18.05.2024 |
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La España invertebrada

La España invertebrada

Leí, por primera  vez, el libro de Ortega y Gasset, en mi primera juventud, en época de Franco, cuando, hasta los mas avisados estábamos impregnados de un cierto patriotismo que nos impedía considerar la posible debilidad de España hasta el punto que sugería el título y las tesis en él contenidas.

Su idea de la invertebración hacía aparecer a España como un ente débil y sin carácter, a causa, achacaba él, de la debilidad de los visigodos que nos  invadieron, a los que consideraba los mas flojos de las tribus góticas.

Pero, aun aceptando su tesis de la debilidad, creo que habría que buscarla en otra parte pues, aunque España fue dominada por los godos, durante mucho tiempo, su número no era tan grande como para imprimir carácter en los habitantes autóctonos.

Eran pequeñas tribus arias que, racistas, como buenos arios, nos gobernaron sin mezclarse. De ahí la lista de los estrambóticos nombres, de los que consideramos nuestros reyes, que nos volvía locos, a los estudiantes de entonces, obligados a memorizarla.

Yo tomé, entonces, su arriesgada tesis de la blandura, de fondo, de nuestra nación como una muestra más del pesimismo que se achacaba a toda la Generación del 98, pero lecturas posteriores, me han convencido de que Ortega y Gasset estaba en lo cierto sobre la falta de osamenta de España, con godos o sin godos.

Nuestra nación ha sido fácil presa, desde que tenemos noticia, de pueblos invasores que, no solo encontraron escasa resistencia en los autóctonos, sino que los utilizaron, con facilidad, para sus políticas de colonización y dominio.

Por no ir mas atrás y considerando como autóctonos a Celtas, Iberos y Celtíberos vemos como estos son fácilmente conquistados y gobernados por romanos y cartagineses que los utilizan como vasallos y como tropa para sus luchas de dominio europeo. Y por fin, incorporados, como provincia, al Imperio Romano. 

Después los godos, aunque flojos, conquistan con facilidad los dominios de Roma en España. Ellos, más adelante, españolizados y reblandecidos, también, son arrasados por unas pequeñas tribus del norte de Africa a las que entregan la península entera en ¡Siete años!. Península que volvimos a recuperar, en lo que consideramos una de nuestras grandes gestas históricas, La Reconquista, en ¡Ocho siglos!.

Recuperada la nación entregamos, enseguida, su gobierno y su dominio a una dinastía europea, los Austria y a un rey educado en el extranjero, que no hablaba español y que utilizó España, su nobleza, sus impuestos y las inmensas riquezas, que los increíbles españoles del pueblo llano extraían en América, para quemarlas en sus estrafalarias aventuras europeas y pendencias de familia que nos llevaron al fracaso y a la extenuación total.

A continuación, guerrearon por sus despojos, otras dos dinastías extranjeras, los Austrias europeos y los Borbones. Vencedores estos siguieron utilizándonos, como los Austrias anteriores, en pendencias europeas y en intereses de familia. 

Y seguimos sin saber gobernar nuestra casa. Como muestra apabullante y vergonzosa es el reinado, de dos años, de Amadeo I, al que fuimos a buscar, carentes de rey, nada menos que a…. Saboya.

Y mas adelante vemos los sucesivos derrocamientos de Borbones por su incompetencia y/o vergonzoso comportamiento, alternados con sus "restauraciones”, ante el penoso reconocimiento de que no sabemos como gobernar nuestra casa, con ellos o sin ellos.

Y mas todavía. Nuestra adhesión a la Unión Europea nos mete, otra vez, en la ratonera europea asumiendo, sumisamente, los problemas e intereses europeos de los de siempre, lo que permite, a nuestros dirigentes “lavarse las manos”, en las decisiones que nos competen, con una mínima vergonzosa participación.

Ortega y Gasset salva y reconoce la valía y entereza del pueblo llano: “En España todo lo ha hecho el pueblo y lo que él no ha hecho se ha quedado sin hacer”, pero menosprecia a la casta que lo ha gobernado o dominado. 

Y siempre de espaldas a Iberoamérica, grandioso logro olvidado de ese pueblo llano, que es donde tendríamos que buscar nuestro grandioso, olvidado …, futuro.

La España invertebrada
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