La tradicional coordinación entre el lendakari vasco y el presidente de la Xunta de Galicia para fijar la fecha de las elecciones autonómicas ha sido trastocada por la sorpresiva salida de Iñigo Urkullu. Mientras Galicia ya tiene programadas sus elecciones para el 18 de febrero, el País Vasco aún no ha establecido una fecha definitiva.

Las elecciones vascas experimentan un cambio de protagonistas con la sustitución de Iñigo Urkullu por Imanol Pradales y la incorporación de Pello Otxandiano como candidato de Bildu. Este proceso se convierte en una confrontación indirecta entre los líderes Andoni Ortuzar y Arnaldo Otegui, quienes respaldan a sus respectivos candidatos. La precampaña vasca se observa de cerca desde Cataluña, donde ERC, liderado por Oriol Junqueras, mantiene una estrecha relación con Bildu, mientras que Junts se distanció del PNV en 2017.

La relación entre los partidos separatistas catalanes y vascos se presenta como crucial, ya que su colaboración afecta su capacidad para negociar conjuntamente con el Gobierno central. Los partidos buscan atraer los votos de Bildu y el PNV, más allá de los siete escaños que cada uno aporta. La historia reciente muestra las complejas interacciones entre las fuerzas políticas, desde la mediación de Urkullu entre Rajoy y Puigdemont hasta la recuperación de la relación entre el PNV y Junts.

La batalla política entre Junqueras y Puigdemont se traslada al escenario vasco, donde la alianza con el PNV se revela crucial para Puigdemont, actualmente un diputado no inscrito en el Parlamento Europeo. Su intención es regresar al grupo liberal con el respaldo del PNV, una movida que podría reconfigurar la dinámica política en Bruselas y potencialmente llevar a una alianza similar a la de las europeas de 2004 entre Junts y el PNV.