26.04.2024 |
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EIBAR 2 - RACING 1

El plan B no le alcanza al Racing

El conjunto cántabro, que dio dos balones al palo, perdió en Eibar tras encajar dos goles en otros tantos lanzamientos en el primer tiempo  pareció con  ánimo defensivo pero estuvo cerca de remontar cuando adelantó sus líneas
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El plan B no le alcanza al Racing

Para ganar partidos hay que tener un revólver, un puñado de balas y talento. El Eibar tiene mucho de todo eso, por lo que acabó con el Racing del mismo modo que se mataba en las películas clásicas de cine negro: con un disparo para cada cadáver. Ni a los buenos ni a los malos les hacían falta metralletas, sino una pequeña pistola y un solo tiro para acabar con el que tenían delante. Por eso el equipo de Garitano es el que menos remates necesita por cada gol que marca de toda la liga. Ayer se puso 2-0 con otros tantos lanzamientos a portería mientras que el conjunto cántabro vació un par de cargadores haciendo muchos agujeros en el techo y en las paredes. Lo hizo en el segundo tiempo, que es cuando en verdad fue a buscar sangre, pero acertó sólo una vez. Por eso perdió.

Quizá no mereció perder el Racing, pero también hay que reconocer que su planteamiento de partida no fue ganador. Cuando de verdad adelantó sus líneas para jugar como jugó en los primeros minutos contra Las Palmas, hizo temblar a su potente rival, pero de inicio prefirió dar continuidad al segundo tiempo de aquel partido contra el equipo canario. Se metió de manera tan profunda en la cueva que casi no veía la luz de salida. Ese fue su plan y lo cierto, aunque ahora sea ventajista afirmar que salió mal, es que estuvo a punto de salir bien. Y si no salió bien fue porque no tuvo la fortuna o el talento que tuvo su rival para acertar con las que tuvo. De hecho, el conjunto cántabro estampó dos balones a la madera que pudieron haberlo cambiado todo. Uno pudo ser el empate a uno y el otro el empate a dos, pero salió cruz. El Racing parece estar jugando con una moneda de una sola cara en este primer tercio de campeonato.

Salió el Racing a que no pasaran muchas cosas y pasaron dos goles antes del descanso. Ambos de Stoichkov en otros tantos lanzamientos entre palos, que fueron los mismos que firmó el conjunto cántabro en la primera mitad. Ambos equipos presentaron planteamientos bien diferentes: uno quería dominar con balón y otro sin balón y esa pelea, en verdad, resultó equilibrada en esos primeros 45 minutos. Tras el descanso, la historia cambió porque uno dio un paso al frente y el otro no se sintió tan poderoso, pero el tren ya se había escapado. La diferencia al final estuvo en las áreas y ahí siempre gana el que disfruta del viento a favor. Al pobre siempre le cuesta todo mucho más. La meritocracia es mentira.

«Aquel que dijo que más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida», contaba Woody Allen en ‘Match Point’. «Asusta pensar cuántas cosas se escapan a nuestro control», añadía. Él ponía el ejemplo de una pelota de tenis que da a la red y de cómo son aspectos fortuitos los que pueden hacer que caiga a un campo o a otro. Y todo amante del fútbol sabe bien que muchas veces las rachas y las dinámicas lo cambian todo, que puede haber momentos en los que un equipo no meta un gol ni a puerta vacía y otros en los que marque incluso sin querer. El Racing está ahora en la primera y el Eibar, sobre todo cuando juega en casa, en la segunda. Basta ver lo sucedido entre los minutos 43 y 44. En el primero de ellos, Matheus estampó un balón al palo que, seguidamente, se fue para fuera. En el segundo, Stoichkov remató también a la madera pero, seguidamente, la pelota se fue para dentro. Y fue así como se pasó de un posible empate a uno a un dos a cero que ya puso las cosas imposibles con vistas al segundo tiempo.

Más aún, si el Racing quería seguir jugando como en el primer tiempo, algo que no hizo porque no habría tenido sentido. Su estrategia inicial estaba pensada para un resultado corto y un partido largo. Fernández Romo optó por Matheus para cubrir la ausencia de Jorge Pombo y, de esta manera, el dibujo pasó a ser más similar a un 4-4-2. Era una alternativa que todo el mundo sabía que manejaba el entrenador pero más sorprendente fue la decisión tomada para la banda izquierda. Ni Íñigo Vicente ni Marco Camus. El elegido fue Arturo, un jugador de quien el técnico verdiblanco está enamorado. Nunca ha sido suplente desde que llegó al equipo. Está al nivel, en cuanto a preferencias se refiere, de Pol Moreno y Unai Medina, pero quizá se haga más difícil encontrar el motivo.

El Racing jugó a hacerse corto, a que no hubiera espacios y a correr rápidamente hacia arriba en cuanto tuviera el balón. Su medio campo desapareció y se desprendió de la responsabilidad de la creación porque su equipo lo pasaba por alto. Construyó el equipo verdiblanco su muralla en un bloque bajo tan lejos del área contraria que incluso hacía muy complicado coger al contragolpe a su rival. Más aún, cuando prescindió de un cuchillo por la izquierda, ya que Arturo tiene una buena colección de virtudes, pero la velocidad no es una de ellas. Así, el Racing no podía mirar hacia ese costado cuando quería salir corriendo. Tampoco lo hizo demasiado porque no podía. Había mucha distancia entre sus líneas de presión y el área rival. Lo suyo fue el balón en largo para que lo intentaran controlar Sekou o Matheus, controlaran de espaldas y esperaran la segunda oleada.

Fue duro ser extremo ayer en el Racing del primer tiempo. Se hundían casi a la altura de los laterales y, además, cuando tocaba atacar, debían ser los primeros en aparecer. No hay muchas piernas que lo aguanten. Las ideas por parte de ambos equipos eran claras porque el Racing no tenía ningún problema en que el balón fuera para el bando azulgrana y, de esta manera, a los 22 minutos de juego el porcentaje de posesión era del 78% para el Eibar. Al equipo de Romo le habría parecido estupendo si no llega a ser porque, para entonces, ya iba perdiendo.

Un plan de partido como el diseñado por el conjunto cántabro ayer se viene abajo con el primer golpe que recibe. Y lo recibió a los 18 minutos, cuando Tejero, el lateral derecho del Eibar, se incorporó al ataque para centrar un balón perfecto al interior del área pequeña con su pierna mala. Los centrales estaban con los suyos pero quien apareció por allí fue un delantero disfrazado de extremo izquierdo como Stoichkov. Arrastró consigo a Mantilla pero éste siempre fue detrás de él, por lo que el atacante sólo tuvo que tocar ligeramente de cabeza para superar a Parera, que quizá pudo hacer más en la salida.

Aquel fue el primer y único lanzamiento entre palos del Eibar hasta el 44, cuando marcó el segundo. El autor fue el mismo tras una gran combinación con Aketxe. Fue entonces cuando, aprovechando que la defensa cántabra no estuvo hábil ni atenta al fuera de juego, firmó un remate seco al segundo palo que, tras dar en el mismo, se fue para dentro. Se pudo marchar el Racing a descansar con la sensación de haber conseguido su objetivo por haber impedido que su rival acumulara acercamientos de peligro, pero le bastaron dos para hacer dos goles. El talento e incluso el acierto vale dinero y Stoichkov es uno de los caros.

El Racing también remató dos veces a portería en el primer tiempo pero sólo la de Matheus fue de verdad. La de Mboula fue sólo una manera de terminar un jaleo individual en el que se había metido atajando Yoel el balón con seguridad. La buena, la de verdad, fue la otra, la que quizá podía haber cambiado la historia. El conjunto cántabro recuperó en campo rival, algo que apenas logró en el primer tiempo por lo hundido que se quedó a base del monólogo de su contrincante, y Juergen encontró rápidamente a su extremo derecho. Mboula controló, recortó y, aunque todo el mundo esperaba un centro raso, templó los ánimos y centró a la posición de Matheus, que remató de volea golpeando el balón a la madera.

Fue curioso que Fernández Romo no hiciera cambios en el descanso porque necesitaba remontar dos goles y la alineación no estaba diseñada para acumular llegadas. Fue a los diez minutos cuando cambió a los dos extremos para situar a Íñigo Vicente a la izquierda y situar a Marco Camus en la derecha. Y la historia cambió. La entrada del de Derio no tardó en hacerse notar porque, apenas tres minutos después de entrar, protagonizó una primera jugada por su banda para, tras dejar atrás a su par, ceder a Juergen, que le esperaba en las cercanías de la frontal del área. El colombiano centró de primeras a Sekou y éste, adelantándose a un perro viejo como Arbilla, metió la punta de su bota para acortar distancias. Sólo dos minutos después, el delantero estuvo a punto de marcar de nuevo con una jugada casi idéntica y con los mismos protagonistas. Esta vez, el ariete remató de cabeza pero el balón lo atajó el portero.

El encuentro había cambiado. De hecho, no mantuvo de partida la monotonía que había marcado el primer tiempo. El Racing salió con más ánimo de ser protagonista y de que cambiaran cosas. Puso una marcha más y comenzó a apretar más arriba. Consiguieron los hombres de Romo que el partido fuera de ida y vuelta y que, en definitiva, pasaran cosas. Y tan cierto como que el Eibar pudo haber marcado el 3-0 con un gran lanzamiento de falta de Aketxe y otro remate de Corpas dentro del área al primer palo a los que respondió bien Parera, fue que Sekou pudo haber empatado a los 64 minutos. El delantero pasó de haber pasado desapercibido en todo el primer tiempo a marcar uno, estar a punto de anotar un segundo dos minutos después y estampar un balón al larguero en el 64. Esta vez la pelota le llegó desde la banda derecha tras una buena acción de Camus que culminó Mantilla con un centro. Que este último estuviera en campo contrario ya evidenció un cambio respecto al primer tiempo.

El Racing adelantó las líneas. Nada que ver con lo visto hasta ese momento. Y al Eibar le entró el lógico temor a perder el tremendo tesoro que tenía. Logró, aún así, enfriar un tanto el partido pero lo volvió a calentar Marco Camus cuando, aprovechando que jugaba a pierna cambiada, firmar un duro disparo al cuarto de hora del final que atrapó Yoel en dos tiempos. Reaccionó Garitano con un triple cambio que buscaba, ante todo, recuperar el control de la contienda pero, aún así, no evitó que el conjunto cántabro muriera buscando su cuello. Rubén contó con un remate al saque de un córner que se habría ido para dentro si no hubiera golpeado en su compañero Sekou y en su defensor mientras que Peque cabeceó otro en el primer palo que envió el cuero alto por poco. Ningún aficionado del Eibar estaba tranquilo porque el partido transmitía la sensación de que podían pasar cosas, pero no pasó nada.

El plan B no le alcanza al Racing
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