puede conseguir el club durante este mes de enero en el que vuelve a estar abierto el mercado es fichar a Nana, Cedric, Villapalos, Matic, Maynau, pero esta vez a los de verdad.

La temporada es más corta de lo habitual y comenzó hace apenas tres meses, pero ya se puede fichar. Ni siquiera ha dado tiempo a testar de verdad qué es lo que tiene cada uno pero sí se puede intuir qué pueden dar de sí a la hora de la verdad. Y es obvio que el Racing necesita de todo pero, sobre todo, necesita personalidad, carácter y, a poder ser, también un poco de velocidad y talento. En la comisión deportiva lo saben y están trabajando en traer refuerzos, pero lo malo es que el plantel da la sensación de necesitar una reforma general. Y eso cuesta mucho dinero. No sólo por lo que costarían las supuestas incorporaciones, sino porque habría que dar la baja a tantos jugadores como se quieran traer, ya que están ocupadas todas las fichas.

En Segunda B se pueden tener veintidós y el Racing cuenta con veintitrés porque entre ellos está Pablo Torre, que tiene ficha del filial. Lo malo es que el equipo está esta semana en una situación en la que, por duro que parezca oírlo, va a decidir si va a terminar la primera fase aspirando a seguir luchando por el ascenso en la segunda o simplemente a mantenerse en la categoría de bronce. Dando la imagen que dio en Zubieta y repitió, de otra manera, el pasado domingo contra el Amorebieta, se antoja complicado que pueda ganar los partidos del Real Unión y el Portugalete. Tendría que producirse una mejora evidente en pocos días en la que no queda claro que crea el equipo.

El conjunto cántabro arrastra una racha penosa con cuatro derrotas y un empate en cinco partidos, en los que ha incluido una eliminación copera. Es la peor racha en mucho tiempo. Nunca voló tan bajo en Segunda B pero si gana mañana al Real Unión volverá a meterse de lleno en la pelea. Lo difícil es conseguirlo porque para ello deberían cambiar muchas cosas. La primera de ellas sería recuperar una mejor versión de los futbolistas fichados en verano para aportar un plus de calidad o, por lo menos, un saber estar sobre los campos de esta categoría, algo que no están consiguiendo. De hecho, da la sensación de que son los futbolistas que ya estaban en la casa el pasado año, ya fuera en el primer equipo o en las categorías inferiores, quienes más tiran del carro.

El único de los fichajes estivales que está, por lo menos, salvando la papeleta es Álvaro Bustos, a quien poco se le puede reprochar. No se esconde, lo intenta y ha tenido que cumplir con papeles que le han cogido por sorpresa. Siempre fue un notable extremo izquierdo pero Rozada primero y Solabarrieta después le han querido convertir en carrilero, algo que claramente no es. No tiene motor para ocupar toda la banda y, de esta manera, su capacidad para generar peligro se reduce considerablemente. Con todo, ante el Amorebieta aún fue capaz de sacar algunos centros que no encontraron rematador.

Y es difícil que lo consigan porque al Racing le cuesta un mundo rematar entre palos. Se pueden contar con una sola mano las veces que lo ha hecho en estos cinco partidos en los que da la sensación que ha tocado fondo y en los que sólo ha marcado dos goles, que son el de Getxo que sirvió para sacar un empate y el de Zubieta que no valió para nada. Confiaba el racinguismo en que, al menos, sirviera para conseguir la mejor versión de Cedric, para que éste rompiera a jugar y fuera el futbolista a quien todo el mundo esperaba, pero contra el Amorebieta volvió a ser el que venía siendo. Sólo en los minutos finales de la victoria contra el Barakaldo ha enseñado el verdadero jugador que es. Por eso no habría mejor fichaje este mes que el de conseguir que el jugador de ascendencia nigeriana volviera a disfrutar de nuevo. Cualquiera volvería a fichar a Cedric con los ojos cerrados.

Que un fichaje no responda a las expectativas suele suceder. No todas las incorporaciones salen bien. La preocupante este año es que ninguno está respondiendo a las a lo que se esperaba de él. Y, como Cedric, son jugadores asentados en la categoría y titulares indiscutibles en cada uno de sus equipos, muchos de los cuales han estado peleando por el ascenso en los últimos tiempos. Son los casos, por ejemplo, de Villapalos, Nana y Maynau. A todos ellos se les presuponía, cuando menos, un poco de personalidad para salir airoso de los malos momentos o convertirse en un respaldo para sus compañeros. Más de lo mismo se puede decir de Matic, que venía de una liga superior, que comenzó bien pero que ahora parece poca cosa. También Balboa ha jugado competiciones de nivel pero no marca diferencias ni muestra confianza a la hora de entrar al área. Cruzó el charco para iniciar una aventura europea que va camino de quedarse en una anécdota exótica que contar en su momento, al igual que Soko, que ni siquiera ha jugado un solo minuto con Solabarrieta.

sin confianza. El proyecto de la dirección deportiva se fundamentaba en promocionar a una buena base de jugadores de la cantera que, a la fuerza, debían ser acompañados y respaldados por otros con más experiencia y peso en la categoría, pero parece estar siendo al contrario. Al equipo se le ve muy falto de confianza, lo que se nota en su incapacidad de mirar hacia arriba, en su insistencia en no arriesgar dando pases hacia atrás y en lo que le cuesta terminar las jugadas incluso cuando los delanteros ya entran al área. Es cierto que el técnico no ayudó el pasado domingo poniendo de inicio a dos medio centros de contención sin capacidad para fabricar fútbol, pero todos parecían estáticos, como si no la quisieran porque las piernas tiemblan. Y esa imagen de equipo débil es la que impide transmitir confianza en el futuro. Si el equipo siente la presión jugando apenas sin público y con media primera fase aún por jugar, ¿qué sucederá cuando le toque jugar un partido verdaderamente decisivo?

El de mañana lo es. Y está por ver qué se le ocurre ahora al entrenador para buscar lo que quiere. Contra la Real Sociedad B intentó jugar a algo a lo que, al menos con los jugadores que puso en escena, no se podía. También Rozada había llegado con la idea de presentar una presión alta y una defensa adelantada pero desistió. Tampoco quiso, de partida, jugar con tres centrales pero acabó pensando que podía ser lo mejor. Lo preocupante del proyecto es que no se ficharon a jugadores que se adaptaran al sistema y al estilo al que más se ha solido relacionar al entrenador que se contrató. En el fondo, fue como cuando Iván Ania quiso presentarse en Segunda División con un equipo que jugara la pelota por bajo y le construyeron una sala de máquinas de donde le quitaron a sus dos únicos peloteros (Quique Rivero y De Vicente) para traerle a Dani Toribio y Nkaka. Obviamente, no se puede hacer escalera si no tienes cartas para ello.

Solabarrieta quiso cortar contra el Amorebieta la sangría de Zubieta y lo que hizo fue anular el juego creativo de los suyos. De un extremo a otro. Le falta encontrar el punto intermedio que, por ejemplo, parece que sí encontró Rozada cuando jugó contra el Barakaldo en casa o en el segundo tiempo en Getxo. He ahí el secreto para batir a un Real Unión que se convierte en la última oportunidad para no desengancharse de la pelea por los tres primeros puestos.

El Racing necesita que los jugadores fichados el pasado verano demuestren su valía y, mientras, los de la casa seguirán aprovechando la oportunidad. Entre quienes lo están haciendo brilla Diego Ceballos, un joven valor a quien pocos esperaban esta temporada y que se ha asentado en el lateral derecho. Él sí la pide y, si no encuentra opciones, echa el balón hacia delante con decisión. No se achanta como tampoco lo suele hacer Pablo Torre y como tampoco lo hace Martín Solar. La entrada de éste dio otro aire al equipo el pasado domingo y es posible que eso le permita jugar de inicio mañana. Quizá, lo haga por Iñigo o por Villapalos para conceder a la defensa una alternativa constante a la hora de sacar la pelota jugada.

Esperando su oportunidad se mantiene Mantilla. Si de algo carecen los habituales centrales del Racing es de velocidad, que es algo que a él le sobra. Podría ser una alternativa a explorar una vez que parece que lo habitual no está funcionando. Arriba siguen las probaturas sin que haya ningún delantero que se asiente, dé un golpe encima de la mesa y se gane una cierta continuidad. El pasado domingo jugaron los cuatro y durante unos minutos incluso Cejudo actuó como segundo delantero. El cordobés es también de los que siempre se ofrece, de los que no se achanta y quien sí aporta esa personalidad y ese carácter que parece faltarles a los fichados el pasado verano. Bueno sería encontrar la manera de ganarles para la causa para convertirles en la mejor maniobra del mercado de invierno.

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