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El Diario de Cantabria

SINFIN 24-23 GRANOLLERS

Habrá vida en Granollers

El Sinfín ganó por la mínima y afrontará la vuelta con esperanzas de colarse en la fase final de la Copa del Rey | Tras 45 minutos de errores, de porteros y de ir a remolque, el equipo santanderino incluso logró una renta de cuatro goles

Habrá vida en Granollers

Lo que en liga habría sido un resultado espectacular, en Copa sabe a poco. El Sinfín ganó por la mínima (24-23) al Granollers pero lo malo es que quedan sesenta minutos en territorio enemigo. Y eso es mucho tiempo cuando delante hay un equipo tan bueno y con tantos recursos. Sigue, por lo tanto, estando difícil colarse en la apetitosa fase final del torneo pero lo que al menos se ha asegurado el conjunto cántabro es afrontar el eterno desplazamiento hasta la costa este con la esperanza de dar la gran campanada y, por encima de todo, mantener esa dinámica positiva que necesita para saldar bien lo que queda de curso.

El equipo pilotado por Víctor Montesinos esperó al momento oportuno para dar lo mejor de sí, al último cuarto de hora de encuentro después de haberse pasado los primeros 45 minutos a remolque, cerca pero siempre por detrás, como esperando al momento oportuno para asestar el golpe definitivo. En el fondo, quiso escribir un guión similar al del pasado domingo contra Puente Genil y le salió bien. En liga habría servido para sumar dos nuevos y gloriosos puntos, pero en Copa es sólo un buen inicio.

Y lo cierto es que el botín podría haber sido incluso mejor porque contó el conjunto cántabro con unos momentos tan inspirados que incluso llegó a ponerse cuatro golpes por delante (22-18). De pronto, hubo licencia para soñar. Lo que había sido impotencia en algunas fases del primer tiempo y en el arranque del segundo, se convirtió en todo lo contrario, en un momento de partido en el que el Sinfín intuyó dudas en su poderoso rival. Por eso se puso el puñal entre los dientes. Aunque pudiera parecer paradójico, se llevó el encuentro a su terreno cuando alteró el ritmo del mismo, cuando puso el acelerador y comenzó un intercambio de golpes del que salió beneficiado. Parecía que al Unicaja Banco Sinfín le podría venir mejor un partido con pocas revoluciones pero se hizo evidente que no.

Comenzó el partido con la sensación de que a los dos equipos les daba pereza la Copa, como si no quisieran jugar o, más increíble aún, como si no la quisieran ganar. Porque el primer tramo de encuentro  fue un cúmulo de errores por parte de los dos equipos, de malos lanzamientos que no encontraban portería y que, en el caso del Granollers, se vio agravado por su insistencia en querer comprobar a qué suena el cuero cuando se estampa contra la madera. Hasta cinco disparos al palo firmó el equipo catalán en 25 minutos, lo que, sumado a las seis paradas de Ernesto en la primera mitad, replicadas todas ellas en la otra portería por parte de Rangel, impidieron al marcador avanzar con cierta alegría.

Tanto es así, que se llegó al descanso con un exiguo 8-11. La progresión de la contienda al paso por su ecuador era de 16-22, unos guarismos tremendamente bajos que confirmaron esa falta de frescura, acierto y certeza que hubo sobre la cancha. Y lo cierto es que el Granollers se quedó a un solo segundo de no cruzar ni tan siquiera la decena, ya que su undécimo tanto lo anotó a un solo segundo para irse a descansar. Xavi Castro había anotado un gran gol, con un hábil movimiento con el que penetró y rompió la fornida retaguardia visitante, que había estrechado la diferencia a dos goles (8-10). Era un mal menor para un primer tiempo con muchas carencias. Faltaban doce segundos y el banquillo catalán pidió un tiempo muerto que dio sus frutos, ya que Edgar Pérez anotó un gol que se coló entre Ernesto y el palo. Fue uno de esos goles que duelen por el reloj y por las formas.

Los dos entrenadores tenían claras sus prioridades. Víctor Montesinos fue bien consciente de que el sábado tiene su equipo un partido clave en León y rotó continuamente a sus hombres repartiendo mucho los minutos. De hecho, su siete inicial sacrificó a jugadores fundamentales como Lon, Zungri o Pla. Éstos comenzaron a aparecer en escena a partir del cuarto de hora de juego. El pivote en ataque fue Basualdo pero poco encontró a esa figura el Unicaja Banco Sinfín durante esos primeros treinta minutos.

El equipo santanderino cumplía en defensa apoyado en su portero y la madera pero se atascaba en ataque. No había ideas ni acierto a la hora de intentar atravesar la bien cerrada defensa del Granollers. Tanto es así, que sólo marcó tres goles en los primeros quince minutos y avanzó, fundamentalmente, gracias al acierto de Xavi Castro desde los siete metros. De este modo, por mucho que el conjunto catalán diera algunas muestras de estar oxidado al ser su primer partido oficial en casi dos meses, vivió a gusto y cómodamente con una renta que variaba entre los dos y los tres goles. Era una dinámica que le venía bien y que le convenía teniendo en cuenta que esta eliminatoria es a doble partido y que le quedan sesenta minutos en su cancha.

Si pocos goles hubo en el primer tiempo, menos aún hubo en los primeros diez minutos del segundo. Por un momento, a buen seguro que alguien habría aceptado una apuesta a que no llegaba ninguno de los dos a la veintena de tantos, pero, de pronto, la cosa se aceleró. Y, curiosamente, lo hizo coincidiendo con la lesión de Diego Muñiz, que se quejó del brazo. Por un momento, el pabellón se quedó en silencio porque todos los presentes saben que el capitán es un pilar del equipo y éste le necesita para el sábado en León y para el duro reto que le queda en la segunda vuelta de la competición liguera. Lo mejor es que parece que no tiene consecuencias porque cuando fue excluido Basualdo a falta de un minuto y veinte segundos para el final, aún salió a la cancha. Buena señal.

Sin el capitán, Montesinos pasó a una defensa 5-1 que se le atragantó al Granollers. Eso lo aprovechó el Sinfín para sacar las tijeras y acabar con esa continua renta del equipo visitante por dos y tres goles que se había mantenido desde el 3-5 y el 3-6. Se fueron acercando los hombres de negro hasta empatar a trece, a catorce y a quince hasta que un gol de Basualdo concedió la primera renta a los locales.

Quien no estuviera allí no se lo creerá, pero fue un gol al contragolpe del fornido pivote cántabro. Robó un balón en campo propio y, a pesar de que hubo dos compañeros que viajaron junto a él, él se lo guisó y él se lo comió. Atravesó la pista botando la pelota y culminó el contragolpe poniendo ese esperanzador 16-15 en el luminoso. Y aún había más, ya que Esteban Salinas había protestado airosamente la acción y fue excluido. Por lo tanto, los hombres de Montesinos se vieron de pronto con ventaja y con uno más. Y lo aprovecharon. Pronto adquirieron una renta de tres goles que pasó a ser de cuatro con el 22-18.

En ese estirón del Sinfín, en esos minutos de inspiración en los que apretó el acelerador y le salió todo bien, apareció el hombre a quien todo el mundo espera. Perbela cogió galones en el lanzamiento y anotó tres tantos prácticamente consecutivos. A esto hay que sumar la aparición de Lon, a quien había costado encontrar durante buena parte del encuentro. Se aceleró el partido y también el acierto goleador pero era de esperar la reacción de un Granollers que logró acortar distancias en los últimos instantes. Primero estabilizó su renta en los dos goles consiguiendo cambiar el sueño de la afición local, que incluso pensó en la posibilidad de acudir a la cancha catalana con una renta interesante, a simplemente pensar en ganar el partido, que no es poca cosa.

Tras un tiempo muerto de Víctor Montesinos a falta de un par de minutos, Lon pondría el 24-22 en el luminoso con un gran gol, pero en seguida se quedó el Sinfín con uno menos. No pudo defender las últimas posesiones 5-1 y encajó el sexto gol en el partido de Pol Valera para poner el 24-23 definitivo. Fue el punto y final a un cuarto de hora final de encuentro que vio más portería porque los porteros, grandes protagonistas del encuentro, no estuvieron tan presentes. No podían mantener el ritmo que llevaban porque, ojo al dato, Rangel acabó con trece paradas y Ernesto con catorce. Ambos fueron los culpables de un marcador tan bajo.

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