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El Diario de Cantabria

RACING 1-0 SD LOGROÑÉS

Paso de campeón

El Racing ganó por la mínima a la SD Logroñés, lo que, sumado a la derrota del Deportivo contra el Celta B, aumenta su ventaja a nueve puntos | Un gol de Cedric desniveló un encuentro parejo con pocas ideas en ataque

Los jugadores del Racing, celebrando el solitario gol de Cedric. / RRC
Los jugadores del Racing, celebrando el solitario gol de Cedric. / RRC
Paso de campeón

El Racing no tiene vértigo ni mal de altura. No necesita biodramina para el mareo ni oxígeno para llegar a la cima. Le basta con caminar. A veces lo hace con más estilo y otras con menos, pero transmite sensación de seguridad y de que, con paso firme y decidido, va a llegar a donde le dé la gana. Ni siquiera hay nadie ya soplándole a la oreja ni metiéndole prisa. Sus perseguidores están cada vez más lejos, fallan y le permiten incluso tocar el premio final por mucho que aún queden casi dos meses de competición. El conjunto cántabro es ahora mismo como Ulises ordenando que le aten al barco para no poder huir del canto de las sirenas que enloquecen y matan a quienes lo oyen, pero no están pudiendo con él. Sigue reconocible y seguro; atado al mástil, sin pánico al rotundo éxito al que parece encaminado. Son ya nueve puntos de ventaja y quedan ocho partidos, por lo que no lograr el ascenso ya no podría ser nunca un asesinato, sino sólo un suicidio.

No tuvo que ser fácil ayer para los jugadores verdiblancos templar los nervios, poner bajo control la adrenalina y las ganas de abrazar al primero que pasara por allí. Estaba solventado su partido por la mínima, con lo justo y sin sufrir demasiado y de Balaídos sólo venían buenas noticias que eran fácil de intuir por la reacción de la grada y porque incluso se anunciaban por los vídeomarcadores. El Deportivo perdía y el Racing ganaba. Todo se había vuelto a poner a favor y sólo quedaba terminar el trabajo para no echarlo todo a perder a última hora ni salir con la decepción propia de lo que podría haber sido y no fue. Es ahí cuando pudo entrar el pánico y el vértigo a ganar, lo que detectó bien el banquillo. El equipo ya lo había apostado todo al resultado en la media hora final de encuentro y Fernández Romo le ayudó reforzando su defensa, doblando laterales en ambas bandas y con Sergio Marcos en la media punta para, en la medida de lo posible, intentar defender con balón. No lo logró, pero su rival tampoco marcó.

El Racing no estaba ayer para florituras. Intentó salir con la misma ambición y la misma idea que en sus últimas apariciones en casa, con una presión muy adelantada que pusiera en problemas a una defensa que no tenía problemas en arriesgar para sacar la pelota, apretando mucho a Caneda y, en definitiva, provocando el error del conjunto riojano. Y lo consiguió, pero le faltó de todo en las inmediaciones del área. Tanto es así, que el jugador que más aportó al juego ofensivo del equipo verdiblanco en el primer tiempo fue Unai Medina con dos lanzamientos desde la frontal y un testarazo que se fue alto mientras que el único lanzamiento entre palos hasta el descuento fue el gol.

Este último fue de Cedric pero buena parte de la culpa la tuvo Fausto Tienza. El medio centro extremeño robó la pelota en campo propio metiendo la cabeza donde sólo lo hacen los valientes y descarados. Se vio con espacios y avanzó por el carril central hasta que, en un momento dado, vio dibujada una autopista hacia el delantero centro. El pase en profundidad fue perfecto con el único problema de que exigía un remate con la pierna derecha, con la que no tiene el africano mucha confianza. Sin embargo, éste está en un momento tan pletórico que le sale todo. A su par viajaba César Caneda, un tipo que hizo la mili cuando Cedric aún no había nacido. No era fácil librarle pero el delantero consiguió que se le vieran las costuras con un buen recorte con el que se acomodó el balón a su pierna buena. A partir de ahí, sólo quedaba el remate. Y cuando a un goleador le sale todo, siempre va para dentro. Poco pudo hacer Jero para atajar un balón que trazó una diagonal milimétrica.

El gol fue una rareza en medio de un primer tiempo aburrido y sin áreas. Poco le duró al Racing el ímpetu inicial porque a los diez minutos ya se sintió el Logroñés dueño del partido y del balón. Raúl Llona, su entrenador, sorprendió con una alineación sin extremos y con mucho pelotero a la que sacó verdadero partido, ya que generó constantes superioridades en la zona ancha que, poco a poco, le permitieron ir haciendo méritos para merecer el gol.

Mientras que el Racing se mostraba incapaz de generar juego ofensivo y menos aún de rematar y acabar jugadas, su rival ya contó con al menos un par de opciones antes del gol que dibujaron el miedo en el rostro del equipo local. La más importante llegó al cuarto de hora, cuando Cubero, muy activo en todo momento, le puso a Javi Pascual un balón en el interior del área que éste remató con su pierna derecha con muy mala intención. El cuero golpeó en un defensor y, aún así, se marchó a córner por bien poco. También tuvo fortuna al Racing cuando, veinte minutos más tarde, otro centro de Cubero fue esta vez rematado por Jon Ander después de una mala salida de Parera. El delantero no esperaba que la pelota llegara hasta él y remató con el pecho marchándose ésta fuera por centímetros. El alavés, que lleva meses reñido con el gol, tuvo otra clara ocasión en el segundo tiempo al ganar la partida a los dos centrales racinguistas y rematar un centro con la puntera, pero también se perdió el balón por la línea de fondo.

Fernández Romo apostó por Yeray para hacer de Pablo Torre. No es fácil la misión. La ausencia de la perla de Soto de la Marina estaba llamada a notarse porque desde el primer día ha orbitado todo el juego ofensivo de los suyos alrededor de él. Ayer faltaron ideas, capacidad de conectar con los extremos y dar salida a los medio centros. De hecho, el joven valor de Isla jugó quizá demasiado alejado de estos últimos, lo que facilitó la conducción de los futbolistas riojanos. Se marchó a la hora de partido quizá con la sensación de no haber encontrado la oportunidad ni el momento de enseñar sus mejores virtudes.

Cuando entró Sergio Marcos en su lugar, el gran objetivo era ya mantener el resultado. Aún así, las dos mejores ocasiones que todavía brindó el partido fueron del Racing. Tremenda fue una de ellas, un contragolpe lanzado en campo propio que permitió a Soko ganar muchos metros en carrera con Álvaro Bustos a su lado. Los dos se presentaron frente a frente con Jero, el portero rojiblanco. El camerunés podría haber apostado por finiquitar él mismo la jugada pero lo normal en esos casos es ceder al compañero. El africano vio fácil acumular una novena asistencia de gol esta temporada y le regaló un balón a Álvaro Bustos que sólo debía empujar entre palos. Sin embargo, todo lo sucedido se hizo a tanta velocidad, que el asturiano no ejecutó bien, remató a media caída y lo hizo, además, desviado. No se lo podía creer. Ni él ni nadie.

Tras perdonar algo así, lo más normal es pagarlo. Quien ha visto fútbol lo sabe, pero lo cierto es que el Logroñés no estuvo ni cerca. Su entrenador puso a toda la artillería y arriesgó a balón parado metiendo a mucha gente en el área y consiguiendo poner en serios problemas al conjunto cántabro, pero fue una peinada de Fausto Tienza que por un momento pareció que iba a llevar el balón a su propia portería lo que más inquietó a la grada local, que para entonces ya estaba de fiesta. Ya en el descuento, Ander se coló en el área aprovechando un gran pase de Javi Pascual pero su remate lo tapó bien Parera.

Viendo a sus futbolistas muy justos y teniendo en cuenta que el entrenador rival ya había puesto en escena a sus extremos, Fernández Romo metió refuerzos poniendo a Javi Vázquez por Bustos y colocando a Medina en el puesto de Soko para situar a Mantilla a su espalda. El objetivo era cerrar el partido cuanto antes y el Racing lo consiguió jugando bien los minutos finales, haciéndose enormes sus medio centros y quedándose cerca de marcar un segundo tanto. De nuevo fue un contragolpe y, esta vez, un certero pase de Sergio Marcos lo que permitió a Harper presentarse frente a Jero. Pudo haber rematado con la pierna derecha porque es lo que pedía la situación, pero no se fió. Es la mala. Así que terminó realizando un gesto y un movimiento forzado para golpear con la zurda que salió mal. El balón fue directamente al muñeco.

Poco más se jugó a partir de ahí. La fiesta ya era a lo grande en el graderío porque los que estaban allí ven venir una gran noticia. Nueve puntos de ventaja son muchos puntos pero, sobre todo, lo son cuando uno ve a su equipo caminar con paso tan firme. Que el Racing no logre su objetivo sólo podría ser causado por un derrumbe de tremenda magnitud en el que parece improbable que pueda caer un equipo tan fiable como el de Fernández Romo. Sólo entrar en barrena mentalmente podría provocarlo y es algo que sólo se puede evitar sumando y consiguiendo que la maquinaria no se detenga. No hay que fiarse de los cantos de sirena.

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