En las entrañas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), no hay rastro de rebelión abierta, pero los críticos comienzan a mostrar signos de impaciencia. Lejos de las cámaras, en conversaciones en voz baja, algunos miembros expresan su descontento no solo con la propuesta de amnistía, sino también con la estrategia de sometimiento del Gobierno a las demandas de Junts, cuya negociación sobre enmiendas a las medidas de gracia provoca desacuerdos internos. Este descontento se acentúa después del criticado pleno del Congreso del 10 de enero, donde la política de inmigración fue cedida a Cataluña en un documento apresurado según declaraciones de Patxi López.

Fuentes socialistas, consultadas por THE OBJECTIVE, revelan que los más críticos plantean un ultimátum: "Es hora de poner un límite. En algún momento, debemos exigir respeto. El PSOE es un partido serio y esto es humillante de manera constante". Internamente, líderes socialistas admiten estar "preocupados" por la imagen del partido y sugieren que las encuestas podrían no reflejar la realidad. La cesión ante Junts y la sensación de humillación impactan negativamente en la percepción pública.

"Esto no va a durar cuatro años ni siquiera tres... Llevamos dos meses y parecen dos años. Es insostenible", afirman algunos, cuestionando la estabilidad de la legislatura. Se vincula esta ingobernabilidad con la remodelación en los órganos de dirección anunciada por Pedro Sánchez, interpretada como un refuerzo anticipado debido a posibles adversidades futuras.

La convención federal socialista en La Coruña se presenta como una "terapia de grupo" para abordar el desánimo y pesimismo interno. La amnistía se convierte en el tema central del encuentro, presentada como una "herramienta fundamental para la convivencia" en un documento programático que defiende su constitucionalidad, a pesar de cuestionamientos legales.

José Luis Rodríguez Zapatero emerge como un influyente defensor de la amnistía, respaldando la "valentía, firmeza y determinación" de Pedro Sánchez. Sin embargo, las tensiones persisten, y el descontento interno se refleja en especulaciones sobre la duración de la legislatura y la necesidad de cambios en la dirección del partido. La crisis interna del PSOE se intensifica, amenazando la estabilidad y el futuro político del partido.