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El Diario de Cantabria

Afganistán, un lugar donde cada día se pierden derechos

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Afganistán, un lugar donde cada día se pierden derechos

 

Desde que Estados Unidos y sus aliados derrocaron a los talibanes en 2001, los derechos de las mujeres afganas han alimentado gran parte de la narrativa global en torno a la guerra. Incluso en medio de la devastación, había signos reconocibles de progreso. Las niñas afganas consiguieron ir a la escuela y las mujeres afganas obtenían títulos universitarios, aceptaban trabajos y participaban más en la vida pública. Se quitaron los burkas y se colocaron vallas publicitarias de salones de belleza. Las periodistas cuestionaron sin miedo a los líderes talibanes en la televisión. Poco a poco, de forma lenta y constante, las mujeres -aunque sobre todo en las zonas urbanas- salieron del pulso conservador y teocrático de los talibanes. Sólo han hecho falta unos días para que gran parte de ese progreso derrumbe. Desde que los talibanes retomaron el control de Afganistán En agosto, cada nuevo día ha traído consigo nuevas restricciones para las mujeres -ahora no pueden practicar deportes y las clases universitarias estarán segregadas por género-, lo que hace temer que el país esté retrocediendo rápidamente en la declaración de los derechos humanos

Otro de los problemas que ahora se encuentra esta población migrante es la llegada a los países receptores. En agosto de 2020, Grecia primera parada en la UE para muchos migrantes, ACNUR dijo que estaba "profundamente preocupado por un número creciente de informes creíbles" de que las autoridades griegas estaban llevando a cabo devoluciones en el Egeo. Pero estos nuevos hallazgos sugieren que la política ahora está adoptando más allá, incluso en Turquía, que alberga a unos 4 millones de refugiados, más que cualquier otro país. En la declaración de ACNUR asegura que está "siguiendo de cerca la situación" y que recientemente había emitido un aviso de no retorno para Afganistán, pidiendo la prohibición de los retornos forzosos de ciudadanos afganos, incluidos aquellos a los que se les ha rechazado sus solicitudes de asilo. "Es importante tener en cuenta que los estados tienen obligaciones, incluso en virtud del derecho internacional consuetudinario, de preservar el acceso transfronterizo para los civiles que huyen del conflicto y no devolver a los refugiados por la fuerza", añadió. 

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En la actualidad, son precisamente las mujeres que se apartaron del camino tradicional, las que están más amenazadas. Muchas se han escondido. Cientos de ellas han salido a la calle para protestar contra el régimen, pero se han encontrado con la fuerza bruta de las culatas de rifles y los palos. Otras huyeron. 

Pero huir no es nada nuevo. Las mujeres afganas y sus familias llevan mucho tiempo buscando refugio en otras partes del mundo. Las que han huido se han encontrado divididas entre un futuro incierto en un lugar desconocido y un pasado en un país querido en el que la carrera, la familia y la comunidad han quedado atrás, fuera de su alcance. 

ALERTA ha conversado con Karima, una mujer que buscó refugio en Cantabria. La mujer huyó de su país porque estaba en peligro. La angustia es grande, pero no le sorprende. Sabía que el espacio que se había labrado cuidadosamente en la sociedad se vería rápidamente erosionado. Lo había advertido desde el principio. 

Karima, periodista de profesión, estuvo muchos años en el conflicto del país: "Como periodista de televisión, fui a cubrir las negociaciones de paz con los talibanes en Doha, Qatar, el pasado octubre. Cuando estuve allí, entrevisté a Suhail Shaheen, el portavoz de los talibanes. Hablé con él sin cubrirme el pelo y se sintió muy incómodo; fue involuntario, pero ese encuentro se convirtió en una gran noticia”, nos cuenta Karima. 

"Después de las conversaciones de paz, los talibanes empezaron a atacar y asesinar a periodistas. Mataron a un par y me dijeron que yo también estaba en la lista de objetivos de los talibanes. Las fuerzas de seguridad me dijeron que me quedara en casa y pasara desapercibida.

Esos días escondida en Kabul fueron los más difíciles de mi vida. Nunca había sentido tanto miedo. Cuando me sentí un poco más segura, fui a la Embajada de Francia para obtener un visado y abandoné Kabul inmediatamente". 

En Cantabria hay en la actualidad 41 afganos refugiados de los que 14 son menores. El proceso de escolarización se ha completado para todos, aunque la tarea está siendo complicada sobre todo por los problemas con el idioma.

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