Aunque las casas de colores que se amontonan en un anfiteatro natural siguen pintando el paisaje con sus tonos pastel, la cotidianidad del lugar ha evolucionado. El director, al recibir el Oscar por su película, expresó: “Toda mi vida, desde que era niño, he soñado con este momento. Los sueños, a veces, se convierten en realidad”. Así, mientras el tiempo avanza, Cudillero sigue siendo un destino inolvidable para quienes buscan sumergirse en la esencia de la Asturias más marinera.

El anfiteatro colorido 

Las casas escalonadas  forman un impresionante anfiteatro de colores que ha capturado la imaginación de viajeros de todo el mundo. Este laberinto de calles empinadas y coloridas no solo es un deleite visual, sino también un desafío para quienes se aventuran a recorrerlo. Las viviendas se asoman al mar y se aferran a la montaña, creando una topografía urbana única. Los tonos pastel de las fachadas, según los locales, provienen de los sobrantes de pintura de los barcos, un detalle que añade un toque de autenticidad al paisaje.

Una guía en el horizonte

El faro de Cudillero es otro de los símbolos emblemáticos del puerto. A diferencia de la representación de marketing turístico, el verdadero faro no tiene rayas rojas, pero su ubicación y funcionalidad son esenciales. Desde el Puerto Viejo, se puede caminar hasta la Punta Roballera, disfrutando de vistas panorámicas sobre el océano. Aunque no es el faro más decorativo, su papel en la orientación de las embarcaciones es crucial, y la caminata hasta allí ofrece vistas espectaculares.

Los mejores miradores 

Para los amantes de las vistas panorámicas, Cudillero ofrece una ruta de miradores que comienza en el Puerto Viejo. Desde allí, la escalinata lleva al mirador de la Garita, un excelente punto para observar el puerto y el mar. Otros miradores recomendados incluyen el mirador de Cimadevilla, el mirador del Picu y el mirador del Contorno. Cada uno ofrece una perspectiva única del paisaje costero y del pintoresco pueblo.

Qué comer en Cudillero

La gastronomía en Cudillero es una delicia para los sentidos. El pixín (rape) es uno de los platos más característicos y puede disfrutarse a la brasa, a la sidra, frito o acompañado de setas y fabes. Además del pixín, la oferta gastronómica incluye el virrey, el curadillo, las calderetas de pescado y los buchos, una especie de callos de merluza. Los lugares en la plaza del Comercio y sus alrededores son perfectos para sumergirse en la riqueza culinaria local.