El Embalse del Ebro, un espectacular rincón entre Burgos y Cantabria, ofrece mucho más que solo agua y paisajes. Enclavado en un entorno de gran belleza natural, este lugar sorprende con una playa inesperada que hace las delicias de los visitantes. Sí, tal como lo escuchan: Burgos tiene su propia playa, ubicada en el encantador pueblo de Arija, parada obligatoria del ferrocarril de La Robla.

Durante los meses estivales, esta playa se convierte en un oasis donde refrescarse y disfrutar del sol, rodeado de campiñas, pequeños pueblos y ganado. Sin embargo, es en invierno cuando este lugar despliega todo su encanto, envuelto en una atmósfera de misterio y melancolía bajo la bruma y la niebla.

Pero la playa de Arija es solo el comienzo de una aventura que revela múltiples tesoros a su alrededor. Durante los meses de verano, el embalse se convierte en un escenario perfecto para una amplia gama de actividades acuáticas, desde canotaje hasta pesca. Además, los alrededores ofrecen lugares fascinantes para explorar, como las 'Tumbas de los Moros' en Quintanilla de Santa Gadea, una necrópolis que data de los siglos VIII y X.

Cruzando la frontera hacia Cantabria, los viajeros pueden descubrir la pequeña ermita de la Virgen de Avellanal y la iglesia de Villanueva de las Rozas, conocida como la 'Catedral de los Peces', que emerge majestuosa entre las aguas del embalse. También pueden sumergirse en la historia romana visitando las ruinas de Julióbriga cerca de Reinosa, una ciudad fortificada construida en el año 19 a.C. por orden del emperador Octavio Augusto.

De regreso en Burgos, los curiosos pueden explorar la Pirámide de los Italianos, un mausoleo construido durante la Guerra Civil para honrar a los soldados italianos fallecidos. El Embalse del Ebro y sus alrededores ofrecen una experiencia única que combina historia, naturaleza y aventura.