25.04.2024 |
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ONCE RAQUEROS Y UN BALÓN

Un agrio empate

Jugadores del Racing y Huesca, durante el partido. / LALIGA
Jugadores del Racing y Huesca, durante el partido. / LALIGA
Un agrio empate

El Racing de Santander ha empatado a uno ayer, lunes, contra el Huesca, en un partido en el que los cántabros merecieron más, pero no tuvieron mucho acierto de cara a portería. Era un partido clave en el que los de José Alberto no tenían que perder, porque los rivales directos del equipo santanderino habían empatado contra equipos de la alta tabla.

Lo previsible es que hubieran perdido alguno de ellos, pero el refrán existe por algo. Un partido son once contra once en el campo. Cuando se disputa el encuentro, la clasificación queda a un lado y se compite, en cierta manera, en igualdad de condiciones.

El equipo verdiblanco finalizó la primera parte con un jarro de agua fría del que no se supo secar durante lo que quedaba del partido. El Racing, que marcó gol en el minuto 27 gracias a un penalti provocado a Roko Baturina, encajó el tanto del empate en el 45. Un mazazo antes de encarar el túnel de vestuarios, que dejó a la parroquia cántabra con la cara desencajada. Aboubakary Kanté, del Huesca, remató con la izquierda desde el lado derecho del interior del área por el lado derecho de la portería, para abrir la lata para los aragoneses.

La primera parte estuvo bonita. Hubo ocasiones para ambos equipos y tampoco había una gran superioridad de ninguna escuadra sobre la otra. El penalti, que lo tiró Pombo, fue un momento que rompió el partido e hizo que los cántabros se vinieran arriba y confiasen en su juego.

El Huesca es un buen equipo y compacto en sus diferentes áreas que goza de posicionarse en la novena plaza. Para los verdiblancos este punto es muy bueno, pero de cierta manera insuficiente, porque no han sabido aguantar el partido. Se pusieron por delante por pronto y el gol del Huesca, justamente antes de finalizara el primer tiempo, les dejó un tanto tocados anímicamente. Esta jornada ha sido un tanto cruzada y complicada. Es lo malo, o lo bueno, de jugar los lunes. Ya sabes cómo han quedado los otros equipos y juegas tu partido, quieras que no, con la mente en los resultados del fin de semana. Es una cierta presión añadida. Igualmente que si se juega un viernes.

Abres la jornada y te pasas hasta el lunes mirando cómo han quedado los otros equipos. Tanto es así, que el domingo más de uno estuvo pendiente hasta las once y pico de la noche de un Granada-Ponferradina que quedó 2-2. Así es la vida del racinguista, que celebró el tanto del conjunto nazarí en el 96 como si fuese del barrio de El Albaicín.

Volviendo de nuevo a El Sardinero, y concluidos los primeros 45 minutos, los dos equipos retornaron al terreno de juego y la segunda parte no fue tan abierta como la primera. Los dos equipos lo intentaban, pero la pelotita no entraba entre los tres palos. No fueron una avalanchas de ocasiones, pero poco a poco cada uno iba generando más peligro con sus diferentes armas.

El tiempo estaba protagonizado por las jugadas de ambas escuadras, que tenían el objetivo de meter un gol con el que cerrar el partido. Ese gol, tal vez, podría haber sido de Mboula, el jugador de moda del Racing. Sin embargo, el catalán no ha sido muy partícipe del juego del equipo cántabro. Después de la racha tan positiva, tendría que venir un encuentro en el que no destacase tanto. Vicente siguió con la varita por el mediocampo y cuajó un gran partido, al igual que el niño de la plaza de Ampuero, el capitán Íñigo que es un combustible inagotable para este Racing.

El partido seguía su curso y el resultado no se movía. Ambos entrenadores tiraron de pizarra e hicieron cambios, pero tampoco se notó mucho en el juego las nuevas incorporaciones. El encuentro estaba paralizado y no había manera de despertarlo. Alguna jugaba hacía levantar al aficionado de su asiento, pero dos segundos después se volvía a sentar porque no iba a más la ocasión.

Es un partido en el que el Racing se adelantó y el Huesca se la devolvió. Un punto para los cántabros, que sirve para que al menos pueda seguir con cierta tranquilidad en la tabla, ocupando el puesto decimosexto a siete puntos de la Ponferradina, que es el que marca el infierno. De haber sumado tres puntos, la diferencia sería lógicamente aún mayor, pero dada la dificultad del partido y el rival que visitaba el Huerto del Francés, tampoco es tan malo este punto. Todavía queda seguir remando y luchando. El próximo combate será este domingo, 19, contra el Lugo en tierras gallegas.

El Racing se mide al último de la clasificación. Esperemos que no haya paparda y el conjunto cántabro no resucite a un equipo que ya está medio muerto. No hay que fiarse ni de la clasificación ni de los puntos del rival, los de José Alberto tienen que ir a jugar otra final. Cada jornada tiene que disputarse con la misma mentalidad. Sin lucha, no hay recompensa.

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