En la actualidad, España se encuentra en una encrucijada en el complejo escenario político de la Unión Europea (UE). Lo que solía ser un país bien considerado y valorado dentro del bloque comunitario ahora enfrenta una serie de desafíos que han llevado a cuestionamientos sobre su respeto al Estado de derecho y han suscitado preocupaciones acerca de su posición estratégica. El presidente Pedro Sánchez, al sellar acuerdos con los separatistas catalanes, ha desencadenado una serie de acontecimientos que han puesto en entredicho la integridad legal de España.

El recién nombrado ministro francés de Asuntos Exteriores, Stéphane Séjourné, ha manifestado de manera inequívoca la intención de Francia de fortalecer su posición en Europa a través de una colaboración más estrecha con dos socios principales: Polonia y Alemania. Este giro estratégico, evidenciado por las primeras visitas diplomáticas de Séjourné a Berlín y Varsovia, marca un cambio significativo en las tradicionales alianzas franco-españolas, relegando a España a una posición menos preeminente. Factores diversos, que incluyen la situación política en Italia y España, así como la guerra en curso en Ucrania, han influido en esta decisión de Francia y Alemania.

En el corazón de este rediseño de alianzas se encuentra la figura del líder liberal polaco, Donald Tusk, cuya reciente ascensión al poder ha desempeñado un papel crucial en la reconfiguración de las relaciones diplomáticas en Europa. Tusk, conocido por sus posturas proeuropeas y su estrecha relación con líderes clave como Emmanuel Macron, ha anunciado su compromiso de reparar las grietas en el Estado de derecho que quedaron de la administración anterior del Partido Ley y Justicia (PiS). Este compromiso ha sido acogido positivamente por Francia, que ve en Polonia un aliado potencialmente más estable y alineado con sus intereses regionales.

La importancia geopolítica de Polonia se ha elevado significativamente debido a su posición en relación con la guerra en Ucrania. Tanto Francia como Alemania consideran crucial el papel de Polonia en el frente oriental, donde se enfrentan al autoritarismo ruso y a la lucha por la democracia ucraniana. La posición firme de Polonia contra Moscú, respaldada por una inversión sustancial en defensa, incluyendo planes para la construcción de un poderoso ejército y una segunda central nuclear, la consolida como un socio estratégico clave en la UE.

En contraste, España, bajo la presidencia de Pedro Sánchez, parece haber desatendido sus responsabilidades en el Consejo Europeo, priorizando asuntos internos sobre los temas más apremiantes de la Unión Europea. Su demora en abordar cuestiones cruciales, como las negociaciones en torno a la reforma fiscal, que solo se resolvieron tras la intervención de Francia y Alemania, y sus esfuerzos por incluir lenguas co-oficiales en la UE han generado percepciones de una falta de compromiso y enfoque en la esfera europea.

En resumen, España enfrenta una situación delicada en la UE, con la preferencia de Francia y Alemania por Polonia como socio principal, relegando a España a un papel menos destacado. Este cambio en las alianzas, influenciado por la figura de Donald Tusk y la importancia geopolítica de Polonia en el frente oriental, plantea interrogantes sobre el liderazgo de España y su compromiso con los principios fundamentales de la UE.