Fue el primer amistoso tras menos de una semana de trabajo, pero fue un buen partido del Racing. A rachas, como es normal cuando la maquinaria no está a pleno rendimiento, pero con cosas interesantes. Por momentos, dio la impresión el conjunto cántabro de estar en una estación más adelantada de la pretemporada porque llegó a tener ritmo y, sobre todo, capacidad de control con la posesión. Defendió bien, presionó cuando tuvo motor para ello y llegó a portería, sobre todo en un segundo tiempo en el que fue creciendo hasta merecer haber ganado.

La primera alineación del verano de José Alberto no fue ningún regalo. Sin tiempo que perder, dispuso sobre el terreno de juego a un equipo bien reconocible con Parera bajo palos, con Mantilla en el lateral derecho y Saúl en el izquierdo y con Germán y Juan Gutiérrez en el centro de la retaguardia. Aldasoro y Diego Campo formaron el doble pivote con Yeray por la derecha, Íñigo Vicente por la izquierda, Peque como media punta y Ekain como único delantero. Se marcharon sin marcar pero sí con la sensación de haber sido dominadores a la apuesta inicial de Jon Pérez Bolo.

Para los dos equipos era su primer partido de pretemporada pero el Burgos lo afrontó con una semana más de trabajo. No se notó. Es un dato importante. De hecho, durante la primera media hora de contienda, la superioridad del Racing fue manifiesta porque consiguió que su rival apenas cruzara la línea de medios con el balón controlado. A pesar de jugar en un campo pequeño con un césped un tanto irregular, los hombres de José Alberto fueron incluso capaces de dar pausa y sentido al juego. Y no resultó sencillo.

Se hicieron grandes Peque y Yeray repartiendo juego. A pesar de ello, el conjunto cántabro comenzó volcando su juego ofensivo por la izquierda gracias a las incorporaciones de Saúl, a quien Íñigo Vicente le abría la puerta por el carril. El de Derio, que fue de menos a más, fue sustituido a los treinta minutos junto a Ekain para que entraran Jeremy y Álvaro Santamaría. Fue un tiempo en el que dio la sensación de que el Burgos encontró el camino de acercarse a los dominios de Miquel Parera, a quien incluso hizo trabajar gracias a un disparo lejano de Lucas Ricoi.

La presión de los hombres de José Alberto fue alta e intensa, impidiendo que el Burgos, que intentaba salir jugando desde atrás mucho más de lo que lo hacía con Juan Calero el curso pasado, asomara la cabeza. Es una pretemporada más corta de lo habitual en la que los pasos hay que darlos más rápido, sin tiempo que perder, y eso se notó en Villarcayo. Ofreció cosas más interesantes que cualquier primer partido de pretemporada conocido, que suele ser ante rivales que viven uno o dos pisos por debajo. No habrá rivales de esos este verano.

Un remate lejano de Peque a los 19 minutos y otro de Diego Campo a los 22 al cazar un rechace fueron los dos primeros disparos a portería del Racing, ambos desde la frontal. En ambos casos acabó el balón en córner. Con todo, la mejor opción para haber estrenado el marcador antes del descanso la tuvo Santamaría al no acertar a rematar con verdadero sentido un medido pero flojo centro desde la izquierda sin apenas oposición. Despejó el balón el portero del Burgos de manera más académica a como lo hizo poco después a un cabezazo de Mantilla al recoger un balón caído del cielo en el segundo palo.

Creció el equipo de Bolo cuando se fue relajando la presión del Racing quizá por una cuestión de gasolina. Es lo normal. Con todo, la sensación fue difícilmente mejorable para tratarse de los primeros minutos de juego de un verano tras sólo cinco días de entrenamiento. Se fue al descanso satisfecho pero a expensas de lo que fuera a suceder en el segundo de los partidos de 45 minutos que quedaba por jugar, ya que cambiaron todos los protagonistas del partido. Es lo normal.

José Alberto puso a jugar en e segundo tiempo a Ekain en portería con Dani Fernández, Pol Moreno, Rubén Alves y Jorrín en defensa; Bustillo e Íñigo en la sala de máquinas, Lago Junior por la derecha, Camus por la izquierda, Pombo de enganche y Cedric arriba. Otro once reconocible, sin tiempos muertos y con decisión. Si hay alguien con ganas este verano es el delantero nigeriano después de la temporada tan rara que tuvo el curso pasado. Y suyo fue el primer remate de la reanudación al cazar un pase en profundidad, entrar el área con el balón controlado y rematar con la zurda al primer palo. El portero atajó bien el cuero.

Cerca estuvo también del gol Cedric la primera vez que Marco Camus arrancó la moto. Fue en el 55. Dejó vendido a su par con un par de recortes, ganó la línea de fondo y puso en bandeja un pase de la muerte que no alcanzó a rematar el delantero porque, cuando ya salivaba, se le adelantó el central para despejar a córner. Eran minutos en los que, al contrario que en el primer tiempo, era el equipo local quien llevaba la iniciativa y el Racing quien intentaba sorprender con velocidad y verticalidad.

Para el extremo zurdo santanderino es también una pretemporada especial y hoy apareció con una motivación extra. Quiere demostrar a José Alberto que se puede quedar aquí y volvió a resultar desequilibrante a los 65 minutos, cuando otra acción suya terminó con un fuerte y colocado disparo de Marcos Bustillo que acabó en el larguero. Desde una posición similar remató con una dureza tremenda el propio Camus (siempre Camus) a un cuarto de hora para el final, pero el misil dio en un defensa y la pelota se fue para córner.

El Racing, que acabó utilizando 29 futbolistas porque a la media hora del segundo tiempo entraron Sangalli, Mirapeix, Jorge Delgado y Germán Fernández, mereció llevarse una victoria que, en verdad, era lo menos importante. Lo importante eran las sensaciones y el ritmo y lo cierto es que lo visto ante un buen equipo como el Burgos, que comenzó bien tras el descanso pero se fue haciendo más pequeño,  da motivos para la esperanza.