Este fin de semana, los ciudadanos de toda la Unión Europea, incluida España, ajustarán sus relojes para dar la bienvenida al horario de verano 2024. La transición oficial se produce en la madrugada del sábado 30 de marzo al domingo 31 de marzo, cuando a las dos de la madrugada, los relojes se adelantarán una hora, marcando las tres. Este ajuste horario anticipa días más largos y noches más cortas, extendiéndose hasta el último fin de semana de octubre, momento en que se retomará el horario de invierno.

El cambio se enmarca dentro de la Directiva Europea 2000/84/CE, aplicada uniformemente en todos los Estados miembros de la UE. A pesar de los debates previos en el Parlamento Europeo sobre la eliminación de estos ajustes estacionales, por ahora, no hay cambios previstos en la agenda legislativa europea.

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) señala que, si bien el cambio de hora puede conllevar ahorros energéticos, estos son considerados "marginales" y su impacto varía entre los distintos Estados miembros. La influencia de factores externos como la meteorología o el comportamiento de los usuarios hace que los resultados sean "difíciles" de interpretar de manera uniforme.

En España, el último análisis sobre el impacto del cambio de hora data de 2015, y no se ha evaluado en un contexto marcado por las actuales exigencias de eficiencia energética y cambios en los hábitos de consumo como el autoconsumo y el teletrabajo. El IDAE sugiere que hay "mecanismos más relevantes" para lograr ahorros energéticos, como la sustitución de luces y aparatos por alternativas más eficientes y la adopción de pautas de ahorro tanto en el hogar como en el trabajo.

La iniciativa del cambio de hora tiene su origen en la década de los 70, durante la primera crisis del petróleo, como una medida para maximizar el aprovechamiento de la luz natural y reducir el consumo de electricidad. Aunque inicialmente adoptada de manera temporal, desde 1981 se ha implementado como una directiva renovada cada cuatro años, hasta su establecimiento indefinido en 2001.

El futuro del cambio de hora sigue siendo un tema de debate en la UE, especialmente después de una consulta pública en 2018 en la que una amplia mayoría de los participantes se expresó a favor de eliminar estos ajustes estacionales. Por ahora, los ciudadanos deberán continuar ajustando sus relojes dos veces al año, esperando posibles cambios en las políticas futuras.