El incendio forestal declarado el pasado lunes en Ladrillar, en la comarca cacereña de Las Hurdes, continua activo y en nivel 2 de peligrosidad, según ha informado la Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio.

La noche ha transcurrido "relativamente tranquila", y la temperatura y el viento han permitido realizar un "buen trabajo" de coordinación y estabilización por parte de los más de 150 efectivos que han trabajado en la zona, entre maquinaria pesada, retenes terrestres, agentes del medio natural, medios nacionales y del Sepei.

Como es habitual, durante la tarde-noche ha habido reproducciones muy llamativas, debido al denso humo y a los complejos trabajos de extinción.

Según la Junta de Extremadura, durante las últimas horas no se han producido novedades significativas en la evolución del incendio, que se mantiene con una evolución complicada.

Los medios aéreos se irán incorporando progresivamente para continuar con las tareas de extinción.

La Agencia Española de Meteorología (Aemet) prevé unas temperaturas mínimas de 22 grados y vientos del norte con rachas de 10 a 15 k/h. 

El alcalde de Monsagro, Ángel Mateos, ha advertido este miércoles de que el incendio, que ya ha arrasado más de un millar de hectáreas de ese término municipal, esta “muy descontrolado” y que “todo está muy mal”. El alcalde se mantiene en las calles de Monsagro, en la Sierra de Francia salmantina, para “ayudar en todo lo que sea necesario” a un municipio vacío y cerrado, desde donde es perceptible no solo el olor a quemado, sino una gran humareda en sus proximidades.

Muy afectado por este incendio, que cruzó al término de Monsagro el lunes por la tarde desde la comarca cacereña de Las Hurdes, Ángel Mateos ha reconocido que no ha podido ver a sus vecinos porque ahora mismo se encuentra en el pueblo “para impedir que las llamas no lleguen a las casas”. “Todo está muy mal, muy desbordado. De momento, se está complicando el fuego”, ha insistido.

Apenas puede hablar entre la conmoción por ver las llamas cerca de Monsagro, y la rabia al percibir el miedo de sus vecinos porque el fuego sigue sin control, pero también al comprobar las más de mil hectáreas que lleva arrasadas. El verdadero problema lo ve cerca de su pueblo, en el valle, que lo tapa un intenso humo. El alcalde prefiere no hablar porque tiene “mucho trabajo”, ha afirmado entre abatido y cansado, antes de abandonar el municipio en dirección a otro punto del incendio para ayudar en su extinción.