18.05.2024 |
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RACING 2-1 ZAMORA

Cuando todo sale bien

El Racing ganó al Zamora con otros dos goles de Cedric, el último de ellos ya en el descuento | Tras adelantarse a los cinco minutos, permitió crecerse a su rival, que empató de penalti | Ya son seis puntos de renta respecto al Dépor

Cedric marcó ayer otros dos goles que, sumado a los tres del miércoles, hacen cinco en sólo dos partidos. / Hardy
Cedric marcó ayer otros dos goles que, sumado a los tres del miércoles, hacen cinco en sólo dos partidos. / Hardy
Cuando todo sale bien

El Racing está en un momento tan pletórico que no sólo es capaz de jugar con fuego sin quemarse, sino que ahora mismo se podría sentar encima de una hoguera y su culo saldría indemne. La vida le sonríe, le lleva la marea. Nunca se había sentido tan guapo. Hoy podría echar una quiniela y acertaría dieciséis. Si echara una carrera a Usain Bolt, seguro que éste se torcería el tobillo y acabaría llegando más tarde. El equipo verdiblanco es ahora mismo ‘la de Valladolid’, aquella chica que, durante la Seminci, no quería salir ese viernes noche, pero lo acabó haciendo por insistencia de sus amigas. Y sucedió que acabó en la cama con Brad Pitt, que estaba allí presentando Thelma y Louise. Conclusión: hay que salir siempre.

Los hombres de Fernández Romo estuvieron a punto de no hacerlo porque tras un gran inicio de encuentro, desaparecieron. El equipo lanzó una bomba de humo al suelo y nadie sabe a dónde se fue durante más de media hora. Quizá a casa. No reapareció hasta bien entrado el segundo tiempo. En medio pudo haber pasado de todo. Se hizo el valiente y quiso comprobar cuánto tiempo podía aguantar con la mano encima de llama. Se la jugó a la ruleta rusa pero no le tocó la bala porque tiene un delantero que, de repente, se ha encontrado en un estado de gracia tremendo. Cuando a él le faltó gol lo dieron los demás y cuando les ha faltado a los demás ha aparecido él. Ha marcado cinco en sólo dos encuentros. Hizo bien en ahorrar alguno en el encuentro contra la Cultural. Cuando todo parecía preparado para un baño de lágrimas por la oportunidad perdida, apareció el ‘nueve’ para cazar un balón en el interior del área y confirmar que la vida le sonríe al Racing. Hay que ver qué bien cantan los pajaritos.

Haberse dejado puntos ayer habría sido como dar una transfusión de sangre al Deportivo, que había vuelto a perder el día anterior. El equipo gallego está tumbado en el diván contando sus penas a su psicoanalista pero, de pronto, podría haber recibido una segunda vida. Cedric lo impidió. Si hace sólo siete días el Racing estaba empatado a puntos con el equipo de Borja Jiménez, ahora le saca seis más el golaveraje. No hay que engañarse, el ascenso es algo que el conjunto cántabro sólo puede perder él solo.

Obviamente, el conjunto cántabro era bien consciente desde el principio de que le habían puesto un banquete encima de la mesa, de que estaba ante una oportunidad que no podía desaprovechar. Y para hacerlo era fundamental repetir la puesta en escena de sus últimas apariciones en casa, algo que intentó y que le salió bien. De hecho, a los trece segundos ya lanzó a portería Marco Camus y a los cinco minutos ya marcó Cedric. Fue una jugada de estrategia que, en condiciones normales, exigiría llevar a juicio a la defensa zamorana. Ni un entrenador de infantiles se atrevería a ponerla en práctica por lo obvia que es, pero al Racing le salió perfecta. Sobre todo, porque cuenta con un pasador como Pablo Torre y un rematador en estado de gracia como el nigeriano.

La acción nació en un saque desde la esquina izquierda. Todos esperaban a las torres pero Cedric apareció desde la melé a la altura del punto de penalti para, completamente solo, rematar a gol. Aquello olía a nuevo festival en Los Campos de Sport porque el Racing se sentía poderoso, llegando con facilidad y, sobre todo, terminando muchas jugadas. El guión parecía el de los dos últimos encuentros pero el 2-0 no llegó y lo que sucedió fue que el Zamora se creció.

El equipo castellano se presentó en Los Campos de Sport con Julián Luque de medio centro. Parecía una rareza y, de partida, dio la impresión de que quería jugar a algo a lo que no está preparado. Sobre todo, cuando se trata de un equipo metido en serios problemas clasificatorios, lo que siempre genera tantas dudas como imprecisiones. Quería jugar desde atrás y tocando de manera aseada y comenzó perdiendo e incluso regalando balones en campo propio que el Racing convertía en cuchillos. El encuentro parecía desarrollarse hacia un guión fijo en el que el conjunto rojiblanco tenía el balón de manera improductiva mientras que el líder esperaba a robar, correr y generar un peligro tremendo.

El partido estaba donde quería el Racing. Se había puesto por delante ante un rival en puestos de descenso que en cuestión de tiempo podía bajar los brazos, con seis puntos de ventaja sobre el Deportivo y la grada dando rienda suelta a todos sus sueños de grandeza. Sin embargo, todo se complicó. El equipo visitante se fue creciendo, se fue creyendo que podía liarla a lo grande en Santander y a punto estuvo de hacerlo. Tanto es así, que a once minutos para el noventa, Miquel Parera firmó una enorme parada de las que dan puntos. Losada, su delantero centro, cazó un balón muerto tras el saque de un córner y su remate a boca jarro lo detuvo el guardameta verdiblanco tirándose con toda la intención para despejarlo. Quizá sin esa intervención no habría venido después la enorme asistencia de Borja Domínguez y el segundo de Cedric ya en el descuento.

El Racing no tenía por qué haber sufrido tanto si llega a haber acertado con al menos una tercera parte de las que tuvo en la primera media hora. Tanto Arturo como Cedric tuvieron remates claros que se fueron lamiendo el palo mientras que Pablo Torre remató en el área pequeña un centro de Camus de manera hábil para sorprender al portero pero éste respondió bien. La sensación era la de que en cualquier momento no sólo podía llegar el segundo, sino el tercero y el cuarto, pero las cosas empezaron a cambiar.

El Zamora se sintió cada vez más poderoso y hábil con el balón. Salía bien de la presión inicial y encontraba superioridades en el centro del campo que, poco a poco, fueron hundiendo al Racing. Entre el minuto veinticinco y el empate no olió el balón. No le duraba nada y, cuando robaba, arriesgaba con pases para coger vendida a la retaguardia rojiblanca que nunca salieron bien. El encuentro había cambiado y, de hecho, el equipo castellano, que no marcaba un gol desde enero, a punto estuvo de hacerlo a los 22 minutos gracias a una rápida acción que en dos pases brindó a Dani Hernández un claro remate entrando en segunda línea que se fue rozando el palo izquierdo de Parera.

El premio a su insistencia llegó en el treinta y seis. A nadie le pudo coger por sorpresa. El Racing había vuelto a ser lo que tantas veces había sido esta misma temporada. De nuevo había pasado a demostrar su incapacidad para comportarse como un grande ante un rival de la zona baja, ya que se estaba dedicando a correr detrás de la pelota sin olerla. Y eso cansa mucho, lo que ni mucho menos convenía a un equipo que venía de jugar tres partidos en una semana. Y sin apenas cambios entre uno y otro.

El gol del Zamora llegó de penalti, tras una acción elaborada en la que Bobadilla derribó a Losada. La acción se antoja dudosa viéndola repetida pero el árbitro no tuvo duda alguna. Fue Luque quien se encargó de materializar la pena máxima y lo hizo perfecto, ajustando al máximo el balón hasta un punto en el que era físicamente imposible que llegara Parera. La luz roja se había encendido en Los Campos de Sport. Y no tanto por haber recibido un gol, sino por el contexto en el que había sucedido.

Había que reaccionar y el Racing reaccionó. Le entraron las prisas y logró cambiar el ritmo a su juego. Antes del descanso, Arturo probó con un lanzamiento lejano cargado de intención que hizo volar al portero. Otro momento de gloria tendría éste, ya en el minuto ochenta y nueve. Esta vez, fue Satrústegui quien cazó un balón en el interior del área y, disfrutando de un aclarado, buscó con su pierna mala la escuadra sin encontrarla pero permitiendo al guardameta lucirse. En ese momento, sólo quedaban un puñado de segundos para el segundo de Cedric, pero no lo sabía nadie.

Fausto Tienza, peor ayer que en sus últimas apariciones, dio algunos síntomas de cansancio, por lo que  formó parte del primer cambio de su entrenador. Toda la sala de máquinas fue renovada, al igual que unas bandas que ayer no estuvieron demasiado afortunadas. Por la derecha se echó tanto de menos a Soko que fue Unai Medina quien se quedó toda la banda para él, ya que Arturo tenía libertad para aparecer por todos lados. Fue Camus quien más intentó actuar como extremo y fue quien más cerca estuvo de marcar al culminar a la hora de partido un contragolpe que dirigió Pablo Torre. Éste le esperó porque ni miró a Cedric, que corría por la derecha. Nadie sabía lo que podía tener en la cabeza el de Soto de la Marina. Y lo que tenía preparado era un pase final al santanderino, que llegaba en moto, para que rematara con su pierna buena. Y lo hizo, pero el balón lo despejó la defensa.

Sólo tres minutos más tarde, el árbitro se tragó una mano clara en el área del Zamora. El Racing fue inclinando el campo totalmente a su favor, entró Harper aprovechando la baja de Manu Justo para confirmar que no está para gran cosa y, finalmente, en una acción cargada de valores por parte del conjunto cántabro, acabó el balón en las botas de Borja Domínguez, un tipo que hacía mucho que no era protagonista. El gallego le dio un regalo tremendo a Cedric, que ganó la espalda a la retaguardia y finiquitó la jugada como quien sabe que está en un momento dulce en el que todo va para dentro. Él podía ser ‘la de Valladolid’ ahora mismo.

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