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El Diario de Cantabria

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Marina Abramovic, se mutiló, se desnudó y me ignoraron, y luego gané

Tras una carrera en la que se mutiló el cuerpo, se desnudó o permaneció impasible frente a una pistola cargada, Abramovic asegura sentirse representante de una generación
La artista serbia Marina Abramovic habla con la prensa de sus más de cinco décadas de trayectoria, que le han llevado a ser conocida como la reina de la "performance" y a ser distinguida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021, galardón que recogerá el próximo viernes. EFE/Eloy Alonso
La artista serbia Marina Abramovic habla con la prensa de sus más de cinco décadas de trayectoria, que le han llevado a ser conocida como la reina de la "performance" y a ser distinguida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021, galardón que recogerá el próximo viernes. EFE/Eloy Alonso
Marina Abramovic, se mutiló, se desnudó y me ignoraron, y luego gané

A sus 74 años, el Premio Princesa de Asturias de las Artes que recibirá el viernes la artista serbia Marina Abramovic la sitúa "en un momento especial" de una vida dedicada durante más de cinco décadas a trabajar por el reconocimiento de una disciplina como la performance que, en sus inicios, ni siquiera se consideraba una forma artística y que nadie entendía, ni su familia ni sus profesores.

Tras una carrera en la que se mutiló el cuerpo, se desnudó o permaneció impasible frente a una pistola cargada, Abramovic asegura sentirse representante de una generación que, a partir de la década de los años 70 del pasado siglo, impulsó las artes performativas y en la que, además, era la única mujer. "Me llevó mucho tiempo que este arte fuera reconocido", subraya.

En un encuentro con periodistas un día después de su llegada a Oviedo para recibir un galardón que la reconoce como una de las creadoras contemporáneas "más emocionantes" y por la valentía con la que se entrega a su público, la "soldado del arte" como ella misma se autodefine ha recurrido a una frase de Gandhi para resumir una trayectoria que la convirtió en una estrella mediática.

"En primer lugar me ignoraron, luego me dieron permiso, luego lucharon contra mí y luego gané. Pero hacer esto lleva toda una vida", ha apuntado tras admitir que en sus inicios, después de una infancia en Belgrado marcada por unos padres comunistas y unos abuelos religiosos, nunca pensó que sus creaciones se mostrarían en los principales museos del mundo, "pero creía en lo que hacía".

Nadie en su entorno entendía una forma de arte -"me decían que no lo era"- que la llevó a salir ensangrentada de una de sus primeras representaciones tras poner a disposición del público distintos objetos para interactuar con ella, pero, afirma, "nunca" tiró la toalla ni se rindió.

"Si alguien me dice no, es simplemente el comienzo. Si veo un muro delante sigo mi camino y lo atravieso", ha advertido Abramovic que, entre risas, recuerda que las primeras críticas negativas que recibió no le afectaron "en absoluto" y que, desde muy joven, se hizo "inmune" a ellas para que "nada" la derribara de sus convicciones.

Si se las hubiera tomado en serio al comienzo de su carrera artística "nunca hubiera salido de casa", ha indicado la artista serbia, que no ha dudado en recordar que también las primeras obras de Mozart fueron cuestionadas así como el diseño de la Torre Eiffel. "Si haces algo arriesgado y verdaderamente distinto tienes que estar preparada para recibir críticas", recomienda.

La disciplina artística que la ha consagrado sigue situada, décadas después de que se empezase a experimentar en el ámbito de la performance, "en la parte más alta" de las artes, a juicio de una Abramovic que ha subrayado la capacidad de esas obras para "cambiar la vida" a sus espectadores a través de la emoción.

Frente a la contemplación de una pintura o una escultura en un museo -"si vuelves a ese museo, te las vuelves a encontrar"-, las artes performativas tienen la virtud de la instantaneidad, de que "solo duran ese momento" y, de ahí, que la interacción con el espectador sea "tremendamente importante" y que tengan como condición indispensable la relación "directa y en vivo con el artista".

Para la mujer que permaneció sentada 736 horas y 30 minutos en el atrio del Museo de Arte Moderno de Nueva York en silencio, sin moverse y mirando a los ojos a los visitantes, la labor de un artista dedicado a la performance no puede equipararse a la que desempeña un actor de teatro.

"En el teatro todo lo que se utiliza no es real, en la performace es todo real. Es el aquí y el ahora. No estás representando a nadie, estás realizando una actividad delante de tu audiencia sin haber hecho ningún ensayo y las emociones son distintas", ha señalado.

Su permanente apelación a la necesidad de luchar contra las dificultades, incluida la defensa de sus criterios artísticos frente a quienes en sus inicios en Belgrado llegaron a cuestionar incluso su salud mental, se traslada también a unos tiempos de pandemia como los actuales que, para Abramovic, son "una gran enseñanza para todos" aunque vea difícil que cambien al ser humano.

"Sí puede ser una gran transformación de cómo vemos la vida y entender lo humildes y lo pequeños que somos ante desastre naturales y lo frágil que es la vida con independencia del grupo social al que pertenezcamos. La pandemia nos ha conectado como seres humanos", ha indicado.

Marina Abramovic, se mutiló, se desnudó y me ignoraron, y luego gané
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