24.04.2024 |
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Volver de mejor manera

Las tres últimas experiencias del Racing en Segunda han sido sendos fracasos de los que espera haber aprendido | Ahora asciende con una base más sólida tras mirar a la cantera

Pablo Torre, disfrutando en el autobús del ascenso. / RRC
Pablo Torre, disfrutando en el autobús del ascenso. / RRC
Volver de mejor manera

Cuando al Terminator le prohibieron entrar en la comisaría donde descansaba Sarah Connor, a quien quería matar antes de que diera a luz a su hijo John, que en el futuro lideraría la revuelta contra las máquinas, no le dejaron pasar. El burócrata que tenía ante él ni siquiera levantó la cabeza para mirarle, pero el androide no se inmutó. Sólo dijo una cosa: «Volveré». A continuación, salió del edificio y pocos segundos después cumplió su palabra al volante de un coche con el que derribó la entrada y se llevó por delante al vigilante. Una vez dentro, continuó con la que quizá sea la mejor escena de la película: fue avanzando por todos los pasillos cargándose al que se encontraba por ahí en busca de su presa. No quedó casi nadie.

Ese ‘volveré’ que Arnold Schwarzenegger se resistió a decir porque entendía que se le notaba demasiado su acento alemán, pasó a la historia. Tanto es así, que incluso se ha convertido en una marca identificativa del propio exgobernador de California, que la siguió utilizando en otras películas de la saga y en otras que no tenían nada que ver con ella, como en ‘Comando’ cuando es subido a un avión en contra de su voluntad o en ‘Desafío total’ cuando es apresado para llevarle a Recall, la empresa especializada en implantar falsos recuerdos. En ‘El último gran héroe’ lo utiliza hasta en tres ocasiones, dos en ‘Los mercenarios 2’ y también aparece en otras cintas de diferente corte como ‘Los gemelos golpean dos veces’ tras ser objetivo del experimento que le va a dejar embarazado o en ‘Un padre en apuros’.

Quizá su momento más épico lo alcanza en ‘Perseguido’, la película de 1987 en la que, acusado de un crimen que no había cometido (un masivo ataque desde su helicóptero contra población civil), es condenado a participar en un programa de televisión donde ha de enfrentarse a muerte a una colección de ‘frikys’ convertidos en ídolos pop. La historia está ambientada en 2017, año que hemos superado hace ya un lustro, y se puede decir que atinó bastante. Cuando está a bordo de una cápsula que le enviará a las profundidades del estudio donde se producirá la guerra por la supervivencia, Ben Richards, que es como se llama ‘Schwarzer’, llama al malvado Damon Killian, que es el presentador del espectáculo. «Killian, volveré», le dice. El otro reacciona de primeras un tanto confundido e incluso temeroso, pero acaba respondiendo: «Sólo en la repetición».

Al final vuelve, claro. Y saca a la luz todo el montaje. Todos cumplen su promesa para desgracia de los malos. También el Racing prometió volver cuando fue expulsado de Primera División y seguro que algún día lo conseguirá. También lo ha hecho cada vez que se ha quedado muy lejos de cumplir las expectativas las tres últimas ocasiones en las que ha estado en Segunda. Ahora ha vuelto tras muchas penurias, tantas como las que sufre el propio Ben Richards para matar a Subzero, que caza con una guadaña como si fuera un palo de hockey; Buzzsaw, que es un gigantón ruso que persigue concursantes con una motosierra; el Capitán Libertad, que es un cazador retirado con un estricto código de honor; Fireball, que tiene un lanzallamas, y Dynamo, que tiene un lanzarrayos, El Racing ya está aquí. Ha sido duro, pero ha conseguido volver con contundencia, marchándose un momento ante una primera negativa y entrando en la categoría a bordo de un camión. Le ha sobrado incluso un mes de competición.

Cuando en pleno verano del 2020, tras el encierro pandémico, el equipo verdiblanco dijo al fútbol profesional aquello de ‘Volveré’, ya había empezado a cimentar las bases de su retorno. En aquellos últimos encuentros de la basura, José Luis Oltra, quizá conminado por los de arriba, que ya habían fichado a José María Amorrortu para comenzar de cero, por fin empezó a dar presencia a la cantera. Aparecieron Martín Solar y Marco Camus, fundamentalmente. Y demostraron que estaban preparados, algo que tocaría confirmar al siguiente año, cuando la nueva dirección deportiva tenía bien claro que ese retorno prometido no podía darse como en las anteriores ocasiones, sin con una base sobre la que sustentar el proyecto. Entendió que debía convertirse en habitual tener al menos cinco o seis canteranos formando parte del primer equipo con todas las consecuencias. Había que apostar y la apuesta ha salido bien.

Fue también por aquel entonces cuando Amorrortu vio en Villaescusa a Íñigo jugar el playoff de ascenso con el Rayo actuando como medio centro y en seguida tuvo claro que él debía ser el líder de la sala de máquinas. No había debate. Había que apostar de manera firme y ha encontrado el equipo un capitán para muchos años. También un defensor cumplidor allá donde le pongan como Mantilla, un extremo como Camus por el que aún falta realizar una apuesta igual de importante que la hecha con el de Ampuero, o un media punta como Pablo Torre. Nada de mimarle y cuidarle porque es demasiado joven. A jugar. Y no sólo ha liderado el ascenso por mucho que él no estuviera cuando el equipo dijo «volveré», sino que el club lo ha vendido y podrá presentarse de nuevo en el fútbol profesional en mejor disposición que hace tres años: con cuatro millones más de límite salarial.

Una cosa es volver para cobrarse las deudas pendientes como hace el exgobernador de California, que incluso utilizó el ‘volveré’ para hacer campaña política, y otra por pura nostalgia. Lo primero suele salir bien en el cine palomitero mientras que lo otro suele tener un mayor trasfondo y no siempre resulta positivo el retorno a casa. El Racing lo sabe bien porque las últimas tres veces que ha jugado en categoría profesional, ha terminado descendiendo. Se había acostumbrado a volver en plan ‘Comando’ y a pasar por Segunda División ascendiendo casi a la primera, pero en la última década todo se ha ido al traste. El primer episodio fatídico (12-13) fue el que comenzó con Unzué y continuó con Fabri y todos los demás amigos de Harry y compañía. El segundo (14-15) fue el que obligó a Paco Fernández a completar la primera vuelta sin delantero y el tercero (19-20) fue en el que Chuti Molina hizo un equipo nuevo para contratar a una colección de futbolistas que hacía tiempo que habían dado lo mejor de sí.

Cuando en ‘La Ley de la calle’, la película de Coppola, vuelve El chico de la moto a casa, lo hace fuera de su tiempo. En su día fue quien cortó el bacalao hasta ser convertido en mito, pero ahora ha pasado a ser un tipo un tanto patético que se dedica a lanzar proclamas filosóficas al estilo del coronel Kurtz en ‘Apocalypse Now’ o del propio Drácula en la versión del mismo director. Todo lo contrario supone el retorno de Sean Thornton, el boxeador irlandés al que da vida John Wayne en ‘El hombre tranquilo’, cuando vuelve a Innisfree, el pueblo donde nació y creció. Allí todo es bonhomía. Están anclados en normas del pasado pero los nuevos enamorados saben hacerse un hueco.

El Racing no va a poder volver como Terminator porque le falta un camión y toda la artillería que éste tiene y no le conviene hacerlo como el personaje de Mickey Rourke en la película de Coppola. Es un histórico con muchos años en el fútbol profesional pero todo eso forma parte del pasado. Ahora las normas han cambiado y vale más un club sin masa social pero con una buena gestión que otro con miles de hinchas detrás que esté mal dirigido. Por eso lo mejor será volver sin hacer demasiado ruido, casi de incógnito, como vuelve Sean Thornton en la obra maestra de John Ford en busca del paraíso perdido. Ha de pelear contra el grandullón Víctor McLaglen («¡lo lamentará hasta el día de su muerte, si es que vive hasta entonces»!), pero se sale con la suya. De eso se trata.

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