La comparecencia de Pedro Sánchez duró menos de lo esperado, pero fue suficiente para marcar un hito en la historia política española. El pasado 30 de julio, el presidente del Gobierno se convirtió en el primer mandatario en ejercicio en ser interrogado en La Moncloa, actuando como testigo en la causa que investiga a su esposa, Begoña Gómez, por presuntos delitos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias. Sin embargo, su intervención fue breve: Sánchez se acogió a su derecho a no declarar, una opción que justificó en su relación sentimental con una de las personas investigadas en el caso.