07.05.2024 |
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Racing de Santander. Justo a tiempo

Un enorme pase de Pablo Torre a Cedric, que definió a lo grande, brinda al Racing su primera victoria de la temporada a sólo tres minutos del noventa | El gol borró el gris partido del conjunto cántabro ante un sólido Tudelano

Los jugadores del Racing celebran el tanto de la victoria, obra de Cedric. / Hardy
Los jugadores del Racing celebran el tanto de la victoria, obra de Cedric. / Hardy
Racing de Santander. Justo a tiempo

La luz se enciende activando el interruptor. Y un partido gris abocado tanto a la nada como al empate se desatasca cuando conectan los buenos. Es ahí cuando surge la chispa y todo se ilumina y todo cambia. Del hastío se pasa a la ilusión por los tiempos que están por venir. El fútbol bipolar con el gol como eje entre el bien y el mal. Bastó que Pablo Torre entrara al campo y que se sacara de la manga un pase espectacular con el exterior hacia Cedric para cambiar el destino del encuentro. Porque si bueno fue el pase del canterano, mejor aún fue la definición del delantero, que está en uno de esos momentos de forma en los que le entra todo y en los que la portería es más grande de lo que ven los ojos del resto. Y bueno es aprovecharlo.

Sólo un minuto antes de que el pletórico delantero corriera hacia el córner para celebrar su gol, temió irse al banquillo. Fernández Romo realizó su último movimiento para intentar poner un poco de luz al encuentro y dio entrada a Bustillo y Carlos Castro. El primero sentó a Sergio Marcos y la incógnita estaba en saber qué iba a pasar con el segundo. Todos los boletos los tenía Cedric y éste se quedó mirando directamente al banquillo temiéndose que le fueran a apartar del partido cuando tenía el colmillo afilado, pero no sucedió. El técnico quería dejarlo en el verde. Confía en él. Y cuando uno necesita goles, no se puede quitar a quien lleva el gol.

Cedric lo había estado buscando con insistencia durante toda la tarde. Se le notaba con hambre, con ganas de aprovechar su buen momento y empezar a sumar. Y de pronto le llegó el balón como a él más le gusta. Si le hubieran dado a elegir cómo lo quería, habría dicho que así. Estaba lejos aún de la portería pero cuando un tipo como él está con confianza no se lo piensa. Doce meses atrás habría parado la pelota, la habría intentado controlar y avanzar para rematar lo más cerca posible de la portería. Incluso quizá habría intentado dejar atrás al portero, pero esta vez fue por la vía rápida. Y vaya golazo.

Esa conexión entre Pablo Torre y Cedric bastó para tirar a la basura la cara de preocupación que se le había quedado a todo racinguista durante el encuentro. El aficionado, como en cada inicio de curso, había ido al templo con la optimista, pero apenas le había durado diez minutos, que fue el tiempo que tardó el Tudelano en sacudirse los nervios y comenzar a poner en complicaciones al Racing.

Éste había saltado con intención dominadora, combinando bien e incluso llegando al área rival. Comenzó el conjunto cántabro teniendo el balón y mostrándose dispuesto a maniatar a su oponente. De hecho, en sólo dos minutos ya mandó un balón al palo. Aquello pintaba bien, pero duró poco. Todo se hizo más espeso y hasta plomizo a partir del cuarto de hora.

Fernández Romo no sumó sorpresa alguna al once inicial. Lo esperado. Justo fue el encargado de intentar olvidar que Pablo Torre no estaba sobre el terreno de juego pero eso es muy complicado. Sobre todo, cuando son dos futbolistas tan diferentes que, en el fondo, hacen que el colectivo juegue a otra cosa en función de si está uno o si está otro. El canterano colabora con la creación, baja a recibir, junta líneas y encuentra bien a los extremos y al delantero. Su sustituto ayer es más un delantero que un media punta. Eso entorpeció la labor de una pareja de medio centros -Fausto Tienza y Sergio Marcos- que no consiguió poner la maquinaria en marcha. No se sintió dominadora y no encontró la manera de aliarse ni con las bandas ni con la delantera.

Esta última, en teoría, la ocupaba Cedric, que, ante la falta de Pablo Torre, tuvo que bajar a recibir demasiado atrás. Jugó más de espaldas que de cara cuando su verdadero potencial lo muestra cuando pone la locomotora a máxima potencia para hacer trizas la defensa. Y es algo que no pudo hacer hasta que no entró el de Soto de la Marina al partido. Por fin recibió de cara y disfrutó al máximo de esa pegada que mantiene desde el último tramo del curso pasado.

El Racing aprovechó esos primeros instantes de dominio total para que, tras una buena jugada colectiva, Marco Camus le pusiera en bandeja un balón a Manu Justo que terminó estampándose al palo. El partido habría sido otro bien diferente si el cuero llega a enredarse en la red, pero no sucedió. Y el Tudelano se fue llevando el encuentro a su terreno. Se sintió cómodo logrando, principalmente, su objetivo de hacer largo el partido. Sabía que el tiempo correría a su favor porque entrarían las prisas y las ansiedades a los jugadores locales, lo que podría aprovechar para poner la puntilla, pero lo cierto es que el conjunto cántabro no sufrió nada en defensa. Volvió a evidenciar que va a ser un equipo difícil de meter mano porque Lucas Díaz, que fue el elegido bajo palos, no tuvo que parar ni una.

Tampoco mucho más paró Pellegrino, el portero del Tudelano. Tras ese golpeo al palo, la siguiente oportunidad verdaderamente clara que tuvo el Racing llegó a los 82 minutos, cuando Álvaro Bustos, que entró al partido en su recta final, envió un centro a media altura hasta el segundo palo, por donde apareció Soko para rematar sin dejar botar la pelota con el interior de la bota. Fue a asegurar y le salió fatal. Tenía toda la portería con su respectivo portero para él pero se fue la pelota excesivamente cruzada.

Lo que sucedió en medio fue un querer y no poder. Una vez que el Racing admitió que le costaba mucho trenzar jugadas, apostó por una verticalidad descarada. Lo que sucede es que no dio muestras de ser capaz tampoco de construir buenos y académicos contragolpes. El equipo tenía a dos balas como Soko y Marco Camus en las bandas y a otra todavía de mayor calibre en la punta de ataque, pero no lo aprovechó. Un buen ejemplo de ello se vio a los veinte minutos. Sergio Marcos robó el balón cerca de su propia área y se encontró con toda la provincia de Ávila para él solo. Pudo correr pero no lo hizo. No pasó de tercera mientras que los extremos y Cedric salivaban. Avanzó a su ritmo pausado pensando opciones pero no se le ocurrió ninguna, por lo que todo quedó en nada.

Sólo doce minutos después, el pausado medio centro cambió de estrategia. Volvió a robar en campo propio pero esta vez, en vez de desplazar él la pelota, se la envió rápidamente a Cedric. Éste sabía que tenía a su izquierda a Camus y a su derecha a Soko. Y apostó por trazar una diagonal en dirección a donde estaba este último para, en el momento preciso, enviarle el balón en profundidad aprovechando su velocidad. Y todo salió bien, pero al extremo camerunés le faltó decisión a la hora de meter la bota en el momento oportuno y antes de que la atrapara el portero, que salió bien. El asistente hacía gestos de incredulidad porque, como el resto de los presentes, no entendía qué había pasado.

Al Racing le faltaba algo, le faltaba juego y le faltaba enlazar con los de arriba. Marco Camus y un voluntarioso Isma López volcaron, mayoritariamente, el juego hacia su banda porque por la derecha Soko no se encontró a sí mismo hasta el segundo tiempo y, además, rara vez se asoció con Unai Medina. La pobre dinámica que parecía condenar al conjunto cántabro a estampar su cabeza contra la pared una y otra vez se mantuvo durante un segundo tiempo donde los síntomas fueron incluso más preocupantes. Porque empezaban a entrar las prisas y se dejó sentir la impotencia por lo que no estaba saliendo bien. Si en los primeros 45 minutos al menos había visitado con frecuencia el área rival, eso se había acabado tras salir del descanso.

En el minuto 52 puso Fernández Romo a calentar a Íñigo y Pablo Torre y en el sesenta entraron. Y la cosa cambió. De inicio, el Racing empezó a jugar a otra velocidad y se hizo por fin dueño absoluto del medio campo. Íñigo generaba una salida más clara del balón y contaba por delante con dos peloteros como Sergio Marcos, que ya estaba ahí desde el inicio, y su compañero de Soto de la Marina, que las pedía todas. Soko empezó a aparecer más lanzando una decidida apuesta por su tremenda velocidad que no siempre midió bien. La del africano es un arma en la que Fernández Romo demostró creer. El año pasado ya dejó claro que puede ser un jugador diferencial aunque ayer no fuera su día.

El Racing llegó fino a la recta final del encuentro por mucho que Fernández Romo tardara en realizar sus últimos cambios. Viendo que el Tudelano vivía demasiado cómodo, apostó por poner a Carlos Castro en banda derecha para no quitar a Cedric, en quien tiene una fe tremenda como ahora mismo la tendría cualquier entrenador. Además, dio entrada a Bustillo para jugar en vez de Sergio Marcos. Su pretemporada merecía que hubiera sido él quien jugara por Pablo Torre porque, además, el centro del campo lo habría agradecido, pero hay que respetar los galones. Eso debe ser. Lo cierto es que fue aparecer y encontrarse con la buena nueva.

Una buena presión, un saque de banda y un desajuste fueron los condicionantes que marcaron el contexto del gol que llegaría a sólo tres minutos del noventa para algarabía de personal. La conexión se produjo justo a tiempo para comenzar la temporada con una victoria, lo que siempre tiene un valor doble. Hay mucho trabajo por hacer para que la maquinaria carbure como necesita, pero aún es agosto. No puede ser de otra amanera.

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