La Federación Cántabra de Espeleología (FCE) ha asegurado que los proyectos eólicos Quebraduras, Amaranta, Ribota y Garma Blanca destruirán más de 1.550 cuevas de la región, en un radio de 5 kilómetros a la redonda de cada parque.

La Federación ha lamentado que los promotores de los parques eólicos no les hayan contactado para recabar información sobre las cavidades existentes en las zonas de implantación, «sirviéndose en varios proyectos, de información desactualizada, irreal e incluso copiada y pegada de unos proyectos a otros», denuncia en un comunicado.

Por ello, ha presentado alegaciones a cuatro proyectos de parques eólicos después de que clubes nacionales e internacionales hayan alertado del «grave peligro» que la construcción de estos parques supondría para el patrimonio subterráneo de la región.

La FCE señala que la instalación de los aerogeneradores afectará a grandes sistemas de cavidades como el sistema Cuatro Valles, que se encuentra entre los 50 sistemas más grandes del mundo, y el sistema del Alto del Tejuelo, que con sus 170 kilómetros de recorrido es el sistema más grande de España y el segundo de Europa.

También indica que el impacto de los molinos llegará hasta la zona arqueológica protegida de El Puyo, de la que forman parte nueve cavidades catalogadas como Bien de Interés Cultural y que se encuentran entre las más de 1.550 que según la federación están afectadas.

Además, ha advertido de que los proyectos incumplen las directrices de «áreas sensibles para los murciélagos», ya que afectan a entornos de carácter kárstico que puedan servir como lugares de refugio o reproducción de sus poblaciones.

«Incumplen el requisito de evitar parques en espacios naturales protegidos de cualquier tipo y en su entorno de al menos 5 kilómetros, ya que se encuentran a menos de esa distancia de espacios naturales como la ZEC Río Miera, el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, ZEC Montaña Oriental o ZEC Río Pas», añade el comunicado. También denuncia que los parques contaminarían los acuíferos, «que abastecen de agua a decenas de municipios y a miles de personas» y comprometerían la práctica de la espeleología en esas zonas.