En medio de una escalada de precios sin precedentes, el aceite de oliva enfrenta un panorama sombrío este año, apuntando a convertirse en un auténtico bien de lujo. El Índice Nacional de Estadística (INE) revela un incremento del 109% en el precio del aceite de oliva en los últimos dos años, situándose actualmente a más del doble de su valor en 2021.

Este encarecimiento se atribuye a diversos factores, como la persistente sequía, el aumento de costos derivado de la crisis en Ucrania y la creciente demanda internacional. Expertos señalan que los doce euros por litro pagados en 2023 podrían palidecer en comparación con los precios que se avecinan.

El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha instado al sector a enfrentar "el extraordinario reto" de mantener precios estables para fomentar el consumo. La campaña 22-23 experimentó una caída del 55%, con un aumento de precios que ascendió a 3.918 millones, un 43% superior al promedio de las seis campañas anteriores. A pesar del aumento de la producción estimada en 750.000 toneladas para la presente campaña, la subida de precios no parece disminuir.

Según el consultor agrícola Daniel Trenado, la campaña anterior concluyó con olas de calor que aceleraron la maduración de la aceituna, generando un rendimiento graso inferior. Esto llevó a muchos agricultores a adelantar sus cosechas. Sin embargo, los datos de Agricultura indican que la producción actual se encuentra por debajo del aforo, con 216.000 toneladas pendientes para alcanzar la estimación de 800.000 toneladas.

Con una demanda anual de 1.140 millones de litros, el aceite de oliva español representa el 45% de la producción mundial. Ante la incertidumbre, productores prefieren reducir la oferta interna para no perder cuota en el mercado internacional, lo que contribuye al encarecimiento en los supermercados españoles.