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FERMÍN GONZÁLEZ

El ‘Cura de la motosierra’ ha reparado cientos de tejados en las iglesias de Burgos

El capellán del Centro Penitenciario de Burgos, Fermín González, es más conocido como El cura de la motosierra, un apodo que se ganó trabajando y dirigiendo a un grupo de voluntarios de los pueblos de la provincia donde llegó a reparar cerca de seiscientos tejados de iglesias. EFE/ Santi Otero
El capellán del Centro Penitenciario de Burgos, Fermín González, es más conocido como El cura de la motosierra, un apodo que se ganó trabajando y dirigiendo a un grupo de voluntarios de los pueblos de la provincia donde llegó a reparar cerca de seiscientos tejados de iglesias. EFE/ Santi Otero
El ‘Cura de la motosierra’ ha reparado cientos de tejados en las iglesias de Burgos

El capellán del Centro Penitenciario de Burgos, Fermín González, es más conocido como el ‘cura de la motosierra’, un apodo que se ganó trabajando y dirigiendo a un grupo de voluntarios de los pueblos de la provincia donde llegó a reparar cerca de seiscientos tejados de iglesias.

Fermín González recuerda que su primera actuación se produjo hace más de treinta años en el tejado de la iglesia de Cebrecos, localidad de la que era párroco y cuyo templo tenía la cubierta muy dañada.

«Utilizamos un tractor del pueblo y alquilamos una serrería con unos planos que nos habían preparado, pero estábamos tan inseguros que montamos toda la estructura en el suelo, esperamos a recibir el visto bueno del aparejador y después la desmontamos y volvimos a montarla en la cubierta de la torre», ha explicado a la Agencia EFE.

Fotografía que muestra a Fermín González (i) en una foto cedida por él mismo. González, más conocido como «El cura de la motosierra», es capellán del Centro Penitenciario de Burgos y ha sido durante cuarenta años cura en diversas parroquias burgalesas. ***SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)***

Fue la primera de una larga serie de intervenciones basadas sobre todo en montajes de la estructura con una técnica mozárabe que se utilizó cuando se realizó la obra en el templo de Cebrecos y que dos aparejadores -Benito Fernández y el hoy fabriquero de la Catedral de Burgos, Víctor Ochoterena- pudieron recuperar después de desmontar las estructuras del tejado que se encontraban muy dañadas, para conocer mejor el proceso de construcción.

A partir de ese momento, comenzaron las intervenciones en muchos pueblos, en ocasiones con tres o cuatro obras en marcha en diferentes fases de las obras, y algunos años se llegaron a realizar más de una treintena de intervenciones.

«El proceso siempre era el mismo: levantar planos, ver dónde se podía apoyar la estructura de madera para no dañar nada, sobre todo las bóvedas, calcular la madera necesaria, cortar y montar», recuerda este sacerdote.

Sin embargo, cada actuación tenía características muy diferentes, porque las había con solo dos estructuras de tejado y otras más complejas, con montajes diferenciados para la torre, la nave, el pórtico, la sacristía, la cabecera e incluso algunas capillas.

De hecho, la mayoría de las obras se han ido realizando por fases, acometiendo cada vez una estructura, sobre todo porque se trata de pueblos pequeños sin apenas capacidad económica, por lo que buena parte de la aportación llegaba del ‘Convenio de las goteras’, que financian la Diputación y el Arzobispado de Burgos.

La aportación de los vecinos solía ser pequeña y la tercera parte del coste de la actuación que debían aportar, según el convenio, se solía traducir en voluntarios que suponían la mano de obra necesaria.

La provincia de Burgos cuenta con más de 1.200 templos, decenas de ellos amenazando ruina y otros con problemas de deterioro, sobre todo los que se encuentran en localidades vacías o donde apenas quedan habitantes.

Ante esta situación, en 1993 se puso en marcha un convenio a tres bandas, entonces con la participación de la Junta de Castilla y León, la Diputación y el Arzobispado de Burgos, que aportaban a partes iguales fondos para actuar en reparaciones, en iglesias sin protección patrimonial, que quedaban fuera de otras líneas de ayuda.

Se trataba de realizar actuaciones centradas en la consolidación y reparación de tejados, para garantizar, al menos, la continuidad de los templos.

Durante los últimos años, el convenio ha cambiado, primero con la salida de la Junta de Castilla y León, que ha dejado de realizar aportaciones por esta vía, y más tarde con el cambio de la vigencia, que ha pasado de uno a dos años.
En este momento está vigente el convenio para 2021 y 2022, dotado con 1,4 millones, la misma cuantía de anteriores periodos. 

El ‘Cura de la motosierra’ ha reparado cientos de tejados en las iglesias de Burgos
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