25.04.2024 |
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La cantera, con sarcasmo

El último fichaje del Racing ha confirmado que el mensaje que lanza su presidente en las juntas de accionistas sobre la necesidad de potenciar lo propio fue flor de una sola temporada

Alfredo Pérez, en las instalaciones Nando Yosu. /Hardy
Alfredo Pérez, en las instalaciones Nando Yosu. /Hardy
La cantera, con sarcasmo

Mucha gente no entendió ‘Starship Troopers’, la película de Paul Verhoeven en la que se libra una guerra contra una especie arácnida de otro planeta. Cuando se estrenó hace 25 años, fue tildada de fascista cuando es todo lo contrario. A los críticos les costó captar el sarcasmo y la ironía con la que estaba narrada. Se la tomaron al pie de la letra y no alcanzaron a entender el verdadero valor de la película y el mensaje que en verdad quería trasladar. Se habla en ella de una sociedad en la que una persona sólo alcanza el rango de ciudadano con derecho a votar o a tener hijos si antes había pasado por el ejército. Éste, a su vez, libra esa guerra contra esas grandes arañas enviando a jóvenes que ni entendían lo que pasaba, creyéndose muy superiores a un enemigo al que privaban de cerebro y del que, en el fondo, sólo querían sus tierras. Lo que en verdad hacía la película era una impugnación de ese mundo bélico que sólo lleva en una dirección y que incluso calcaba planos de películas nazis como ‘Olympia’ o ‘El triunfo de la voluntad’. «Aquí están tus héroes y tus heroínas, pero, por cierto, son fascistas», dijo el propio director sobre su obra años después.

Si los protagonistas eran los héroes y las heroínas del público fue porque él los caracterizó con los clichés habituales de la época, los mismos que copaban las películas hechas en los años de Reagan. Ahí están los capitanes del equipo de fútbol, sus admiradoras, el tipo duro, el triángulo amoroso y la estupidez de los personajes, que sólo aumentan de rango en el ejército porque sus superiores no hacen más que morir. Todos son guapos y estupendos (arios) y se creen la película al cien por cien, por lo que la interpretan como si no fuera sarcástica, sino completamente en serio. Parece que son ellos los primeros que no la entienden y eso es fundamental para que, aunque la película parezca una cosa, en el fondo sea otra. Es como cuando Alfredo Pérez vende en las juntas de accionistas que su proyecto de club pasa por la cantera. Lo dice con rostro amable y como si todo respondiera a un plan perfectamente planificado, serio y profesional, pero debe ser pura ironía.

El gran secreto de las películas de los ZAZ (Zucker, Abrahams y Zucker), autores de ‘Aterriza como puedas’, ‘Top secret’ y demás joyas del séptimo arte, fue hacer que sus actores interpretaran las escenas más absurdas sin parecer que estuvieran haciendo comedia. De hecho, cogieron como actor fetiche a Leslie Nielsen, que había desarrollado su carrera realizando películas dramáticas y flirteando con el ‘Actor’s Studio’ y el ‘Método’. Es decir, que su escuela pretendía ser la de Marlon Brando o James Dean, pero no saltó a la fama hasta que ya era un señor mayor y le pusieron a hacer estupideces. Y lo hizo tan bien porque cuando hacía un gag o decía una barbaridad, él lo interpretaba como si estuviera representando un drama de Shakespeare.

Lo mismo hacen Alfredo Pérez y el Racing cuando hablan de cantera. Todo va para la cantera y el proyecto debe centrarse en ella, pero, a la hora de la verdad, tapan la progresión de Simón Luca para traer a un jugador de 21 años cedido por el Ibiza que apenas ha jugado en los dos últimos años. El presidente suelta siempre su discurso con la seriedad del hombre de negocios que nunca miente y con la imagen de tener en su cabeza una idea en la que hay que creer. Lo dice con la seriedad de Leslie Nielsen o Casper Van Dien, que es el actor protagonista de Starship Troopers. Éste da la impresión de ser el primero en no saber de qué iba en verdad la historia, de ahí que resulte tan ideal para su sarcástico papel. Debió de tomarse la idea de manera tan literal que la quiso estirar de tal modo que incluso impulsó una tercera parte.

Paul Verhoeven rodó una película que parecía decir una cosa pero que significaba la contraria. A cualquiera le debía haber resultado sospechoso que estuviera haciendo una película fascista un tipo que se crió en la Holanda ocupada por los nazis o que años antes había rodado Robocop, que es una de las más críticas obras contra el entonces incipiente neoliberalismo. En el Racing también parece que hacen una cosa porque invierten en la profesionalización de las categorías inferiores y de toda la estructura de base pero, en el momento de la verdad, que es cuando hay que apostar por el producto que sale de ahí, el club se echa a un lado y deja hacer al recién llegado que hoy está aquí y dentro de unos meses no.

Si Alfredo Pérez tiene éxito al vender su proyecto de cantera y logra que cuando uno lo escucha incluso se lo compre es porque, como sucedía con Van Dien al interpretar al soldado John Rico, se lo cree de verdad. Quizá sea porque no sepa lo que sucede a su alrededor porque le gusta gestionar sus empresas buscando a un hombre de su confianza a quien le da las llaves y le deja hacer. Quizá ni sepa lo que ha sucedido con el lateral izquierdo en este mercado invernal y la próxima vez vuelva a hablar de su idea de la cantera como si no hubiera sucedido nada.

Y lo que ha sucedido es que a Fernández Romo no le vale quien dijo que era el mejor lateral izquierdo de la categoría (Isma López) ni, al parecer, tampoco Simón Luca. En los últimos partidos del 2021 apostó por el cántabro para poder colocar a Satrústegui como central y rindió bien. Nunca desentonó para mal y hubo encuentros en los que destacó dando incluso una asistencia de gol. Su irrupción en el primer equipo había sido buena pero llegó el momento de elegir un modelo de club porque se abrió el mercado de enero.

Pasaban los días y no llegaba ningún lateral izquierdo, por lo que parecía que Simón Luca se había ganado la continuidad y que el club ya había dejado atrás la época en la que fichaba medianías para tapar la progresión de un jugador propio. No se produjo más salida que la de Carlos Castro y se antojaba increíble que, de fichar a un jugador para el puesto del tres, fuera a ser un sub 23, pero es lo que sucedió. El Racing ató como cedido a Javi Vázquez, que es incluso menor que Simón, que viene de jugar ocho minutos en toda la primera vuelta, que no es un jugador con experiencia que suponga una garantía y que es todo un golpe en la línea de flotación de los canteranos, que han visto cómo se las sigue gastando el club. Éste vende una cosa, pero en realidad es la contraria.

Esa idea de cantera que pregona Alfredo Pérez sí se puso en práctica el curso pasado, con José María Amorrortu al frente. Sin embargo, el presidente dejó hacer, le permitió contratar a un entrenador que todavía no había hecho nada y con el que estaba demasiado vinculado, por lo que todo el proyecto se dejaba en manos del corto plazo, ya que si caía el técnico también caía él. Y cayeron los dos. Entonces se empezó otra cosa. Se sacrificó la figura del director deportivo para que la plantilla la realizaran entre Víctor Alonso y Guillermo Fernández Romo. Y el peligro de dejar a un señor de Murcia y al entrenador la responsabilidad de tomar las decisiones es que no pueden mirar al largo plazo porque no lo tienen. Su profesión demanda resultados y la promoción y puesta en valor de jugadores propios es algo muy secundario que no les da de comer. Y se les deja hacer rompiendo toda relación con Diego Ceballos y ahora fichando para el lateral izquierdo a un futbolista joven y cedido que es una incógnita. Y Simón Luca se irá al filial.

Alfredo Pérez deja hacer a ese consejo de sabios que se asimila al Alto Consejo Jedi de Star Wars. Allí todos parecían muy listos pero fueron incapaces de ver lo que se venía. Y cuando se quisieron dar cuenta, el Imperio ya dominaba la galaxia. Y aquella historia no tenía el sarcasmo que sí tenía Starship Troopers. Quería decir lo que decía. Ni más ni menos.

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