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El Diario de Cantabria

RACING 0-0 OVIEDO

Ensayo final sin gol

Racing y Oviedo empataron a cero en el último partido de pretemporada para ambos | El equipo asturiano salió mejor pero el conjunto cántabro fue superior durante el segundo tiempo | Sólo tres de los once fichajes fueron titulares

Matheus tuvo la mejor ocasión para haber roto la igualada. / RRC
Matheus tuvo la mejor ocasión para haber roto la igualada. / RRC
Ensayo final sin gol

Ni Oviedo ni Racing se han bañado en gol durante el verano. Les ha costado no sólo acertar, sino, sobre todo, fabricar, generar y llegar. Han dado la impresión de no coger el tren adecuado, de equivocarse de andén cada vez que les ha tocado atacar o, simplemente, de subirse a una locomotora que aún no tenía el carbón suficiente para avanzar deprisa. Por eso el empate a cero era lo que más cotizaba antes del último amistoso del verano, ese partido en el que ya hay que enseñar las pistolas de oro. No lo hicieron ni unos ni otros. Hubo unos pocos chispazos de alegría y hasta de calidad, pero ninguno vio puerta. Se cumplió la previsión. Los porteros apenas actuaron y ambos terminaron como comenzaron. Van a empezar la temporada con la certeza de que les faltan cosas. Probablemente, como todos. Es lo que toca.

Quizá fue el Oviedo mejor en la primera parte o, por lo menos, en los primeros veinte minutos y el Racing en la segunda. La diferencia fue que los instantes más inspirados de los cántabros fueron más alegres e incluso divertidos. Consiguieron por momentos meter a la gente en el encuentro, levantar ovaciones e invitarles a seguir empujando, pero todos están aún de verano. El encuentro fue a rachas porque la continuidad también suele escasear en pretemporada. Como los goles. Pero el verano futbolístico ya ha terminado. El primer día de curso viene ya y no hay tiempo para las presentaciones ni enseñar las fotos de la playa. A la mínima, te sacan el cuchillo.

Si algo le gusta al aficionado en pretemporada es ver caras nuevas. Ayer se quedó con las ganas. Al menos, de partida. Sólo hubo tres en el once inicial. La portería, la totalidad de la defensa, el doble pivote y una de las bandas estuvieron ocupadas por los futbolistas que lograron el ascenso. Eran rostros reconocibles que se conocen los hinchas de memoria y en los que, ante todo, confía su entrenador. Y es posible que quiera arrancar la campaña con ellos hasta que el plantel se cierre y la maquinaria alcance la velocidad de crucero que salga a buscar. Mejor lo bueno conocido que los refuerzos por descubrir, debe pensar.

Alfon por banda derecha, Iñigo Vicente en la media punta y Matheus arriba fueron los debutantes, los nuevos, los que sintieron por vez primera lo que es vestir la casaca verdiblanca en El Sardinero. Lo hicieron a medias porque la mitad del estadio tuvo todas sus butacas vacías por la larga resaca de las fiestas de Santander. Las ferias seguían en marcha y eso impidió al club abrir las puerta de las gradas este y sur. Con esa ‘L’ en blanco que formó el estadio, sumado a la música y a las gratuitas arengas pregrabadas de las barracas que se escuchaban perfectamente desde dentro costó ponerse en faena. Porque el encuentro de ayer no sólo debía ser un ensayo general para el equipo, sino también para la afición. Porque en siete días la cosa irá en serio. Y ahí han de sumar todos, tanto los que están dentro como los que están fuera.

Quisieron los dos equipos dar intensidad al envite, aportar lo que hiciera falta para que el último amistoso pareciera un partido de verdad, pero siempre cuesta. Los engranajes del Racing aún dan la sensación de necesitar aceite, la retaguardia no termina de transmitir seguridad y siguen faltando luces en ataque. Está prohibido pronunciar el nombre de Pablo Torre pero hay momentos en los que el equipo parece estar a la deriva cuando atraviesa la línea de medios. Ayer comenzó sin oler casi la pelota, con el Oviedo jugando mucho en campo rival. Es algo que nunca le ha incomodado demasiado al equipo de Fernández Romo, pero sólo le gusta si, cuando roba, parte con ideas claras. Ya no está Soko en el otro extremo para ofrecer siempre una salida en cuanto uno levanta la cabeza ni el de Soto de la Marina para que invente. Los que han llegado tienen capacidad para cubrir tanto vacío, pero  necesitan más carbón en la caldera.

Es probable que el equipo que jugó ayer se parezca mucho al que comience ante el Villarreal B. Y comenzó Parera bajo palos porque sigue a un buen nivel y ayer realizó un par de intervenciones de mérito, de dejar bien claro que sus bisagras funcionan. También sigue volando Unai Medina porque, como en Soria, por momentos fue el mejor argumento ofensivo de los suyos a pesar de ser lateral derecho. El líder en el medio campo fue Fausto Tienza, que da la impresión de que no va a repetir la historia del curso pasado, cuando le costó alcanzar el verdadero nivel que dio en la segunda vuelta. Ahora ya está aquí.

A Íñigo Vicente le está costando confirmar que el Racing ha fichado al jugador que brilló en el Mirandés el curso pasado. Comenzó en la media punta pero a los veinte minutos le cambió el sitio a Arturo, por lo que pasó a jugar por banda izquierda. Y pasó un tanto desapercibido hasta el arranque del segundo tiempo, cuando conectó con Matheus, un jugador incansable pero desasistido. No va a ser sencillo ser el nueve del Racing este año.

Arturo comenzó por la izquierda, continuó por dentro y terminó en la derecha. Fue ahí donde comenzó el segundo tiempo tras la salida de Alfon para que entrara Juergen, que tiene una enorme capacidad para hacerse con el papel protagonista. El murciano quizá dio la mejor de sí cuando se colocó en la media punta. De hecho, fue el primero en encontrar un cierto camino y tender puentes para brindar primero un buen centro a Matheus al que éste no llegó porque se le adelantó un central y un buen pase en profundidad a Alfon que tampoco terminó en nada. De hecho, nada terminó en nada más allá de medio campo. La única acción que hizo trabajar, por llamarlo de alguna manera, a Nadal, que era el portero del Oviedo, fue un lanzamiento de falta de Íñigo Vicente. Superó la barrera pero lo atrapó plácidamente el cancerbero.

El Oviedo tampoco hizo mucho más, pero al menos sí firmó tres cabezazos en el corazón del área en los primeros veinte minutos. Dos se fueron altos y el más claro de todos, el de Borja Bastón, un tipo que no acostumbra a fallar regalos así, lo despejó Parera bajo palos. El equipo asturiano mostró una mayor presencia sobre el terreno de juego en el primer tercio de encuentro, por momentos dio la impresión de no dejar salir al Racing, que no se sintió poderoso con la pelota hasta el segundo tiempo. Le vinieron bien los cambios y, sobre todo, la presencia de Juergen que es capaz de ofrecerse en cualquier lugar donde uno haya recibido un balón. Y eso se agradece.

A los siete minutos de la reanudación robó Íñigo Vicente un balón en el área contraria tras haber sido abortado un ataque de los suyos. Ganó línea de fondo de manera literal, hasta pisar la cal, y en el momento oportuno asistió atrás para que Matheus, sin necesidad de controlar ni de pensar, rematara de primeras al palo corto. Lo malo fue que el guardameta estaba bien colocado y repelió el peligro. Fue la mejor ocasión del Racing para haberse dado una alegría antes de adentrarse en la jungla. El delantero brasileño demostró que, además de ser un guerrero sin miedo a meterse en cualquier pelea, también tiene capacidad de remate. Es un delantero y da la impresión de que Fernández Romo tiene la confianza en el cargamento que lleva en la cartuchera.

Lo cierto es que el conjunto cántabro fue superior en el segundo tiempo. Incluso tuvo momentos en los que se gustó, en los que conectaron hombres como Aldasoro, Íñigo, que creció respecto al primer tiempo, además de Juergen y un Arturo al que le falta decisión en la cercanía del área o incluso confianza. Se acabaron jugadas y eso es bueno, pero también faltó lanzar entre palos. Cuesta ver portería pero al menos el grupo se sintió fuerte y, sobre todo, con capacidad, que es lo que se busca en la pretemporada. Quería y verdaderamente tenía hambre. Es lo que ha estado buscando el club. Al acierto se le espera un poco más tarde.

Los mejores minutos del conjunto cántabro, que fue cambiando a todos sus futbolistas hasta que se quedaron Pol Moreno e Iñigo, además de Parera, como los únicos que completaron los noventa minutos, quedaron interrumpidos por la pausa de hidratación. Puede ser una acción justificada del Escudo para abajo, donde sí hace un calor sofocante, pero no tanto en un encuentro como el de ayer. Lo aprovecharon ambos entrenadores para introducir sus últimos cambios y, a la larga, para dar por terminada la contienda, ya que apenas pasó nada más. Quedó el partido para las últimas probaturas tácticas de Bolo, que pasó a jugar con tres centrales, y poco más. Se acabó el tiempo de los ensayos. Lo que suceda a partir de ahora será de verdad y tendrá consecuencias. Bienvenidos a los juegos del hambre.

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