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El Diario de Cantabria

El euro cae a mínimos de hace 20 años con signos de recesión

El desplome del euro por el creciente riesgo de recesión en el bloque comunitario acerca cada vez más la paridad con el dólar. La moneda única cae este martes otro 1% hasta cambiarse en 1,03 dólares. / E.p.
El desplome del euro por el creciente riesgo de recesión en el bloque comunitario acerca cada vez más la paridad con el dólar. La moneda única cae este martes otro 1% hasta cambiarse en 1,03 dólares. / E.p.
El euro cae a mínimos de hace 20 años con signos de recesión

La tendencia es clara. El euro pierde un 9% en lo que va de año y un 13% en los últimos doce meses. El euro se cambió este martes por debajo de los 1,03 dólares, mínimo desde diciembre de 2002, porque el temor a una recesión lleva a los inversores a refugiarse en el billete verde.

El euro se cambiaba hacia las 15.00 horas GMT a 1,0258 dólares, frente a los 1,0433 dólares en las últimas horas de la negociación europea del mercado de divisas de la jornada anterior.

El Banco Central Europeo (BCE) fijó el cambio de referencia del euro en 1,0290 dólares.

El crecimiento económico de la zona euro se ralentiza hasta su mínima de dieciséis meses en junio, según S&P Global (antes IHS Markit).

Su índice final compuesto de la actividad total de la zona del euro, del sector manufacturero y de servicios se situó en 52 puntos (54,8 puntos en mayo), registrando su mínima de dieciséis meses.

«El sector manufacturero ya está en contracción, por primera vez en dos años, y el sector servicios ha sufrido una marcada pérdida de impulso de crecimiento en medio de la crisis del coste de vida», según S&P Global.

El ministro de Economía y Clima alemán, el verde Robert Habeck, advirtió de que la crisis energética del gas podría tener un efecto dominó en el mercado y no descartó una intervención de los precios del gas.

La empresa de gas Uniper negocia con el Gobierno alemán un rescate de 9.000 millones de euros después de que Rusia volviera a reducir el suministro de gas a Alemania a través del gasoducto Nordstream.

El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, prevé una subida de los tipos de interés en la zona del euro en julio de un cuarto de punto.

Otros miembros del Consejo de Gobierno también consideraron que un alza de un cuarto de punto es apropiada por lo que los mercados descuentan un alza del precio del dinero baja.

La rentabilidad de la deuda del Tesoro estadounidense a diez años se sitúa alrededor del 2,85 %.

La moneda única se cambió en una banda de fluctuación entre 1,0251 y 1,0448.

Los inversores entienden que la debilidad de los últimos datos económicos, y el riesgo de que futuros cortes en el suministro de gas ruso causen problemas adicionales empujarán al Banco Central Europeo a ir más lento en la subida de tipos de interés ante el temor de que esta provoque una recesión. De confirmarse esa tesis, eso supondría una depreciación del euro frente al dólar, dado que la Reserva Federal está llevando a cabo una política monetaria mucho más agresiva para contener la inflación.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, lleva meses inmersa en un dilema: subir tipos con fuerza para frenar la asfixiante inflación —del 8,6% en junio en los Diecinueve—, aun a costa de que eso tensione las primas de riesgo de los países del Sur y desbarate la recuperación, o ir más lenta pese al riesgo de que la economía entre en una espiral de subidas de precios y salarios de la que no es sencillo salir.

Esa decisión, que la coloca entre la espada y la pared, afecta a un sinfín de variables. Si Lagarde opta por apartarse de la senda de la Fed y acometer una subida de solo 25 puntos básicos en julio para proteger el crecimiento, el euro seguirá debilitándose. Esto tiene algunas ventajas a primera vista: los exportadores europeos son más competitivos porque venden sus productos más baratos que otros rivales sin que eso golpee sus márgenes, las multinacionales europeas que repatrian beneficios o reciben dividendos de sus filiales extranjeras obtienen más euros por las mismas ventas, y los países del euro que reciben turistas extracomunitarios se vuelven más atractivos porque sus hoteles, restaurantes y tiendas son más económicas.

La moneda tiene otra cara. Con un euro débil, los viajeros europeos que elijan EE UU como destino tendrán que rascarse el bolsillo más de lo habitual porque les darán menos dólares por sus euros. Pero sobre todo se notará en las arcas públicas al comprar la energía, que mayoritariamente se paga en dólares, lo que la vuelve más cara en un entorno en el que los precios del petróleo y el gas ya están de por sí disparados. España, muy dependiente de las importaciones energéticas, sufre esa realidad, pero Alemania es la víctima que más ruido ha desatado en las últimas horas: la locomotora europea anunció este lunes que sufrió en mayo su primer déficit comercial desde la reunificación debido a que su potente maquinaria exportadora no está siendo capaz de compensar el aumento de la factura energética.

Cuatro meses y medio de guerra en Ucrania han bastado para poner fin a más de tres décadas de superávits comerciales alemanes. Su dependencia del gas ruso está obligando al país germano a replantearse su modelo, hasta el punto de que ha vuelto a quemar carbón para asegurarse el suministro, pese a que los ecologistas están al mando del Ministerio de Economía y Clima. Ni siquiera un euro por los suelos, en otros tiempos un festín para una economía que bombea coches a todo el planeta, está siendo suficiente esta vez.

Para Natalia Aguirre, directora de Análisis y Estrategia de Renta 4, no es descartable que el BCE trate de revertir el desplome de la moneda. «Es posible que esta debilidad del euro se traduzca en algún momento en algún tipo de intervención verbal en tanto en cuanto la depreciación de la divisa europea supone una presión adicional para la inflación, el gran problema actual de las economías y los bancos centrales».

El euro cae a mínimos de hace 20 años con signos de recesión
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