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El Diario de Cantabria

RACING 4-0 CULTURAL

Cedric rompe el huevo

El delantero verdiblanco puso fin a una sequía goleadora de cinco meses con un ‘hat trick’ ante la Cultural | A los ocho minutos, ya había marcado dos | El Racing se mostró muy superior a un rival inoperante que pudo encajar nueve

Cedric rompió ayer su sequía goleadora allanando el camino de la victoria con dos goles en dos minutos. / Hardy
Cedric rompió ayer su sequía goleadora allanando el camino de la victoria con dos goles en dos minutos. / Hardy
Cedric rompe el huevo

Lo habitual es aprender a leer y escribir en primero de Primaria. Cada niño va a su ritmo y unos lo consiguen antes y otros más tarde. A quien progresa se le ve a distancia y la maestra le suele decir: «Estás a punto de romper el huevo». Es una gran metáfora. Siempre hay un momento en el que algo hace click y el pequeño pasa la barrera que le da acceso a un mundo mucho más ancho que el que conocía. Cedric llevaba tiempo sin marcar, estaba metido en su cascarón, en su propia oscuridad y en su particular guerra con el gol. No lo hacía desde Badajoz. Hace tanto de eso, que el equipo pacense incluso ha pasado ya por Los Campos de Sport. Sin embargo, no estaba en estado profundo de depresión, sino que hacía semanas que, aunque siguiera en plena sequía, se veía que estaba a punto de romper el huevo. Hasta que lo consiguió, asomó la cabeza, sacó un ala y después la otra. Ayer acabó anotando tres goles, los dos primeros en dos minutos, y por eso antes de que el partido llegara al diez, el Racing ya iba ganando 2-0.

A pesar de que el delantero africano por fin dejó atrás su guerra con el gol, no sabe uno si ayer se fue contento o incluso decepcionado, porque anotó tres pero pudo haber celebrado media docena sólo en el primer tiempo. Cedric se pudo poner las botas y marcar todos los goles que no había marcado en los últimos cuatro meses para poner la cuenta al día, pero quizá prefirió administrarlos. A saber. Lo positivo es que la confianza que le ha demostrado Fernández Romo, que le ha seguido alineando en el once jornada tras jornada a pesar de su sequía, ha tenido su recompensa. En el fondo, a buen seguro que él era quien mejor sabía que el huevo estaba a punto de romperse.

Cedric acabó con el partido en seguida. Quien llegó tarde, se lo perdió. El delantero se aprovechó de un par de buenas acciones de sus mejores aliados: Soko y Pablo Torre. El primero llegó tras una galopada del camerunés por su banda derecha, convertida en infierno en la tierra para la Cultural en la tarde de ayer. El extremo, veloz y con ánimo reivindicativo tras su pobre actuación de Talavera, ganó línea de fondo y sacó un centro medido sin escuadra ni cartabón que llegó al corazón del área pequeña, donde le esperaba Cedric con la escopeta cargada. El balón superó a los desnortados defensores y el delantero lo remató con su pierna buena enviando la pelota al lado contrario del costado a donde se había tirado Sotres.

No tardó en llegar el segundo. Esta vez nació de un balón parado desde la banda izquierda. Lo puso Pablo Torre y todos miraban al cielo esperando un centro que intentara aprovechar el potente juego aéreo de Pol Moreno, Bobadilla, Satrústegui o Soko, pero la pelota salió rasa a la posición de Cedric, que estaba en la frontal moviéndose sobre la frontera del fuera de juego con ánimo de despistar a la línea defensiva de la Cultural. Y lo hizo porque ésta no se enteró de nada. Aunque el control del ‘nueve’ verdiblanco no fue del todo bueno al marchársele un poco el balón, aún fue capaz de llegar a él y rematarlo, ya en el área pequeña, con su pierna buena. Era el 2-0 y el reloj sólo había llegado al minuto ocho.

A pesar de que la contundencia del marcador invita a pensar lo contrario, no apareció el Racing como contra el Real Unión, sacando a su rival del campo a base de empuje, presión, línea muy adelantadas y, sobre todo, una tremenda intensidad, sino que fue su rival quien le abrió la puerta de su casa y le puso el café, las pastas y el chupito. Fue como si la Cultural no quisiera jugar, como si hubiera decidido regalar los puntos cuanto antes para recogerse pronto y poder ver el Real Madrid - PSG en el sofá. Le puso una alfombra roja al conjunto cántabro, que nunca se habría imaginado un encuentro tan cómodo. No sólo le dieron a elegir qué quería comer cuando estaba en campo contrario, sino que las veces que dispuso de ocasiones para generar cierta inquietud en el bando local, perdonó. Parera no tuvo que parar ni una.

El primer gol llegó a los seis minutos pero incluso podía haber llegado en el cuarto, cuando Unai Medina, enorme partido el suyo, dobló a Soko y centró a donde nadie pensaba que iba a centrar porque no había nadie por allí. Lo bueno es que Pablo Torre no es de los que está, sino de los que aparecen. Por eso se volvió a colar, como había hecho en sus anteriores encuentros, entre los defensas para rematar esta vez con el pie y no con la cabeza, que es como había anotado en las últimas semanas. Y falló. Él también falla. Le dio con la zurda buscando la base del palo y se encontró con un paisano, un tipo crecido en La Albericia y que, en el fondo, fue el máximo responsable de que la Cultural no se marchara ayer con una sonrojante goleada.

Sotres realizó no menos tres paradas de tremendo mérito. La primera fue la que abortó el intento de Pablo Torre de seguir con su racha goleadora. Fue un paradón pero quizá fue mejor aún el segundo, cuando el marcador ya reflejaba el 2-0. Corría el minuto 36 y el Racing recuperó el balón en su propio campo. Ante esta situación, la primera opción es siempre mirar a la banda derecha para comprobar si Soko ha puesto en motor en marcha. Y lo había hecho. La caldera echaba humo y, cuando eso sucede, ya no hay quien lo pare. Cómo sufrió ayer Castañeda. El camarunés volvió a ganar línea de fondo y su centro llegó, plácido y puesto en bandeja, a la cabeza de Cedric, que lo tenía todo a favor para anotar el tercero. Y su remate fue bueno, pero respondió de manera inmejorable Sotres. Lo mismo hizo cuando, a los setenta minutos, Manu Justo recibió una joya de parte de Pablo Torre que le dejó completamente solo ante el portero cántabro. El delantero lo hizo mal, pero ahí estuvo también el meta culturalista para abortar un duelo en el que tenía todas las de perder.

Se marchó Sotres a casa con cuatro goles en contra porque en el segundo tiempo hubo otros dos. Bobadilla fue el encargado, como Manu Justo ante el Real Unión, de poner el fin de fiesta de cabeza al saque de un córner, mientras que Cedric redondeó el ‘hat trick’ para llevarse el balón a casa con el mejor gol de los tres que firmó. De nuevo recibió el centro de Soko, que controló la pelota en la parcela derecha del área para volver a dejar seco a su defensor y centrar al punta. Éste, en la frontal del área pequeña y a la altura del primer palo, recibió de espaldas, controló con la derecha y en seguida giró sobre sí mismo para rematar con la izquierda, allí a donde era imposible que llegara Sotres.

El encuentro, más allá del 4-0, pudo ser un tremendo desfile goleador. En esos primeros 25 minutos que pudieron acabar 9-0, el Racing no sólo jugó a placer sin necesidad de que sus medio centros se mostraran poderosos con el balón, sino que acabó todas las jugadas. Cualquier robo terminaba en seguida en el área contraria para que lo rematara alguien, ya fuera Cedric, Pablo Torre o incluso Satrústegui, que también se presentó con asiduidad en ataque con tanta importancia para los suyos como Unai Medina en el costado opuesto. La suerte para el navarro es que Pablo Torre suele caer a su banda y, junto con Arturo, generaron unas superioridades con las que todos se frotaban las manos.

Ilustrativa fue la acción en la que el ‘tres’ verdiblanco robó en campo propio y arrancó por su banda. En seguida escuchó el grito de Cedric: «¡Eneko!». Y Eneko le envió el balón en profundidad, al que untó con miel la defensa de la Cultural permitiendo al punta ganar la espalda a su par y presentarse ante Sotres, pero su remate, con su pierna buena, se fue fuera por poco. Poco antes, también había ganado la espalda a la zaga, aunque por el otro lado. Recortó dos veces y logró espacio para disparar cuando no parecía posible. Lo hizo con toda la intención pero la pelota se fue cruzada.

Generaba ocasiones el conjunto cántabro prácticamente sin querer, incluso cuando parecía que había echado pie al freno. La Cultural, directamente, no se mostró como un equipo competitivo. Ni siquiera se mostró capaz de inquietar dando balones a hombres peligrosos como Ander Vitoria o Aarón, a quien Satrústegui sacó de quicio durante el primer tiempo tanto en lo futbolístico como en lo moral. Fue para él lo que Góngora fue para Soko en Talavera.

Hubo momentos en los que parecía que la Cultural iba a cambiar el encuentro a base de la posesión, pero no llegaba a nada. Al contrario, en cuanto perdía la pelota, se encontraba con un directo en el rostro. Incluso fue así en el segundo tiempo, en el cual parecía que, como sucediera contra el Real Unión, iba a tocar otra cosa. Lo que sucede es que el equipo leonés no es el irundarra. Y se volvió a llevar otros dos goles como se pudo haber llevado otros cinco sólo en esos segundos 45 minutos. Marcaron Cedric y Bobadilla pero pudo hacerlo también Marco Camus, a quien dejó solo Pablo Torre, el mismo que también había dejado solo a Manu Justo en aquel mano a mano con Sotres. El de Soto de la Marina tiene para todos. Sobre todo, en encuentros como el de ayer. Fue para él como un parque de bolas para una niña de cuatro años. Él hace tiempo que rompió el huevo.

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