El voto en contra de cinco diputados 'morados' a la convalidación del decreto ley sobre la reforma del subsidio de desempleo el pasado miércoles ha despertado una estela de reacciones, donde se ve como la ministra del Trabajo, Yolanda Díaz, pierde peso y poder en el seno del Gobierno. 

Este desacuerdo se tradujo en una crisis reputacional para la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, líder de Sumar. Ante esto, Sumar implementó un plan de emergencia para mitigar los daños a la imagen de su líder. Díaz, desde Bruselas, anunció la inmediata convocatoria a los agentes sociales para negociar el nuevo subsidio de desempleo, una vez derogado el decreto ley.

El enfrentamiento político se intensificó con declaraciones acusatorias. Diversos portavoces de Sumar, en apariciones en medios de comunicación, insistieron en que el desacuerdo no era meramente político, sino de índole personal. Aina Vidal llegó a afirmar que el voto en contra fue impulsado por el "odio personal" de Pablo Iglesias hacia la vicepresidenta segunda.

Además, se difundió un video en las redes sociales de Sumar, donde su líder señalaba la importancia de seguir construyendo la democracia y reivindicaba el papel de su formación en la conformación del Gobierno de coalición. Este gesto evidencia una estrategia para contrarrestar la percepción negativa generada por el desacuerdo en la votación.

El Ministerio de Trabajo, por su parte, buscará cambiar el enfoque mediático anunciando la cifra definitiva de la subida del salario mínimo interprofesional para este año. Mientras tanto, la relación entre Díaz y Podemos se torna cada vez más tensa, presentando un desafío sustancial para la estabilidad del Gobierno de coalición.

En el seno del PSOE, se observan sentimientos encontrados respecto a la situación. Aunque algunos muestran regocijo por la humillación sufrida por la vicepresidenta segunda, otros colocan un cortafuegos argumentando que el fracaso del decreto ley no es responsabilidad del Ejecutivo, sino directamente de Díaz.

Este episodio revela una debilitada posición de Díaz en el Gobierno, con su fuerza parlamentaria reducida de 31 a 26 diputados. La relación con Podemos se muestra insostenible, y su enfrentamiento con el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, añade complejidad a la situación. Además, su posición se ve amenazada por las elecciones gallegas, donde la derrota de Sumar se atribuiría directamente a ella.

En este contexto, el liderazgo de Díaz enfrenta desafíos significativos, con el riesgo de un agravamiento de la situación si Sumar no alcanza el 5 % de los votos en las elecciones gallegas. Las tensiones internas entre Podemos y Sumar resaltan la fragilidad de la coalición gubernamental, presentando un panorama político desafiante en los próximos meses.